Más de 131: propuesta de una reConstitución política.

Por Juan Manuel Orozco Moreno, estudiante de Filosofía y Ciencias Sociales en  ITESO.

   Más de 131 ITESO es una asamblea local universitaria del movimiento #YoSoy132, y somos parte de la red nacional de Más de 131, conformada por asambleas locales universitarias de instituciones pertenecientes al Sistema Universitario Jesuita (SUJ) que también forman parte de #YoSoy132 . Nosotros buscamos, fundamentalmente, una democracia real, es decir, una forma de gobierno que surja del pueblo y que actúe verdaderamente para beneficio de éste. Una de las propuestas que han surgido de la red Más de 131, que tuvo una reunión hace unas semanas en el ITESO, es la de convocar a hacer una nueva Constitución.

¿Qué es esto de la nueva Constitución?

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es un documento legal que funciona como base legitimadora de las instituciones políticas que tenemos y que pretende regular la vida del país y sus ciudadanos, idealmente para beneficio de estos últimos. Sin embargo, la vida política del país no fomenta el buen vivir de sus ciudadanos, y está plagada de mentiras y corrupción; las mentiras son, sobre todo, las falsas promesas de los representantes políticos y las ideas de bienestar y progreso que se construyen en la publicidad oficial mientras cada vez hay más hambre, violencia y desiguladad. Estas mentiras, aunque no rompen la ley, sí me parecen ilegítimas, pues desinforman a la ciudadanía y deforman la representatividad tan fundamental en un sistema político tan pretendidamente democrático como el nuestro. Por su parte, la corrupción no es sino saltarse las leyes para beneficio propio, desde la mordida al agente de tránsito y el rebasamiento de los topes de gastos de campaña, hasta las concesiones públicas que se otorgan, sin verdaderas licitaciones, a funcionarios, prestanombres de funcionarios, familiares o amigos suyos; es el ejercicio de los cargos públicos para un beneficio particular, que poco o nada tiene que ver con la construcción del buen vivir de la ciudadanía, finalidad, ésta, que legitima la existencia de dichos cargos públicos.

Uno de los problemas con las leyes en México es que a veces se cumplen y a veces no, algunas se cumplen al pie de la letra y otras a conveniencia; otro de lo problemas con las leyes es que muchas de ellas, paradójicamente, son injustas, pues han sido escritas por los grupos más poderosos en el Congreso de la Unión y se escriben respondiendo a los intereses propios o a aquellos intereses, sobre todo económicos, que están por encima de los suyos.

Convocar a una reconstitución no se trata de que se convoque a un Congreso Constituyente y de tener un nuevo documento legal. Tampoco se trata de empezar de cero, sino de analizar qué sirve y qué no para el beneficio del pueblo.

Entendemos que la ley por sí sola no sirve y que no por ser ley es justa, y teniendo esto en mente, la idea de convocar a hacer una nueva Constitución surge como un símbolo para repensar el país desde sus fundamentos y no como una mera cuestión de leyes; surge con la intención de convocar a un reconstituyente ciudadano, es decir, de convocar a la ciudadanía en general a generar iniciativas y acciones que contribuyan a la reflexión y a la construcción de alternativas a los problemas del país, para recoger los #Sentimientosdelanación y que se transformen en acciones concretas; para crear o reforzar lazos entre las comunidades (empezando por las colonias) e incentivar la reapropiación de lo público por los ciudadanos y las ciudadanas; para fomentar la participación ciudadana y explicitar que la política es de todos y de todas.

El artículo 39 de la Constitución, dice que la soberanía nacional reside en el pueblo, es decir, que la máxima autoridad política del país es su pueblo, o sea, nosotros, y lo comparto, no legalmente sino sociológica, política y filosóficamente, pues somos nosotros, los mexicanos y las mexicanas, quienes cotidianamente y de manera naturalizada, producimos y reproducimos las instituciones políticas que tenemos y legitimamos a nuestro gobierno. Por esto, podrá sonar absurdo pero me parece que la escritura de una nueva Constitución es lo menos importante de esta iniciativa, sobre todo tomando en cuenta la mayoría priísta que habría si se convocara a un Congreso Constituyente. Al contrario, el proceso es el que me parece importante como ejercicio fundamental para la creación de una democracia real, porque abre la posibilidad del diálogo para reconocer al otro, y en el otro, reconocer el nosotros, lo común, la comunidad que funda lo nuestro desde el barrio o la cuadra, para, desde ahí, construir alternativas.

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