Conmemorar en lila

Conmemorar en lila

Por  Ana Georgina López Zepeda
Red de Género ITESO

Existen diversas versiones sobre el origen del 8 de marzo. Registros históricos, narraciones, metáforas políticas y actos cotidianos que rememoran las huellas del tránsito social de múltiples luchas y movimientos de mujeres.

Pero más que recordar un hecho en sí o una fecha, sirve enfocarnos en los conjuntos de hechos, de procesos, de dinámicas, de configuraciones históricas en determinadas situaciones en combinación con las nostalgias de los sujetos que emergen en los márgenes. En los inicios del siglo XX, las mujeres obreras textiles fueron pioneras al salir a protestar a las calles, al exigir sus derechos y al transformar una lucha personal-política en un sentido de vida entre una serie de sucesos, revoluciones, socialismos, comunismos y anarquismos de la época.

Las obreras peleaban contra las miserables condiciones de trabajo, las desigualdades salariales y las situaciones de precariedad a las que estaban expuestas. Entre sus peticiones se encontraban: la reducción de la jornada laboral con justa remuneración económica, el implemento de maquinaria y condiciones seguras para laborar, el ejercicio de sus derechos reproductivos en cuanto al periodo posparto y de lactancia, además de un trato digno y solidario.

En marzo de 1911, en la Fábrica textil Triangle Shirtwaist murieron más de 140 personas, principalmente costureras al lado de máquinas en donde la tela de color lila predominaba. Aunque no se supo con certeza la causa del incendio, la maquinaria que se utilizaba no era adecuada ni las instalaciones del lugar, pues no había mangueras, extintores ni ningún sistema de seguridad o alarma. Dos años antes, las mujeres de esa Fábrica protestaron ante las condiciones insalubres a través de huelgas y de la conformación de su sindicato, pero nunca fueron escuchadas hasta la tragedia, situación que conllevó a ciertos arreglos parciales, una mejora en las prestaciones laborales e instalaciones más seguras. Sin embargo, no hubo ningún cambio de raíz, ni de mentalidad.

Hay que conmemorar y no celebrar, luchar por la condición de las mujeres de cada pueblo, ciudad o país. La desigualdad, la corrupción y el poder exacerbado transgreden a los derechos humanos fundamentales, no sólo los de las mujeres, sino los de aquellos en cualquier situación en desventaja con respecto al sistema desigualitario que hemos creado.

Son violencias sociales y políticas. Se trata de toda una ideología que hemos introyectado, de una tecnocracia de género, de la cual intentamos salir, reconociendo nuestros anclajes históricos. Reflexionemos. Pensemos que estrategias cotidianas revierten las injusticias y abren las brechas de esperanzas.

Usemos un simbólico lazo lila, color de resistencia, paz y autoreivindicación.

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