Por Sofía de la Peña, coordinadora del Programa de Migración del Centro de Investígación y Formación Social [CIFS-ITESO].
Tema en gran cantidad de medios, la salida de México del Padre Alejandro Solalinde huyendo de amenazas, nos deja un sentimiento de zozobra aún más después de la noticia de ayer sobre el hallazgo de los 49 cuerpos en Cadereyta, Nuevo León.
Importante no dejarlo pasar, cuando estamos ante la muerte violenta por todos lados, de periodistas, migrantes, civiles, etc. Pero importante también contextualizar y mirar críticamente lo que los medios quieren enfatizar:
¿El Padre Solalinde sale huyendo por las amenazas de muerte? ¿O el Padre Solalinde sale del país para atender una agenda previa con organismos internacionales en diferentes países, alargando más su estancia, en un contexto acompañado ciertamente de nuevas amenazas de muerte, pero en donde su salida responde a la atención de un protocolo de seguridad diseñado en conjunto por la PGR, la CNDH, la Pastoral de la Movilidad Migrante del Episcopado Mexicano, y Amnistía Internacional y Brigadas Internacionales de Paz?