Feminismo: avances y retos en el país

Feminismo: avances y retos en el país

Por Elsa Ivette Jiménez*

El 8 de marzo de 1857, un grupo de obreras textiles tomó la decisión de salir a las calles de Nueva York para protestar por las pésimas condiciones en las que laboraban. A partir de entonces, las huelgas se sucedieron con frecuencia. El 5 de marzo de 1908 más de cien mujeres murieron calcinadas en la fábrica que trabajaban cuando el dueño decidió incendiarla como respuesta a la huelga que mantenían. Para recordar este hecho, en 1960 las Naciones Unidas comenzaron a celebrar el Día Internacional de la Mujer.

La conmemoración de esta fecha es una llamada de atención para reflexionar sobre los  progresos que las mujeres hemos alcanzado en el reconocimiento de nuestros derechos y para plantear lo que aún hace falta por hacer. Es un momento para celebrar los actos de valor y determinación realizados por feministas: académicas y activistas quienes gracias a sus movilizaciones, manifiestos, análisis, cabildeos, huelgas, participaciones han conseguido que los derechos y necesidades de las mujeres se integren en convenciones internacionales, legislaciones nacionales, programas y políticas públicas.

Sin embargo, aunque son muchas las injusticas que de género se han venido revirtiendo en las leyes y en la cultura gracias a la práctica feminista, con mucha frecuencia el feminismo ha sido penalizado en el imaginario social. Se concibe el término como opuesto pero equivalente al machismo, se habla de un odio irracional hacia los hombres, se le tiñe con lesbofobia.

Concebirse como feminista es un paso que muchos y muchas no se atreven a dar, pues conlleva una fuerte estigmatización, además de un esfuerzo constante de cuestionamiento y análisis sobre la manera como se configuran la sociedad y sus estructuras y como participamos y reproducimos los esquemas tradicionales –considerados naturales, normales e inmutables-.

Señalan Gisela Espinosa y Ana Lau Jaiven que “desestabilizar el orden social y simbólico del género, revolucionar las relaciones y cuestionar el poder sexista no es cualquier cosa, pues los problemas que enfrentan y focalizan las mujeres (…) están profundamente anclados en una cultura milenaria y en estructuras y relaciones de poder también construidas en la larga duración del tiempo social” (2011,11). Por esa razón, en este espacio propongo un reconocimiento a los colectivos feministas mexicanos que a lo largo del último siglo han venido trabajando para promover mejores condiciones para las mujeres mexicanas, buscando ampliar el reconocimiento a sus derechos y denunciar la opresión y violencia.

Cito, a manera de ejemplo, al Club Hijas de Cuauhtémoc –integrado en 1910-, al Consejo Feminista Mexicano -años 20s-; el Frente Único Pro Derechos de la Mujer -años 30s-, cuyas demandas fueron atendidas hasta el 17 de octubre de 1953 cuando se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. Pero aún falta mucho por hacer. Lamentablemente, hasta la fecha, tan sólo 6 mujeres han sido electas gobernadoras y ninguna ha ocupado la Presidencia del país.

*Centro Universitario Ignaciano, pertenece al Programa Interinstitucional de Derechos Humanos.

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