Los jardineros también hablan inglés

Por: Iliana Martínez Hernández, licenciada en Relaciones Internacionales por parte del ITESM campus Monterrey y miembro del Programa de Migración del Centro de investigación y Formación Social [CIFS-ITESO]

“La actuación de Demian Bichir hará más para hacer entender la injusticia que encierra la vida de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, que todas mis publicaciones de 30 años sobre el mismo tema.” Tenía serías dudas sobre si atreverme a escribir este primer post sobre la nominación al Oscar de Bichir y su película “Una vida mejor” (Weitz, 2011). Felizmente las dudas se disiparon al leer el artículo del Dr. Jorge Bustamante en el diario Reforma (de donde extraigo la cita anterior), quien es considerado una de las voces académicas más destacadas en el tema de la migración.

A better lifeSin duda, resulta impactante que un académico de la talla del Dr. Bustamante (ex-relator de la Organización de las Naciones Unidas [ONU] en este mismo tema) le conceda tal importancia a la película y a la actuación del primer actor mexicano que es nominado al Óscar en esta categoría (o bien, el segundo, de acuerdo a los que consideran a Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca como México-americano).

Sin embargo, el presente artículo no tiene la intención de hacer una reseña de la trama, ni calificar la calidad de la actuación de Bichir, ni hablar de los mexicanos que han sido nominados (como Lubezki está nominado por quinta ocasión), ni señalar la importancia que tiene para la comunidad mexicana en Estados Unidos (para ello lean el artículo del Dr. Bustamante. La intención de este post es reflexionar sobre tres aspectos políticos alrededor del film: primero, el contexto político en Estados Unidos. Segundo, porque nominan a Bichir y el discurso que maneja. Tercero, la reacción de la comunidad centroamericana, en particular la salvadoreña.

No puede pasar desapercibido prácticamente para nadie, que en noviembre de este año se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Actualmente, tiene lugar el proceso de selección del candidato republicano que se enfrentará en las urnas al actual Presidente Barack Obama. Para quien es asiduo de la política estadounidense, sabrá que uno de los temas que el electorado toma en cuenta para definir a su candidato es la postura ante la inmigración.

Así como sus opiniones con respecto al aborto, el matrimonio entre parejas del mismo sexo o los impuestos, las propuestas migratorias resultan decisivas para inclinar la balanza; sobretodo, si se considera que en Estados Unidos el electorado se conforma, en muchos casos, por grupos de acuerdo a sus lugares de origen. En este sentido, el llamado “voto latino” juega un papel determinante.

Aunque hay varios aspectos que merman la participación electoral de la diáspora latina, el crecimiento e importancia de la misma hace que veamos a políticos estadounidenses en comerciales dirigidos al público hispano, traduciendo sus propuestas electorales al castellano e incluso aprendiendo español (para ser justos, en el mejor de los casos, algunas frases en español).

Para comprender mejor el abanico electorál, la Dra. Susana Chacón hace un excelente resumen sobre las posturas, tanto de los precandidatos republicanos como del Presidente Obama. Por parte de los republicanos las propuestas, si las hay, no son nada alentadoras. En cuanto al Presidente Obama, los latinos están desencantados por que se esperaba una reforma migratoria durante su administración. Aunque ha habido algunos avances puntuales a favor de las comunidades de migrantes, también bajo su mandato es donde se ha deportado a una mayor cantidad de personas (se estiman 400,000 en 2011). Es decir, la migración continua siendo un tema incómodo, y los políticos en campaña prefieren evadirlo.

En este desalentador escenario, la nominación de Bichir cobra relevancia. Si bien se puede juzgar al Óscar como un galardón sumamente comercial e incluso banal, también es justo reconocer que su entrega ha sido escenario de importantes reivindicaciones políticas. Por ejemplo, el año 2001 cuando se hizo un reconocimiento a la población afroamericana con varias nominaciones importantes o el año pasado que se entrego el reconocimiento al mejor documental a “Dinero Sucio” (Ferguson, 2011), documental que denuncia el corrupto sistema financiero estadounidense.

Con estos antecedentes cabe preguntarse: ¿cómo es que la actuación de un actor mexicano (prácticamente desconocido en Hollywood) en una cinta independiente que pasó casi desapercibida por la cartelera en Estados Unidos, ha logrado llegar al lado de nombres como Brad Pitt, George Clooney o Gary Oldman? ¿Cómo ha llegado la historia de un jardinero indocumentado a compartir terna con un entrenador de beisbol, un padre hawaiano y un espía? ¿Será acaso un guiño de la Academia a los millones de trabajadores de origen latino que sostienen la economía estadounidense, en particular la californiana y sin duda la hollywoodense?

A pesar de afirmar en CNN que “[A better life] no es una declaración política, es una película que se basa en la realidad de manera muy clara…y que trata de aproximarse a este tema de manera seria y real”. Bichir ha dedicado esta nominación “a estos 11 millones de trabajadores indocumentados que hacen la vida mejor de todos en los Estados Unidos.” Y no sólo eso, sino que en cada oportunidad ha aprovechado los reflectores para hablar sobre la situación de los mexicanos en Estados Unidos y sobre la urgencia de una reforma migratoria. Incluso ha expresado su deseo de que Obama, los legisladores y quienes toman decisiones en Estados Unidos vean la película. Es así que en el contexto electoral, los políticos callan y el actor alza su voz.

No cabe duda de que, al igual que para el Dr. Bustamante, para la comunidad mexicana resulta de gran importancia que el ciudadano estadounidense pueda acercarse (aunque sea a través del cine), a comprender la realidad que viven muchos migrantes. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, ya que si bien el migrante mexicano sale bien parado (a pesar de que no todos los migrantes mexicanos son “buenos” en la película), voces de la comunidad salvadoreña ya han señalado su inconformidad acerca de la manera en que se les representa en la cinta. Señalan que la película maneja estereotipos muy fuertes en contra de los salvadoreños y que los encasilla en el papel de los “malos pandilleros salvatruchas”.

Si bien es una realidad que existen las pandillas salvadoreñas, también es cierto que existen muchas pandillas con integrantes mexicanos, méxico-americanos, afroamericanos, entre otros. Por tanto, también cabría la pena preguntarse: ¿hasta qué punto se refuerza el estereotipo del salvadoreño como “marero” o pandillero en contraposición al mexicano trabajador?, ¿Se sacrifica a unos en beneficio de los otros? Si bien considero que la película intenta presentar diversidad de personajes, me temo que al final es muy complicado esquivar al personaje cliché.

Conforme se acerque el 26 de febrero y un mayor número de personas vayan viendo la película, seguramente iremos leyendo más al respecto. Ojalá que de alguna forma, el cine logre poner de nuevo sobre la mesa el tema de la reforma. Sin duda alguna una estatuilla le daría un impulso importante al tema, sin embargo el hecho de que los estadounidenses puedan ver a su jardinero en pantalla hablándoles en inglés es, ya en sí, un gran logro.

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