30 de enero: Día escolar de la no violencia y la paz

Por Francisco Pérez Chagollán, miembro del Colectivo Ollin A.C., que trabaja con el tema de los derechos sexuales. También es profesor de la asignatura “Derechos sexuales de los y las jóvenes” en el ITESO.

Dentro del clima de violencia e inseguridad que priva en nuestro país y en nuestras instituciones resulta fundamental recuperar a las escuelas como espacios promotores de no violencia y de paz. Tal es el propósito del día escolar de la no violencia y la paz, que se celebra originalmente en España desde 1964 por iniciativa del educador Llorenç Vidal,  y que posteriormente fue reconocida por la ONU a partir de 1993. Cabe señalar que en esa fecha se conmemora la muerte de Mahatma Gandhi, líder nacional y espiritual de la India, asesinado a tiros en 1948.

En nuestro país, en los últimos años, el tema de la violencia al interior de las escuelas ha sido nota a partir del reciente proceso paradójico de “apologización”, que muchos medios de comunicación han hecho del acoso escolar, mejor conocido por muchas personas como bullying.

La violencia que se vive en las escuelas se vincula directamente con tres aspectos básicos, entre otros:

  • La visión de diferencia como amenaza y la consecuente falta de reconocimiento y respeto a la diversidad.
  • El modo de relación interpersonal basado en el ganar-perder, perder-ganar o incluso en el perder-perder.
  • La estructura vertical (no democrática) de las escuelas.

Recuperar la reflexión de cómo los centros escolares de todos los niveles requieren ser considerados como espacios privilegiados para generar procesos de no violencia y paz es un imperativo impostergable.

Un ejemplo de esta posibilidad es la intervención socioeducativa que Colectivo Ollin A.C. ha venido desarrollando desde 2010 en  algunas escuelas secundarias del Municipio de Tlajomulco a partir de un proceso de abordaje del acoso escolar con una perspectiva de formación ciudadana, que busca movilizar a la escuela más allá de su función psicopedagógica hacia su función sociopolítica, es decir propone una transformación cultural de las escuelas. La acción estratégica central del trabajo realizado se basó en los mismos sujetos, es decir, en el fortalecimiento de grupos de jóvenes y docentes promotores de noviolencia, al interior de las escuelas, mediante un proceso de reflexión-acción-reflexión.

Estos equipos realizaron intervenciones lúdicas de difusión educativa con grupos de pares sobre formas de convivencia  alternativas al acoso, basadas en:

  • Promover el reconocimiento de las diversidades que se tienen y se viven al interior de cada comunidad escolar, para reconocer la diversidad como fuente de riqueza y dejar de tener pretextos para el acoso escolar.
  • Impulsar el posicionamiento de solidaridad como una aspiración posible en cada escuela, para promover el compromiso con roles más reflexivos y solidarios y disminuir prácticas de acoso escolar.
  • Promover la reflexión colectiva sobre la importancia de la equidad, para concientizarse que una escuela democrática es posible.

Sin duda, el reto de generar la transformación cultural de la escuela como promotora de no violencia y paz es de largo aliento, ya que requiere de la voluntad política de los directivos para horizontalizar la vida escolar, de la voluntad operativa de los docentes para incorporar en su práctica cotidiana formas alternativas  de promoción de respeto a las diversidades y de solidaridad, así como del involucramiento de estudiantes y distintos actores comunitarios mediante el ejercicio de una ciudadanía activa que promueve los derechos humanos en la vida cotidiana.

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