La reforma laboral

Por Jorge Barajas,  coordinador del Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) Guadalajara.

La propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo, presentada por el presidente Calderón a comienzos de septiembre del 2012, ha suscitado una serie de declaraciones y posicionamientos de distintos sectores de la sociedad mexicana que han generado un ambiente de confusión, respecto de las ventajas o desventajas que significaría aprobar la mencionada ley. Para arrojar un poco de luz sobre ese complejo panorama, resulta útil conocer las reflexiones del sacerdote jesuita mexicano Carlos Rodríguez, miembro fundador del Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) y que desde hace más de 20 años se ha dedicado a acompañar a trabajadores mexicanos. Sintetiza su reflexión en dos grandes puntos:

“1. La iniciativa de Felipe Calderón va a contracorriente de la experiencia en América Latina y Europa en cuanto a estas reformas. Por ejemplo, el Estado español realizó una reforma laboral en el 2006, la cual creó empleo, pero precario, incrementó los contratos indefinidos y facilitó el despido de los trabajadores (más de la mitad de los trabajadores con contratos indefinidos ya han sido despedidos, según la primera estadística del Servicio Público de Empleo, tras la entrada en vigor de la reforma laboral). Por otra parte, la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Oficina Internacional del Trabajo de la OIT, ha hecho un estudio comparativo (La Reforma Laboral en América Latina, un análisis comparado), de las modificaciones a la legislación del trabajo producidas en la última década del siglo pasado en la región, siendo la mayor parte de las veces de carácter flexibilizador (11 de 17 países).

La tercera de sus conclusiones afirma: “una de las preocupaciones principales que han orientado las reformas más importantes ha sido la promoción de empleo. Partiendo del supuesto de que el esquema tradicional del contrato de trabajo y el costo del despido son rígidos y costosos, y por ello desestimula el empleo, se han ideado fórmulas para simplificar el inicio y la terminación del contrato y disminuir los costos salariales, incluida la indemnización por despido. No obstante, la flexibilidad del contrato y la rebaja de sus costos no han sido seguidos de un crecimiento del empleo asalariado, como tampoco las reformas estructurales que las han inspirado”.

2. La iniciativa de Felipe Calderón da un paso atrás en materia de derechos laborales. Sin omitir planteamientos que pudieran ser debatidos, la mayoría de sus modificaciones, como lo han señalado los abogados laboralistas, violan los derechos humanos laborales y resultan incompatibles con obligaciones jurídicas internacionales del Estado mexicano relacionadas con el trabajo. Nada menos, el texto violenta directamente al menos 28 convenios internacionales de la OIT, ratificados por el Senado de la República.”

El padre Carlos Rodríguez concluye que la propuesta de reforma de Calderón no será útil para cumplir ninguno de los objetivos que la propia propuesta externa en su exposición de motivos: propiciar mayor crecimiento económico y mejorar los derechos laborales. En lugar de ese tipo de reforma, una nueva ley del trabajo debería orientarse hacia el fortalecimiento de las empresas mexicanas, y no sólo pensar en términos de atracción de inversión extranjera, y debería también fomentar un mayor protagonismo de los trabajadores al interior de las propias empresas. Esas medidas son muy similares a las que ya han implementado otros dos países latinoamericanos, los cuales ahora nos adelantan en tasas de crecimiento anual y bienestar social de la población.

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