Pero… ¿alguien me puede decir qué rayos es una mujer?

Por Mariana Espeleta Olivera
Académica del Cifovis ITESO

Otra vez, como todos los 8 de marzo, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer… pero ¿qué es una mujer? Parece una pregunta tonta, pero si lo pensamos con cierta profundidad las cosas se complican. Podríamos responder que ser mujer inicia con haber nacido en un cuerpo de hembra humana. Este cuerpo, con su compleja biología regulada por genes y hormonas, produciría una subjetividad de mujer: una persona que se identificaría con aquellas características internas y externas que asociamos con la feminidad.

Esta solía ser la respuesta clásica, clara y simple como una línea recta, incuestionada ni por la ciencia ni por la filosofía. Si vas a la biblioteca y sacas el famosísimo Diccionario de Filosofía, de Nicola Abbagnano[1], (en su última actualización de 1998) y buscas la entrada “mujer”, lo único que vas a encontrar es una ausencia. ¿Y acaso no habla el silencio? Existe la entrada para “hombre”, por supuesto, y esta entrada pretende cubrir a la humanidad, incluyéndonos por default. Entonces, ¿somos iguales?, ¿somos al menos filosóficamente lo mismo? Para nada. Simplemente ha sido un asunto que filósofos y científicos han ignorado sistemáticamente, o que solamente han discutido para reafirmar sus posiciones de poder y, en la mayoría de los casos, para cimentar la inferioridad de las mujeres y la superioridad de los hombres[2].

Como en todas las historias clásicas, claras y simples como líneas rectas, un día apareció en el cuento una bruja que lo puso todo patas pa’rriba. Esta bruja era, obviamente, una bruja feminista[3].

Todo comenzó con el supuesto presentado arriba, de que el cuerpo determina la subjetividad. En realidad esto es una treta que oculta una enorme desigualdad (ojo, no dije diferencia[4]) que estableció privilegios y características geniales para los hombres y desventajas y defectos de carácter para las mujeres. Tales características y derechos, al provenir del cuerpo de la naturaleza, de la biología—, se presentaban como imposibles de modificar, eternos y “correctos” para el buen funcionamiento de la especie y, por ende, de la sociedad. Intentar escapar de esos designios “del cuerpo” significaba ir contra la naturaleza y buscar la ruina humana. ¿Ven cómo solamente una bruja podría proponer tal cosa?

En ese entonces a los hombres “por naturaleza” es decir, con un cuerpo con testículos, pene y testosterona les tocaba el rol de ser los que mandaban, de salir a la vida pública, de traer el sustento a casa y ver el futbol los domingos. A las mujeres “por naturaleza” por tener un cuerpo con pechos, útero y estrógeno—, qué casualidad, nos tocaba ser mamás tiernas, cuidar a los niños, obedecer, cocinar, parir, cuidar a todos suegros incluidos, atender al marido, lavar, planchar, doblar y guardar… Entonces, tener un cuerpo de hembra significó ser subalterna, y no poder hacer nada para cambiarlo.

Pero empezó la idea de buscar otra explicación, ya que esta parecía muy sospechosa… Si todo era tan natural ¿por qué necesitaban entrenarnos desde niñas con muñecas y cocinitas? ¿Por qué necesitaban reprimirnos todo el tiempo: con la manera en la que nos sentamos, las cosas que decimos, los lugares a los que vamos, las horas en las que llegamos, nuestros impulsos sexuales, nuestras ambiciones intelectuales? Las brujas se miraron unas a otras y exclamaron al unísono:  “Witch, please!”

Las brujas feministas se pusieron a discutir entonces qué era ser mujer. Lo llevan discutiendo desde mitades del siglo XX. Para empezar, parece que ha quedado claro algo que la pensadora Simone de Beauvoir afirmó en 1949[5]:  “No se nace mujer, se llega a serlo”. Es decir, que hace falta entrenar para ser mujer. Sin saberlo, Simone estaba explicando el concepto de género. O sea que un cuerpo, del sexo que sea, necesita pasar por un proceso de asimilación para convertirse en aquello que lo define culturalmente como hombre o mujer.

Una mujer no es un cuerpo de mujer, sino un sujeto que se comprende a sí misma como tal y que proyecta esa percepción hacia los demás, de acuerdo con un código cultural compartido, que se asienta sobre su cuerpo biológicamente sexuado como hembra. Es quien se vive “mujer” (lo que sea que eso signifique en su cultura), quien actúa como mujer, quien tiene aspecto de mujer y de quien los demás piensan que es mujer.

Tiempo después nació una linda princesita. No es cierto, más bien un día nació un bebé y cuando le hicieron la primera inspección genital, los médicos exclamaron que era una niña ¿Cómo lo supieron? En realidad, lo adivinaron por el aspecto que tenía “eso” que identificaron como una vulva ¿Cómo que “adivinaron”? Efectivamente, los médicos adivinaron porque, hoy en día, en pleno siglo XXI, no existe un procedimiento científico que sirva para determinar con total certeza el sexo de una persona[6]
. Ni siquiera los cromosomas obedecen en realidad a un patrón binario, en muchos casos. A simple vista, ni se diga: ¿cuándo un clítoris es demasiado grande o un pene demasiado pequeño como para más bien parecerse a su “opuesto”?. Ese refrán “a ojo de buen cubero” ha resultado bastante problemático en el caso de identificar un sexo.

La historia de la princesa continuará. Sígueme leyendo en la segunda entrega de este texto si quieres conocer más detalles sobre la intrigante cuestión: ¿Qué es una mujer?

 

[1] Abbagnano, N. (2012). Diccionario de Filosofía. Fondo de Cultura Económica: México.
[2] Si no me creen, hagan un recorrido por el pensamiento de cualquier filósofo (hombre, claro), del S.XX para atrás, y verán lo que les digo. La lista de ejemplos misóginos es tan larga que es mucho más fácil nombrar las excepciones: Poullain de la Barre, John Stuart Mill… y, y, y, ya.
[3] La relación entre la brujería y el feminismo es compleja e histórica. Las primeras acusaciones de brujería en la Edad Media fueron en realidad un movimiento de represión a las mujeres. Para saber más de esta parte olvidada de la historia oficial, te recomiendo leer “Calibán y la Bruja”, de Silvia Federici. Es un libro indispensable y muy interesante.
[4] Diferentes somos todos. Las mujeres y los hombres somos diferentes, pero también los altos y los chaparros, los gordos y los flacos… cada ser humano es único y diferente, es problema viene cuando, a partir de tales diferencias, organizamos una sociedad con acceso desigual a los derechos y al bienestar, una sociedad racista, sexista, clasista, etcétera.
[5] Esta afirmación es parte de una obra clave del pensamiento feminista francés (y mundial), “El segundo sexo”. Un clásico de hoy, mañana y siempre.
[6] Entiendo que esta afirmación alarmará a varias personas de mi grupo de lectorxs. No se preocupen. Para leer más sobre el tema, pueden consultar estos enlaces de prestigiosas publicaciones científicas (en inglés):
https://www.nature.com/news/the-spectrum-of-sex-development-eric-vilain-and-the-intersex-controversy-1.19873
http://newsroom.ucla.edu/stories/male-or-female
https://scopeblog.stanford.edu/2015/02/24/sex-biology-redefined-genes-dont-indicate-binary-sexes/

 

[box]¿Tienes algún comentario o duda? Contacta a la autora: marianae@iteso.mx[/box]

Reflexiones sobre los movimientos feministas

Por: Mariana Espeleta

En los últimos años, hemos visto como el movimiento feminista cobra fuerza en muchas partes del mundo ¿Qué es lo que está pasando? ¿Acaso no hemos llegado ya a una posición de igualdad?

A menudo en los pasillos de la universidad y en otros espacios públicos escucho con atención este tipo de preguntas y los debates que se generan alrededor del tema. Muchos y muchas jóvenes tienen claro que la igualdad es una batalla que está muy lejos de haberse ganado: aunque no sea la situación concreta que viven todas las mujeres, en México las estadísticas que nos hablan de la desigualdad son terribles, incluso las estudiantes universitarias, están expuestas a injusticias y peligros por el solo hecho de ser mujeres: violencia de pareja, acoso laboral, acoso callejero, menor salario por igual trabajo y violencia sexual, son algunos de los temas que afectan la vida cotidiana de millones de mujeres de todas las clases sociales.

Además de todas estas causas que no han dejado de estar presentes, en muchas partes del mundo es posible observar que hay tendencias al retroceso. Los derechos que ya se habían conseguido, están siendo desmantelados por grupos políticos ultraconservadores, o populistas, conscientes que los cuerpos y vidas de las mujeres siempre son un botín político con el que se puede negociar ¿Qué quiero decir con esto? Tomemos como ejemplo el caso de los Yihadistas, o del Presidente Donald Trump; ambos han utilizado el discurso del sometimiento e inferioridad de las mujeres como una base para la creación de consensos, particularmente entre una población masculina que necesita reafirmar su posición de poder en la sociedad.

¿Qué pasa?

Como todos sabemos, a partir de mediados del siglo XX, los papeles sociales de hombres y mujeres han cambiado enormemente. Las mujeres arribamos al campo laboral y a la educación profesional de forma masiva. Nos convertimos en  jefas de familia, asumimos un montón de responsabilidades, y con ello hemos exigido también muchos derechos que antes nos eran negados. Por ejemplo, la ley de paridad en México, es fruto de la exigencia por una base de igualdad para contender en los espacios de representación política. En todo este movimiento, el papel tradicional de los hombres como jefes, líderes, proveedores, tomadores de decisiones, etc. se ha ido desmoronando sin pasar por una reflexión colectiva, que lleve a redefinir los límites, roles y nuevas posibilidades de la masculinidad. Esta indefinición, ha sido vivida por varias generaciones de hombres como una verdadera amenaza a su lugar en el mundo. Quizá esto explica en parte, la virulenta reacción que tienen algunos ante el avance de los derechos de las mujeres, o incluso ante la manifestación pública de posturas en pro de la igualdad y en contra de la violencia sexista. Como ejemplo, pueden observarse los debates en las redes sociales o los comentarios que se expresan por el público cuando una mujer denuncia algún tipo de abuso o violencia: a menudo encontraremos insultos, amenazas y críticas sin fundamento.

En un contexto local y global como este, no es de extrañarse que haya una reacción colectiva de mujeres, sobre todo porque gracias a internet y las redes sociales es posible conocer de inmediato aquellos sucesos que ocurren en diferentes partes del mundo, y también es más fácil organizar campañas, acciones colectivas y difundir mensajes de indignación y resistencia: las redes están llenas de estos contenidos, expresados de formas creativas, humorísticas, o combativas.

Sin embargo, es muy importante recalcar dos cuestiones fundamentales: la primera es que todo este movimiento mediático, es solamente el reflejo de lo que sucede en la calle y las acciones concretas de los movimientos que exigen igualdad, justicia y respeto para las mujeres. En México podemos observar la cada vez más creciente participación de una sociedad civil organizada que exige alto a la violencia, alto al acoso, derechos sexuales y reproductivos, entre muchos otros.

En segundo lugar que estos movimientos no son solamente de mujeres para mujeres: muchos hombres también han comprendido la necesidad de repensar su posición de privilegio masculino como una forma de control social que también les ha negado derechos y posibilidades de crecimiento personal, imponiendo como atributos obligatorios la agresividad, la competitividad, el control de las emociones, la propensión al riesgo, entre otras características que han producido daños personales y sociales.

Una de las cosas que disfruto más de mi trabajo la universidad, es el contacto con generaciones de jóvenes que están más dispuestas y dispuestos a cuestionar los roles de género y reconocer la necesidad de un cambio profundo en las estructuras de dominación y poder que asignan posiciones sociales a partir del hecho biológico de nacer con un cuerpo sexuado.

Creo que estamos en un momento clave para informarnos y formar parte de un movimiento de liberación humana que es decisivo para transformar la realidad del mundo. Este movimiento se llama feminismo, y quiero terminar aclarando –porque siempre me lo preguntan- que “feminismo” es anterior al término “machismo”. No es “lo mismo pero al revés”. El feminismo surge en el S. XIX con los movimientos de mujeres por el derecho al voto, y a partir de allí el concepto ha evolucionado en muchas tendencias, pero es un término reconocido como parte de la teoría social. El término “machismo” surge (como lo entendemos hoy) de forma imprecisa por allí de los años 70 del S. XX, pero es un término más bien coloquial, que tiene sentido solo en las lenguas romanas. El término correcto sería “sexismo”, y no… no es lo opuesto al feminismo.

 

 

Abortando a la mamá, creando maternidades

Por Alicia, mamá de un niño de 5 años, egresada de la licenciatura en Psicologia y originaria de La Paz BCS

Antes de empezar, quiero expresar mi admiración a todas las mujeres que siguen luchando por que cada día las siguientes generaciones tengan control de decisión sobre sus vidas y sus cuerpos, ya que la maternidad es una elección y no una meta.
A mis 21 años decidí empezar una nueva experiencia que hasta el día de hoy no sé cómo terminará, pero que puedo decirles, he disfrutado mucho. Si bien creo que ninguna sabe o esta preparada para tener unx hijx sin importar la edad que tenga, debo aceptar que creo que mi camino empezó muy joven y que tenía muchos planes los cuales tuve que cambiar y/o posponer.

La maternidad es un tema delicado cuando se le discute, ya que no hay rol más importante y entregado para la cultura Mexicana. Cuestionar la manera de llevar la maternidad es como negar todos los valores que nos representan y nos forman como sociedad. Pero si bien este rol es de los más respetables e importantes, es el más esclavizante, ignorado, reprimido y mal pagado de la historia.

01

A mi forma de pensar deberíamos ser solo madres para nuestros hijxs, y mujeres experimentando maternidades para la sociedad, porque tener hijxs no nos hace ni más ni menos a otras mujeres, y el tener hijxs tampoco nos define como mujeres, sino que es una experiencia más que nos forma como individuos a las que decidimos serlo.

A partir de todas las “afirmaciones” que me han dicho de la maternidad P. ej. “El instinto de madre te va a brotar cuando tengas en tus brazos a tu hijo” o “si llega a pasar algo, vas a pedir que salven a tu hijo primero, porque así somos las mamás”.

Pareciera que hay un chip natural con el que nacemos las mujeres, que eventualmente cuando seamos madres, se activará de manera instintiva, y sabremos qué hacer, cómo hacerlo, y para qué hacerlo. Dicen que este instinto es de los más primitivos, como el de los animales, pero como vivimos en el siglo XXI y somos gente de evolución, se le pone el nombre de amor incondicional. Y también se dice que es este amor incondicional el que hará que la madre ponga por sobre todas las cosas, incluso, por sobre ella misma a su(s) hijxs, y de la misma manera, este amor hará que la sociedad ponga a la madre como el rol más importante. Pero para que este rol se lleve a cabo, el cuerpo y la mente de la mujer que está a punto de convertirse en madre, debe de pasar por una metamorfosis completa.01

La personalidad de la mujer se debe resetear desde el día en que ella se entera que será mamá, se manda al carajo sus años de niña, adolecente, y/o mujer que le costaron para formar su propia personalidad, su carácter, su metas, etc. tiene que comenzar todo de nuevo, pero esta vez tiene un instructivo y un molde que llenar, y no puede dejar nada de lado, incluso si para ella ciertas características son innecesarias, inútiles, o simplemente no le gustan, ya que cada una de esas características son indispensables para que el producto final sea “perfecto”. Debe de dejar de un lado sus planes, y comenzar a planear los del/la niñx que espera, y entender que ella ha quedado en segundo, tercer, cuarto termino, por una personita que aún no conoce, pero que según lo que se nos ha dicho, será lo que más amaremos lo que nos queda de vida.

La sociedad se ha encargado de vender la idea de la maternidad como lo más hermoso que pueda existir, algo que todos deberían envidiar, admirar, idolatrar o buscar como meta, ya que no hay nada más gratificante que ‘dar vida’. Sin embargo, el apoyo de la sociedad no dura para siempre, y es así como comienza la lucha por llegar a la meta de la maternidad perfecta. Desde el primer día de vida del bebe, la vida de la madre se convierte en un trabajo analizado a detalle por todos los que la rodean, personas conocidas y desconocidas, con o sin hijos, que se sentirán con el derecho de calificar, criticar o señalar el modo correcto de ser madre y cómo crear unx ciudadanx productivx y sanx, tanto física como psicológicamente. Es ahí donde lo más hermoso se convierte en una de las cargas más pesadas, ya que se pone a prueba a la madre por el resto de la vida del/la hijx y por las decisiones que este tome. Es verdad que por un tiempo la mamá es responsable de la vida de su hijx, en donde existe una relación de enseñanza y aprendizaje, pero eventualmente este lazo tiene un término y cada persona es responsable de sus propios caminos.

 

03A mis 21 años empecé a aprender a ser mamá. A los casi 23 decidí dejar de aprender y comenzar a tener un hijo, a formar y vivir mi propia maternidad, ya que ser madre, todo lo que implicaba ser madre según esta sociedad, se interponía entre mi felicidad y la de mi hijo. Decidí que tenía que ser una felicidad que se construyera a la par, sin poner a uno sobre el otro, ya que ambos tenemos necesidades, gustos, planes, proyectos, vidas diferentes, y que aunque él está en proceso de aprender, ya está viviendo una vida aparte con sus propias experiencias, y que su vida no se interpone en que yo siga viviendo la mía, ambos somos espectadores de primera fila.

No es mi intención hacer menos a nuestras mamás, abuelas, tías, amigas, etc. aplaudo su valor y trabajo al decidir ser madres bajo la estructura que sea, incluso si es a la que me refiero en este escrito, y hay mucho que podemos tomar de sus experiencias para mejorar las que vienen. Y entre más historias de mujeres con hijxs conozco me doy cuenta que compartimos diferentes experiencias unidas por sentimientos similares de felicidad, desesperación, amor, duda, etc. si algo tenemos en común es la duda de si estamos haciendo bien las cosas. Abortemos el ideal de la madre perfecta, de la madre que sufre, de la madre que se hace a través del dolor, que tenemos que dejarnos por un lado para entregarnos 100%, desnaturalicemos la idea de que nacimos para ser mamás y comencemos a creer en la idea de que nacimos para ser libres, para tomar nuestras propias decisiones, empecemos a formar maternidades donde se incluya todas las maneras de tener hijxs, de educarlos, de vivirlos, para que de esta manera todas las madres nos sintamos parte de una comunidad, de una sororidad de mujeres en proceso de experimentar una etapa nueva y diferente para todas.

 

Todas las mujeres contra todas las violencias

Carmen Díaz, red de género ITESO

El 25 de noviembre es una fecha que moviliza a organizaciones y colectivos que promueven los derechos de las mujeres. El día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres hace memoria del asesinato de las hermanas Mirabal, por su activismo político frente a la dictadura de Trujillo en República Dominicana, en 1960. En 2015, seguimos ante un panorama sombrío. Según ONU Mujeres “en todo el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental. Ya sea en el hogar, en la calle o en los conflictos armados, la violencia contra las mujeres es una pandemia mundial que ocurre en espacios públicos y privados.”[1]

Las mujeres enfrentamos cotidianamente diversos tipos de violencias. A veces, hasta las normalizamos. Acoso callejero, en el transporte público y ahora también en las redes sociales. Cuando denunciamos la publicidad o los comentarios sexistas muchas veces la respuesta es minimizarlo, descalificarlo ¿A quién ya le han llamado feminazi? La violencia van tomando distintas formas: son las agresiones sexuales que sufren las migrantes y la represión contra las defensoras de derechos humanos. Es la lesbofobia y los ataques a las mujeres trans. Son los desalojos y criminalización de las mujeres que defienden sus territorios frente a megaproyectos. Es la brecha salarial y la invisibilización del trabajo doméstico. Y por supuesto, son los feminicidios y la impunidad.

Pero también nos organizamos para hacer frente a estas violencias. Ahí está la campaña “Rompiendo el silencio: todas juntas contra la tortura sexual”[2] y la formación del primer Sindicato nacional de trabajadoras del hogar.[3] Ahí están las organizaciones y colectivos que cotidianamente hacen talleres para prevenir la violencia de género, para exigir calles sin acoso y para defender los derechos de las mujeres. Y están los compañeros que rechazan las masculinidades violentas y se convierten en aliados para la equidad de género.

Este 25 de noviembre, como cada año, se realizaron diversas actividades en Guadalajara. En ITESO invitó a una rodada, cinedebate[4] y un foro diálogo para impulsar acciones frente a la violencia de género en la universidad (13hrs, café de la biblioteca).[5] Diversas organizaciones feministas y de derechos humanos invitaron a una caminata de protesta contra las violencias machistas (18hrs, plaza de armas) rumbo a Chapultepec y Vallarta, donde hubo música, poesía y talleres, entre ellos uno de defensa personal.[6] Habrá también un ciclo de conferencias tituladas “Políticas contra el feminicidio: los retos pendientes.”[7] La rapera Rebeca Lane estuvo en la ciudad, y además de su concierto, hizo un taller de composición feminista.[8] Porque #VivasNosQueremos, todas las mujeres, contra todas las violencias.

[1] http://www.unwomen.org/es/digital-library/multimedia/2015/11/infographic-violence-against-women#sthash.ncHwdqkW.dpuf

[2] http://centroprodh.org.mx/rompiendoelsilencio/

[3] http://www.proceso.com.mx/?p=414282

[4] https://www.facebook.com/CLIT-Colectivo-1435145626791246/?fref=ts

[5] https://www.facebook.com/events/548077222011642/

[6] https://www.facebook.com/events/904377659615611/

[7] https://www.facebook.com/events/1688180841468554/

[8]https://www.facebook.com/ddeserjalisco/photos/a.700670493393868.1073741828.700665550061029/784019705058946/?type=3&theater

Micromachismos: ¿Dónde está la violencia de género?

121415Seventhave9455

Por Florencia González, estudiante de Periodismo y Comunicación Pública ITESO

Cada día el tema de violencia de género toma más auge, sectores inconformes levantan la voz y estas son cuestionadas, analizadas y estigmatizadas, nuestro deber es construir mundos que incluyan la representación de diversos intereses a favor de convivencias más afables.

El tema causa escozor para quien por primera vez se cuestiona si vive o práctica alguna violencia de género. Ocasiona cuestionamientos, dudas y reflexiones porque es un tema que se encarna y se vive; empero es mejor hablar de las dudas que de las certezas.

Al parecer el tema de género cada día toma más cabida entre nuestros discursos cotidianos, los pasillos de la universidad, la web y charlas entre los amigos. Permea hasta asentarse en nuestros pensamientos y sentimientos, comienza a sacudir imaginarios de nuestras conductas que llevamos con el sexo opuesto, cada día se vuelve más urgente comprender por qué la molestia de algunas mujeres sobre estos temas.

Como cualquier asunto que cuestione los modos de operar en las rutinas, de inicio causa conflictos y polarización de comentarios. En diversas ocasiones me he encontrado en esta situación, es por esto que con este texto busco generar empatía al explicar como se vive la violencia de género. Exponerles cómo es que nunca hemos podido transitar libres por la ciudad, el campo o la historia.

Antes de salir de casa tengo que pensar que ropa vestir en el espacio público, si es que mi movilidad no quiere estar limitada a revisión minuciosa del resto de las personas. Es decir si te desagrada que miren tu cuerpo con un afán sexual, mejor que no uses shorts o falda.

Limitarte a visitar algunos sitios porque de otra manera tendrás que ir acompañada, lo que se traduce en miedo a que me violen solo porque voy sola y a mi lado no tengo un hombre que le signifique al resto de ellos la palabra respeto.

Porque cuando vas en la calle con un hombre los demás te respetan, vas sola y eres vista como un ser con el que se puede liberar el deseo sexual.

En las decisiones públicas será difícil que mi opinión fémina se torne como punto de partida pues lo que para mi debió significar en el mundo fue escogido y diseñado por hombres o mujeres con ideas heteropatriarcales (hombres que dominan de las mujeres en diferentes formas, fuera y dentro de casa). Poco han incluido en los planes a esa mujer activa, que participa y da su opinión, las situaciones la conducirán hacia un proceso de masculinización.

El mundo ha sido explicado, creado y desarrollado con una visión ocular masculina, desde la ciencia, las artes, el urbanismo, la electrónica. En el caso de la ciencia, según Haraway no fue hasta 1945 cuando se aceptó la presencia de mujeres en los laboratorios 300 años después de que las expulsará Boyle cuestión que nos habla que estos espacios han sido construidos desde una mirada androcéntrica.

Comprendo bien que la violencia de género no sólo la vivimos las mujeres, sino también los hombres, somos maquinas de cuerpos en producción para el engrandecimiento del capital. Antes el hombre trabajaba, llegaba a casa cansado y fatigado por la presión y desgaste que provoca la vida laboral, en consecuencia se desfogaba con la mujer.

Me parece que otra manera de comprender la violencia machista hacia la mujer es el despojo de las relaciones afectivas, podríamos aventurarnos y llamarlo un lesbianismo político no sexual. En una palabra: sororidad, que es lo que se traduce como solidaridad y concordia entre mujeres, pues dejamos de reconocernos como compañeras y amigas de vida.

Al exponer estos argumentos me gustaría generar una construcción de paz a través del género, es decir, el reconocimiento como sector políticamente inconforme que tratar de cambiar la manera de percibir culturalmente el cuerpo de la mujer y la relación que se tiene con ella. Con el fin de que cuestionemos la manera en que vivimos y nos desarrollamos, intentar vivir respondiendo a las dudas que permitan incluir de manera legitima a sectores que han sido apartados para construir nuevas manera de experimentar el mundo.

Se trata de encontrar los micromachismos cotidianos para evitar la proliferación de violencia de género. Una invitación a auto examinar nuestras relaciones venenosas que con adjetivos limitan los potenciales de las personas. Detener la concepción de impotencia civil, para comenzar por preguntarnos, cuestionarnos y a partir de eso construir prácticas diarias en mundos afables y de respeto incluyente.

 

 

Desigualdad de la mujer y planes para el 2030

Por: Darinka Navarro

A pesar de que podríamos creer que los avances han sido muchos y que vivimos en un mundo
donde la desigualdad de género ya no es tan fuerte siguen habiendo casos que nos muestran que
a pesar de su constante lucha y de ser uno de los temas más discutidos por las ONG´S y
Naciones Unidas, sigue existiendo una brecha en la igualdad de hombres y mujeres.

En el tema de la educación encontramos que muchas regiones han encontrado la igualdad en la
educación primaria. Según uno de los logros obtenidos para el 2012 después del desafío contra la
desigualdad propuesto en el Foro mundial sobre la educación en Dakar (2000), 104 naciones
lograron cumplir con este objetivo en su educación primaria. Sin embargo en muchos países la
disparidad entre sexos aumenta en la educación secundaria y superior. En Africa Subsahariana
por cada 100 niños, asisten 64 niñas. Sólo un 48% de los países lograron cumplir con este nivel
de estudios.

Un dato favorable según la UNESCO es que la disparidad desfavorable para las mujeres se
constató únicamente en 48 países, cifra mucho menor a 73 países que se registró en 1999. Otro
avance positivo es que en el 2010 el promedio de mujeres que culminaban la educación
secundaria era de 93 por cada 100 hombres, una mejora si se tiene en cuenta que en el 2000 solo
lo lograban 81. Desgraciadamente 43% de los niños que nunca asistirá a la escuela, un 48% son
mujeres frente a un 38% de varones.

En el campo laboral, según un estudio hecho en 83 países el 50% de las mujeres de todo el
mundo tiene un empleo remunerado (un incremento del 10% a comparación de la década de los
90). Sin embargo las mujeres ganan entre un 10% y un 30% menos que los hombres por realizar
el mismo trabajo.

Uno de los temas más importantes en la Asamblea general de las Naciones unidas en 1993 fue
establecer un marco de acción para luchar contra este tema, sin embargo hasta la fecha 1 de
cada 3 mujeres sigue sufriendo violencia física o sexual, principalmente a manos de un
compañero sentimental . El 38% de las mujeres que mueren en el mundo es a causa de la
violencia de género (WHO, Reportaje Violence of Women).

En cuanto a los puestos públicos importantes la cifra se ha duplicado en los últimos 20 años. No
obstante las mujeres solo representan un 22% de las y los parlamentarios. Actualmente solo un
4,6% de mujeres son CEO y un 19,2% Consejeras, según datos emitidos en el X Foro sobre Mujer
y Liderazgo.

Una de las metas para “The Beijing Platform for Action” (organización en búsqueda de la igualdad
de género y empoderamiento de las mujeres) tiene un plan de acción llamado “Step it up – Planet
50-50, busca para el 2030 una igualdad total de género, que los hombres y las mujeres tengan
igual de oportunidades y derechos, Step it up, le exige a los gobiernos que hagan acuerdos
nacionales que cierren la brecha de la igualdad de género – van de leyes a acciones políticas
nacionales, creando programas para erradicar la violencia en contra de las mujeres y niñas,
empoderar a las mujeres para que se involucren en la toma de decisiones, creando campañas
públicas de acción”

Conoce más de este programa en : http://beijing20.unwomen.org/en/step-it-up.

Si bien las cifras nos dicen que hemos mejorado, aún hay mucho por hacer.

Bibliografía
UN WOMEN. The beijing platform for action turns 20.
Obtenido el 27 de octubre del 2015 de http://beijing20.unwomen.org/en/step-it-up.
La Nueva España. Los 8 datos más impactantes sobre la desigualdad de género. 9 de marzo del
2015. Obtenido el 27 de octubre del 2015 de http://www.lne.es/sociedad-cultura/2015/03/08/los-8-
datos-sobre-desigualdad/1723882.html. 09/03/2015.
En Femenino. La desigualdad de las mujeres en 10 datos. Obtenido el 27 de octubre del 2015 de
http://www.enfemenino.com/feminismo-derechos-igualdad/la-desigualdad-de-la-mujer-en-10-
datos-s1011215.html. 28/09/2015.

El Día Mundial de Información sobre el Desarrollo ¿celebración o funeral?

Por: Guillermo Díaz Académico e Investigador del CIFS

La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 1972 el Día Mundial de Información sobre el Desarrollo como un factor clave para el desarrollo humano y para incentivar la Cooperación Internacional. Su principal objetivo es captar la atención de la sociedad con respecto a las grandes brechas de desarrollo y lograr así obtener flujos de Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) para los países más vulnerables.

Con esta intención, en el 2000 se fijaron los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que los 189 países miembros de la ONU acordaron alcanzar para el 2015 y que representan las prioridades urgentes de desarrollo de toda la humanidad. Los ODM comprenden tanto la erradicación de la pobreza y el hambre como la detención de la propagación del VIH/SIDA y se prevé lograr la enseñanza primaria universal, reducir la mortalidad infantil, promover la igualdad entre los géneros y garantizar la sustentabilidad del medio ambiente.

Esta es la aparente intención de las Naciones Unidas. Sin embargo, en su Informe 2015 de los ODM, la ONU reconoce que:

“Los ODM ayudaron a que más de mil millones de personas escaparan de la pobreza extrema[1], a combatir el hambre, a facilitar que más niñas asistieran a la escuela que nunca antes, y a proteger nuestro planeta (…) A pesar de los notables logros, estoy profundamente consciente de que las desigualdades persisten y que el progreso ha sido desigual. La pobreza continúa concentrada predominantemente en algunas partes del mundo. En 2011, casi el 60% de los mil millones de personas extremadamente pobres del mundo vivía en solo cinco países. Demasiadas mujeres todavía mueren durante el embarazo o debido a complicaciones del parto. El progreso tiende a pasar por alto a las mujeres y a aquellos que se encuentran en los escalones económicos más bajos, o que están en desventaja debido a su edad, discapacidad o etnia. Las desigualdades entre las zonas rurales y urbanas siguen siendo pronunciadas”.

La noción de desarrollo fue adoptada desde la década de los cuarenta del siglo pasado en el contexto de la II Guerra Mundial como la manera de medir el avance económico de los países: surge, con él, la división entre países desarrollados y subdesarrollados. En 1941 Roosevelt y Churchill firman la Carta del Atlántico y dicho documento transforma el concepto teórico de desarrollo en una práctica de política pública. Con ello, en términos prácticos el concepto de desarrollo ha permanecido asociado a otras nociones como progreso y crecimiento, sobre todo desde la esfera económica y el Producto Interno Bruto (PIB), limitando su potencial integrador de otras dimensiones humanas y sociales para quedar sujeto a los intereses económicos dominantes. De ahí su cercanía-lejanía con bienestar y felicidad (nociones occidentales) y buen vivir (noción andina de los pueblos ancestrales) y la necesidad de establecer puentes críticos entre ellos.

Las teorías del desarrollo, dentro del marco del sistema capitalista, pueden ser clasificadas en cinco grandes rubros, todas ellas surgidas a partir de mediados del siglo pasado: el enfoque neoclásico (pasar de una sociedad preindustrial-arcaica a una moderna-industrial), la economía estructuralista (una relación asimétrica de intercambio centro-periferia), la ortodoxia neoliberal (hacia la libertad del mercado mediante procesos de liberalización, privatización y estabilización), las propuestas heterodoxas (regulacionistas y neokeynesianas) y, finalmente, el desarrollo sustentable (convergencia de crecimiento económico con equidad social y protección ambiental).

Todas estas “teorías desarrollistas”, reconocidas como “desarrollismo” por sus supuestos universalistas y homogeneizantes para todos los países del mundo, dejan de lado una serie de factores como su centralidad en el crecimiento económico, las particularidades y contextos nacionales y locales de las poblaciones, el poder de las corporaciones sobre los Estados nacionales, las asimetrías entre las naciones, la división ideológica entre países desarrollados y subdesarrollados y no entre países pobre y ricos o entre centrales y periféricos, las enormes desigualdades sociales que se profundizan cada vez más entre países y estratos sociales, entre otros más.

Frente a esta visión desarrollista han surgido cuestionamientos que proponen nuevas formas de pensar e impulsar la calidad de vida de las personas y sus comunidades: “el decrecimiento”, “el postdesarrollo”, “las alternativas al desarrollo” y “el Buen vivir”. Todas estas críticas sitúan al medio ambiente y la naturaleza (la madre tierra) como exigencia de la vida y por ello cobran particular relevancia.

Frente al desarrollo, el “Buen Vivir” es un concepto cuyo origen proviene principalmente de las culturas ancestrales del cono sur (con el ‘Sumak Kaway’ y el ‘Suma Qamaña’ de las comunidades originarias andinas, quechas y aymaras) pero que encuentra también sus expresiones en otros territorios como en México y Centroamérica (el ‘Yeknemilis’ de los nahuats de Puebla o el ‘Lekil Kuxlejal’ de los tseltales mayas de Chiapas).

De acuerdo con el Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 del Ecuador, el “Buen Vivir” significa:

“La satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte digna, el amar y ser amado, el florecimiento saludable de todos y todas, en paz y armonía con la naturaleza y la prolongación indefinida de las culturas humanas. El Buen Vivir supone tener tiempo libre para la contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno -visto como un ser humano universal y particular a la vez- valora como objetivo de vida deseable (tanto material como subjetivamente y sin producir ningún tipo de dominación a un otro)”.

Por todo lo anterior, celebrar la importancia de la Información sobre el Desarrollo implica detenerse y cuestionar sobre el desenfreno desigual del crecimiento, la desigualdad social, la crisis ambiental y la homogenización universalista que encierra la noción de desarrollo para pugnar por otras vías posibles en torno a la vida.

Y el “Buen vivir” podría ser una de estas vías alternativas.

[1] La línea que separa a la pobreza extrema de la pobreza es de 1.25 dólares diarios por persona, un indicador que mide tan sólo el ingreso y que además resulta ínfimo para satisfacer las necesidades de las personas.

Décadas, generaciones y años: Desigualdad de las mujeres en México

Por: Rosa Gutiérrez, integrante del CEPAD

Artículo publicado en el Blog de la OSC CEPAD

Generaciones y generaciones, años y años y las mujeres seguimos padeciendo desde menores salarios, limitaciones para aspirar a cargos jerárquicos, políticos y distintos los que tradicionalmente hemos desempeñado, sobre carga de trabajo, y hasta la invasión de nuestra vida privada con el cumplimiento de exámenes de no embarazo.

De acuerdo con el INEGI en su estudio “Mujeres y Hombres en México 2014” las mujeres representamos el 51.2 por ciento de la población, es decir que habemos 105 mujeres por cada 100 hombres.

En casa nuestras actividades se duplican, nos hemos incorporado al mercado laboral y de todas formas recae en nosotras las actividades domésticas no remuneradas. Por cada 10 horas de trabajo de una mujer, el hombre labora 8.6. El informe menciona que si tradujéramos en pesos las labores domésticas, éstas serían equivalentes a una quinta parte del producto interno bruto (PIB).

Para 2014 una cuarta parte de los hogares en México tenía como jefa a una mujer; sin embargo en los hogares con jefatura masculina, los hombres tienen la titularidad de la propiedad en 91.3 por ciento de los casos.

Nuestra participación política está descafeinada, el estudio indica que en el Senado, del total de las 64 Comisiones Ordinarias sólo 19 son prescididas por una mujer. En la Cámara de Diputados y Diputadas de 56 Comisiones, sólo 13 son presididas por mujeres.

Al cuadro desalentador le podemos agregar que siete de cada 10 mujeres nos sentimos inseguras al salir a la calle; seis cuando hay que usar el transporte público y cuatro de cada 10 cuando asistimos a los parques o centros recreativos.

Hombres y mujeres somos parte del patriarcado, lo vivimos, no necesariamente lo hacemos consciente, lo padecemos y lo reproducimos. Conviene recordar que en materia de derechos humanos, el Estado mexicano y sus gobiernos tienen la obligación a nivel internacional de generar condiciones de igualdad para las mujeres.

El artículo 5 de la Convención sobre la Eliminación todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW), menciona: Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para: a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios […] basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos […]. Y en materia laboral el artículo 11 establece: 1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos derechos.

Vivímos en un país donde ser mujer joven, tener buena apariencia, y no tener familia aminora los riesgos de padecer discriminación laboral; y en realidad yo me estoy preguntando: Si somos mayoría, si tenemos un papel tan importante en la sociedad, si generamos nuestros propios ingresos económicos ¿por qué seguimos padeciendo, viviendo, soportando, aguantando que nos discriminen por ser mujeres, que nos paguen menos por ser mujeres, que nos dejen exclusivamente el cuidado del hogar y de los hijos e hijas por ser mujeres?

¿Por qué seguimos tolerando que la sociedad en su conjunto nos trate y pague como si fuéramos seres inferiores?

 

 

La sexualidad de las mujeres

Por: Mariana Espeleta, Académica CIFS-ITESO

Hablar de sexualidad es entrar en un territorio difícil de definir. Desde las afirmaciones tradicionales, la sexualidad hace referencia a cuestiones muy diversas centradas en la experiencia individual, que implican aspectos biológicos (anatómicos, genéticos, endócrinos, reproductivos) y aspectos psicológicos (identidad, deseo, erotismo, afectividad).

Desde una perspectiva más amplia, la sexualidad –como aspecto fundamental y permanente de la vida y de la subjetividad humana- se extiende y permea también las relaciones sociales, incluyendo aspectos culturales (roles, prácticas, género, normas, interacción), aspectos económicos (división del trabajo, reproducción social) y por supuesto políticos (relaciones de poder, acceso, derechos).

Cuando hablamos de sexualidad de las mujeres, encontramos que históricamente la mayoría de los elementos descritos orbitan en torno a la cuestión reproductiva, y fueron construidos desde la mirada masculina. Por dar un ejemplo, los órganos sexuales de las mujeres han sido estudiados y comprendidos por la ciencia casi exclusivamente como órganos reproductivos (muchas veces además descritos en referencia a los órganos masculinos, vagina significa “vaina”), siendo los componentes internos a los únicos a los que se les ha prestado atención, y muy pocas veces la literatura médica ha tomado en cuenta las funciones no reproductivas. Aunque el clítoris se conocía desde la antigua Grecia, fue reconocido por la medicina occidental gracias al “descubrimiento” de Matteo Colombo en 1559 (unos años después que el descubrimiento del otro Colombo), pero debido a su “falta de utilidad” prácticamente desapareció de la literatura médica… ¡hasta 1975! En que se publicó el informe Hite sobre sexualidad femenina. Sin embargo, no fue hasta 1988 cuando la uróloga australiana Helen O’Connell publicó en una revista médica “anatomía del clítoris”, el primer documento científico moderno dedicado al órgano.

Esta pequeña historia, ilustra en parte un problema que es mucho más amplio. Aunque el psicoanálisis ya se había planteado a la sexualidad femenina como una combinación compleja de aspectos individuales y sociales, sus explicaciones y respuestas de la manera en la que ésta se construye, vienen siempre en relación y divergencia de la sexualidad masculina, y no pueden comprenderse más que como un correlato. Hasta el surgimiento del pensamiento feminista, la sexualidad femenina no tenía una explicación propia. Una de las obras inaugurales que pone el asunto sobre la mesa, es sin duda “El segundo sexo” (1949) de Simone de Beauvoir. A partir de allí, desde perspectivas académicas tan variadas como la antropología, la medicina, la psicología, la biología, los estudios culturales, la filosofía etc. Se han multiplicado los trabajos –y las discusiones- que exploran, cuestionan, problematizan, deconstruyen y producen conocimiento sobre los diversos aspectos que componen la sexualidad de las mujeres.

Para saber más:

Simone de Beauvoir, “El segundo sexo”, Cátedra.

Nuria Varela, “Feminismo para principiantes”, Ediciones B

Kate Millet, “Política sexual”, Cátedra.

Visita nuestra página web: formacionsocial.iteso.mx

 

Silencio… Mujeres viviendo V-I-O-L-E-N-C-I-A

Por: Rosa Gutiérrez, académica del CIFS

Las mujeres hemos visto la violencia psicológica, la hemos vivido, la hemos padecido, la hemos introyectado, la hemos reflejado, la reproducimos y hasta la hemos aceptado como parte de nuestro “cotidiano deber ser”.

Vivimos violencia psicológica.
La vemos mientras leemos el periódico, los libros, las revistas… donde jamás se nos nombra con el lenguaje. Ahí donde nunca, ni por error existimos.
La vemos en las campañas de publicidad eclipsadas por esas mujeres altas, delgadas y blancas, a las que culturalmente se nos pide ser y parecer.
La padecemos entre las propias mujeres porque en lugar de solidarizarnos, nos agredimos, criticamos, despreciamos, competimos… nos violentamos.

La violencia la sentimos en el trabajo mientras un jefe siente el derecho de gritarnos por el simple hecho de ser mujeres y considerarnos “inferiores” que los hombres. En el trabajo donde sufrimos discriminación de salario respecto de los hombres, donde “vivimos” hostigamiento sexual, donde padecemos segregación ocupacional basada en estereotipos y roles de género,fundados en lo que social y culturalmente se entiende por “ser mujer” y “ser hombre”.

“¡Calladita te ves más bonita!, ¡Mujer al volante peligro constante!, ¡Eres una tonta!, ¡No sirves para nada!, ¡Tenías que ser mujer!”Todas hemos tenido que reír o fingir reír, o aguantarnos frases como éstas en el trabajo, en la familia, con nuestras amistadas, en la televisión, en el cine, en la radio, en la calle…

Vivimos una cultura de violencia en la vida diaria de casa, en la escuela, en la sociedad, en las telenovelas, en los libros, con la gente conocida, con la gente querida, con la pareja…
Ahí, donde nos condenan a ser mujeres, al “deber ser” de ser “frágiles, suaves, dulces y amorosas, maternales, tiernas, dóciles, obedientes, sumisas”…

De los distintos tipos de violencia hacia las mujeres (patrimonial, económica, social-cultural, física, psicológica-emocional, sexual), yo diría que la psicológica es la más aceptada socialmente, la más lenta, la más silenciosa y la más letal.

Según el INMUJERES[1] cuatro de cada diez mujeres en México han sufrido violencia psicológica, es decir: Enojo por incumplimiento de tareas consideradas propias de las mujeres, gritos,manipulación,insultos, control, ofensas, chantajes, humillaciones, amenazas verbales, celos, menosprecio, aislamiento de amigos/as y familiares, invasiones a la privacidad (ver el celular o la computadora), demanda de obediencia, exigencia de estar de acuerdo con los pensamientos de la pareja,entre otros; con el fin de lograr un control sobre lamujer y la relación.

Sabemos que las cifras oficiales nunca reflejan la realidad del país, y me preguntaría, si la cifra oficial es cuatro de cada diez ¿podríamos pensar que son ocho de cada diez? ¿diez de cada diez?

Baja autoestima, suicidio o ideación suicida, conductas autodestructivas, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, depresión, ansiedad, tristeza, ansiedad, insomnio, son de acuerdo con la OMS, algunas de las consecuencias de la violencia psicológica.

La violencia contra las mujeres es una violación a los derechos humanos.

La Declaración de la ONU sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, establece: Que la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujeres uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre”.

Para finalizar, sólo me quedaría hacer una invitación, particularmente a los hombres, a reflexionar sobre la violencia hacia las mujeres, quizás a preguntarse si ¿ejercen o han ejercido algún tipo?

Otros datos sobre violencia de acuerdo con el INMUJERES[2]

En México 47 por ciento de las mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja.
La entidad federativa con mayor prevalencia de violencia de pareja a lo largo de la relación es el Estado de México, con 57.6%.

Le siguen Nayarit (54.5%), Sonora (54.0%), el Distrito Federal (52.3%) y Colima (51.0%).

Violencia económica: dos de cada diez mujeres en México (24.5%) han recibido reclamos por parte de su pareja por la forma en que gastan el dinero, les han prohibido trabajar o estudiar, o les han quitado dinero o bienes (terrenos, propiedades, etc.).

Violencia física: A 14 de cada 100 mujeres en México (14.0%) su pareja la ha golpeado, amarrado, pateado, tratado de ahorcar o asfixiar, o agredido con un arma.

Violencia sexual: A 7 de cada 100 (7.3%) les han exigido o las han obligado a tener relaciones sexuales sus propias parejas, sin que ellas quieran, o las han obligado a hacer cosas que no les gustan.

Nota: Texto publicado originalmente como integrante del CEPAD, en: http://cepadorg.blogspot.mx/

[1]Ver: http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/convenciones/Nota.pdf

[2]Ver: http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/convenciones/Nota.pdf

 

formacionsocial.iteso.mx

Las mujeres migrantes como símbolo del feminismo mexicano

Texto y fotografía: Bernadette Eguía – PAP Migración en la frontera México-Estados Unidos. Estudiante de Psicología del ITESO

“Nadie dijo que la vida es fácil. Hoy comparto mis experiencias, tengo 25 años y pienso que querer es poder…” (Andrea, Michoacán).

Andrea es una de las tantas mujeres que caminan por la frontera día con día con la esperanza de estar de nuevo con sus hijos y familiares.  Para ellas, la vida no es más que una prueba de amor hacia los suyos. La fe es su principal recurso y el cariño es su principal motivación.

En el transcurso de mi estadía por estas tierras fronterizas me he encontrado con varias mujeres que traen consigo una historia que muchas otras mexicanas quisieran (y debieran) escuchar.  Su discurso refleja fortaleza, decisión, riesgo, tristeza, frustración, carácter y determinación.

Desafortunadamente, un rasgo particular de este grupo de  jóvenes y señoras migrantes es que viven la violencia como una constante en sus vidas, no solo durante su trayecto por la frontera, sino desde su lugar de origen. Sin embargo, la mayoría de las que ha vivido violencia, no reflejan una actitud de victimización, sino que los atropellos se volvieron parte de una historia  de agencia que las forjó  a ser las personas que son actualmente.

La mayoría de ellas habla desde una postura digna, similar a la que propone el feminismo: se trata de personas que buscan estar activas en la sociedad,  que se encuentran en una lucha constante por reclamar sus derechos humanos; que a lo largo de su vida, han logrado identificar mecanismos sociales y culturales que influyen en la subordinación femenina y  como consecuencia, ha sucedido que ellas resignifiquen su proyecto personal de vida.

Las mujeres migrantes son, en sí mismas, personas que están en el proceso de encontrar(se).

Un espacio en donde se comparte el pasado y el presente es el Albergue Nazaret, un hogar para mujeres migrantes en Nogales, Sonora, que ofrece ayuda humanitaria a cualquiera de ellas que lo requiera. En dicho lugar, he tenido el honor de reconocerme a través de los ojos e historias de ellas y he sido partícipe de la introspección que logran hacer durante los espacios de acompañamiento psicológico que se ofrecen en el albergue. Dicho proceso se basa en el autoconocimiento y la toma de decisiones inteligentes que por la situación de vulnerabilidad que viven, es importante fortalecer.

Como estudiante de la carrera de Psicología, debo de admitir que durante este PAP he estado viendo una realidad muy cruda y a la vez esperanzadora. He logrado identificar que para poder conocer a la persona que está frente a mí, es necesario contextualizar su historia: conocer su pasado, su entorno, sus raíces. De esta manera, la persona que se encuentra frente a mí no sólo es un “migrante”, sino que se vuelve una “Andrea”, una “Cecilia”; a partir del contacto humano, ellas logren dignificar su proceso migratorio, su identidad y sus lucha.