Una perspectiva espiritual para gestionar los conflictos y generar Paz

Texto: Gerardo Moya García.

Imagen: Eugenia Cano (cargocollective.com/eugeniacano/)

 

Un Curso de Milagros (UCDM), como una perspectiva espiritual más, advierte que no existe separación entre lo creado y la fuente, así como entre la creación en sí misma. Al efecto refiere que la idea de separación entre nosotros, y entre nosotros y el origen, es la “causa” que nos mantiene en permanente “conflicto” unos con otros.

 

La única manera de “gestionar” el conflicto de fondo, es atender a sus causas, por ello, lo que UCDM propone es deshacer esta idea de separación e insertar en nuestro “sistema de pensamiento”, a partir de un entrenamiento mental, la idea de la “unicidad de todo lo que existe”, y que “ello” se trata de una verdad que está más allá de la percepción ordinaria humana que es a su vez equívoca, mutable, y temporal. En contraste, la realidad de unicidad a la que alude UCDM es eterna e inmutable; es decir, puede ser no reconocida, pero no puede ser cambiada. Un hijo podrá no reconocer la maternidad de su madre, pero eso no cambia que “sea” su madre.

Existen varios ejemplos con los que UCDM explica los efectos de un sistema de pensamiento (como el de gran parte del mundo actual) basado en la creencia de la separación. Esta creencia implica la proyección por parte del perceptor del mundo interno al mundo externo (como si fuera una película).

Al percibirse como un cuerpo (y por lo tanto separado), el ser humano se advierte vulnerable a lo que se encuentra fuera de él. Las “otras” personas o seres, pueden amarnos o agredirnos. En caso de considerarse como espíritu unido a su fuente, nada ni nadie lo puede dañar en caso de conflicto, ya que no existe nada separado de la fuente.

La creencia en el tiempo lleva implícitas otras consecuencias. Todas las personas con las que tenemos conflictos o con quienes convivimos, son su “pasado”. La creencia en el tiempo hace que juzguemos a las personas por lo que fueron y no por la persona que son en “este momento”. De ser posible ver a las personas frente a un conflicto, como si nunca antes las hubiéramos conocido antes, el diálogo y la búsqueda de soluciones fluiría mucho más.

El perdón visto desde UCDM, implica reconocer que al ser el mundo externo una mera “proyección” de nuestro sistema de pensamiento de separación, en realidad lo ocurrido solo ha ocurrido para quien así lo percibe, pero no ha ocurrido en la realidad; es decir, ha ocurrido únicamente dentro del “sueño” de quien(es) lo creen. Si esto es aceptado, entonces perdonar “no cuesta nada”, porque en realidad “nada” ha ocurrido. Éste es el origen de los principios evangélicos de “pon la otra mejilla” o “hay que perdonar 70 veces 7”, o “perdona a tus enemigos”, ya que en realidad, no son tus enemigos, sino UNO contigo y la fuente.

 

Con relación al Otro o la Otra, UCDM apremia a reconocer que el Otro/Otra eres Tú mismo (como en un espejo). En un conflicto, esta perspectiva te permite ver en el otro/otra, aquello que no te gusta de tí mismo, y a reconocerlo primero en tí para poder cambiarlo. Sólo podemos cambiarnos a nosotros mismos, no podemos cambiar a los demás. Aquello que cambies en tí, lo podrás reconocer en el otro/otra. En el mismo sentido, al no estar “separados” aquello que yo te haga a tí, me lo estoy haciendo a mí mismo. ¿Quién en su sano juicio desearía hacerse daño o engañarse a sí mismo?

 

La perspectiva de los conflictos hace referencia a que un conflicto se trata de una contraposición de intereses y necesidades; ¿Qué necesidad contrapuesta puede haber pues, cuando el bienestar del otro es mi bienestar y viceversa?

 

Agresión = a petición de amor. UCDM, explica que una agresión de cualquier tipo no es otra cosa que una “petición de amor” de quien se percibe separado de todo, o se ha olvidado de su unidad con la fuente. En función de ello conmina a responder a ella con una “respuesta amorosa” ya que eso es lo que se está pidiendo.

 

El milagro en la gestión de los conflictos estaría entonces en reconocer primero esa naturaleza no dual de la realidad y a actuar en consecuencia. Invertir las leyes de cómo se supone que “deberíamos” de actuar frente a un conflicto. De forma inmediata esto podría o no trasformar la manera en la que el otro/otra percibe el conflicto, sin embargo sí tendría seguramente un impacto en la manera personal de advertirlo. Ahí es en donde se encuentra la Paz, no afuera, sino dentro.

 

 

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