Tenacatita, crónicas de un despojo.

Por Paulina Maravilla Herrera y Ana Isabel Sarmiento Hernández, alumnas de Psicología, integrantes del PAP Verano 201. Fotografías cortesía de las alumnas.

Salimos del ITESO como parte del Proyecto de Aplicación Profesional [PAP]: “Movimientos Sociales y Conflictividad”, nos llevó cinco horas llegar a Tenacatita; entre pláticas respecto a la historia que estaríamos a punto de atestiguar y sueños, el tiempo pasó volando.

El recibimiento, por parte de algunos pobladores de El Rebalsito fue cordial; habíamos acordado tener una entrevista con los afectados del desalojo,  por medio de una persona que nos apoyó en nuestra visita y que ha sido un increíble soporte para la localidad de Tenacatita difundiendo la situación por medio de blogs, mail, páginas de internet, etc.

En la espera de la hora acordada para la entrevista, decidimos darnos una vuelta por la playa para conocer la famosa Bahía y refrescarnos en sus aguas. El lugar es muy hermoso, el reflejo en el mar deja ver claramente el azul del cielo, la arena te invita a caminar sobre ella y la hospitalidad de la naturaleza se respira por doquier. En contraste con estas maravillas, para ingresar a la Bahía nos encontramos una malla ciclónica -que impiden el libre acceso-,  fuertemente resguardada por elementos uniformados identificados como “Policía Estatal”, acompañados de unos perros (enjaulados), quiénes nos pidieron nuestra identificación personal, motivo de visita, nos revisaron la cajuela del auto ya que prohíben la entrada con cualquier tipo de cámara. Por un momento nos sentimos como si estuviéramos haciendo algo ilegal, como si estuviéramos a punto de entrar a un lugar -muy lejos de ser vacacional o familiar- similar  a una escena de crimen. Te hacen sentir incómoda y observada todo el tiempo.

Después de disfrutar las delicias de la playa, nuestra curiosidad por conocer la versión de los afectados del desalojo se incrementó. Las horas pasaron y el encuentro con algunos pobladores de Tenacatita llegó. Al término de la entrevista nos percatamos de que sabíamos poco sobre este conflicto y, contrastada con la versión oficial, hay mucha falsedad sobre los hechos ocurridos.

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Lo invisible de Cajititlán

Por Laura Velazquez López, académica del Programa Ecología Política. Fotografías cortesía equipo EcoPol.
Las comunidades organizadas y particularmente las que no habitan en ciudades, parecieran no existir a los ojos de la población urbana, sin embargo, como alumnos y académicos reconocemos que hemos aprendido de la Red  de Cajititlán “Por un lago Limpio”.

Pero entremos en contexto…
Cajititlán a tan sólo 35 km. de la ciudad de Guadalajara es uno de los poblados que se encuentran en la ribera del Lago con el mismo nombre. Cuexcomatitlán, San Miguel Cuyutlán, San Lucas Evangelista y San Juan Evangelista, son comunidades que han construido su identidad alrededor del cuerpo de agua con alrededor de 20 mil habitantes. Aunque cada pueblo tiene tradiciones culturales y productivas distintivas, sus actividades cotidianas se desarrollan en estrecha relación con el lago, por ejemplo: la pesca de mojarra, tilapia, carpa, charal o el aprovechamiento de especies animales y de vegetación silvestre como el tule, zacates, aves, reptiles, y mamíferos. Para el turismo y el esparcimiento la ceremonia de los Reyes Magos, es de gran interés, mientras que sus raíces y prácticas ancestrales son de las más conservadas en el municipio.

A pesar de su dependencia al lago, algunos habitantes perciben que ha sido contaminado desde hace once años.  La diversidad acuática se está perdiendo y las condiciones naturales que permiten el escurrimiento y la filtración del agua de lluvia cada vez están más afectadas.

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