¿Por qué permitimos que sigan despojando al Pueblo Wixárika de sus territorios?

Por: Rocío Landey Román
Programa Indígena Intercultural CIFS-ITESO rlandey@iteso.mx

El 10 de agosto el pueblo Wixárika a través de su Consejo Regional realizó, en coordinación con el Iteso, el foro “El Pueblo Wixárika en defensa del kiekari, su territorio” para informar sobre las diversas problemáticas por las que atraviesa su tierra ancestral, entre las que destacan las concesiones mineras en Wirikuta, los proyectos turísticos en San Blas, Nayarit, la construcción de la Presa Las Cruces en el Río San Pedro Mezquital, Ruíz, Nayarit, la invasión de caciques a la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán en Jalisco, entre otras.

Aprovecharon para anunciar que sus acciones son emprendidas en un solo frente integrado por todas sus comunidades a través de este Consejo, como expresión de su autonomía respecto a las acciones que determinen para la defensa territorial. [1]

Otra de las motivaciones del evento fue el generar alianzas con la sociedad civil. En realidad cualquier ciudadano con un mínimo de empatía podría comulgar con estas y otras causas similares, sin embargo no basta con empatizar y solidarizarse simbólicamente. Parece que no nos termina de quedar claro que la defensa de este y otros territorios nos concierne a todos en menor o mayor medida. ¿Cómo ignorar las implicaciones ambientales?, ¿cómo se busca construir un Estado respetuoso de los derechos humanos si dejamos que se sigan despojando a los pobladores originarios de sus tierras?.

En ese sentido, ser solidarios no es un aspecto que se limite al ámbito de la simpatía por una causa, sino a una obligación ciudadana, además que nuestra solidaridad tendrá que ser expresada en términos horizontales, labor difícil de comprender, pues históricamente hemos aprendido a relacionarnos en verticalidad-dominación con estas poblaciones.

Más allá de acciones concretas en las que podamos poner nuestras habilidades al servicio de este tipo de causas, queda el cuestionamiento de cómo formar ciudadanos capaces de horizontalizar sus prácticas profesionales y cotidianas. Como universidad estamos obligados a reflexionar sobre nuestra labor educativa, a pensar en una educación que incorpore formas distintas de relacionarnos con el Otro y con el entorno; a cuestionar nuestra idea de sociedad a partir del análisis histórico y de cómo se han ido determinando las condiciones sociales actuales, las relaciones de poder vigentes y, por el caso, las configuraciones territoriales y políticas que hoy son motivo de conflicto y aquejan a los pueblos originarios, principalmente.

También a generar vínculos más estrechos con grupos y comunidades en resistencia; a incorporar distintas matrices de pensamiento en la vida académica; a formar ciudadanos capaces de ser sociedad pluricultural por la vía de los hechos, a facilitar los canales de comunicación entre los diversos y generar plataformas de solidaridad compartida. Se trata de pensar la universidad bajo el paradigma de que lo que nos horizontaliza como sociedad y nos enriquece como institución.

[1] Link para leer el pronunciamiento del Pueblo Wixárika.

 

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