Arte, identidad y migración en comunidad

Por Paloma Patlán

Cuando una persona decide migrar o la violencia estructural la obliga a hacerlo, hay marcas en su vida y en la de sus allegados que se reflejan en su vida cotidiana, en la interacción de su núcleo familiar y en la comunidad.

Para alguien que vive la ausencia de un ser querido, la migración se relaciona con soledad, angustia o progreso. Se refleja en las reacciones del cuerpo, en los hábitos en el hogar, y hasta se vuelve una conjugación de acciones en tiempo futuro.

En una comunidad de origen con un alto índice migratorio estas reacciones se muestran en la obviedad de un día a día y en un entorno de convivencia. Sin embargo, aunque son colectivas muchas veces son silenciadas y no se comparten, ¿por qué? Y ¿cómo se habla de estos temas entre la comunidad de manera positiva y provocadora?

Estas preguntas las pude responder en el marco de las actividades del “Festival Urbano de Zapotlanejo: una mirada a la identidad”, que se llevó a cabo del 03 de septiembre al 01 de octubre del 2016. En donde los habitantes de este municipio con alto índice migratorio expresaron en espacios públicos cómo perciben la migración en su vida y en la comunidad.

El festival fue realizado por miembros de la asociación civil Tú y Yo en Sinergia, una organización que brinda apoyo psicológico y emocional a familias migrantes; Odisea Literaria, un colectivo conformado por jóvenes de Zapotlanejo que promueven el arte en todos sus géneros como un mecanismo para hacer comunidad; el apoyo del Ayuntamiento de Zapotlanejo; y alumnos del PAP Migración en Jalisco, coordinado por el Programa de Asuntos Migratorios, entre ellos: Ana Laura Peña (estudiante de Gestión Cultural); Eduardo G. De Quevedo (estudiante Psicología); Rubí Magaña y Marcela Medrano (estudiantes de Ciencias de la Educación).

Como parte de las actividades del festival, todas gratuitas para la comunidad, se realizaron talleres de graffiti que fueron impartidos todos los sábados en el skate park de la Unidad Deportiva de San Martin en Zapotlanejo. El taller fue un espacio en donde personas de todas las edades plasmaron en representaciones propias y colectivas cómo traducen los reflejos de la migración.

En la clausura del festival se realizó un concierto en el Auditorio al Aire Libre del municpio, con la participación de distintas bandas locales y de Guadalajara, como: UNO, Taco Bambú, Capital Comando, La Chabela, etc; hubo vendimia de comida con las tradicionales tostadas de la región, y los miembros del colectivo Odisea Literaria realizaron un performance que me estremeció, lo describo:

En medio del auditorio había un muro gris construido con la insignia de la bandera de Estados Unidos y a sus lados colgaba un tendedero con carteles y mensajes sobre el derecho a migrar, el rechazo al racismo y la construcción de la paz.

Se prendieron las luces de ambientación y se escucharon historias en voces distintas, Gema narró en primera persona cómo perdió la vida en el desierto de Arizona al intentar llegar al otro lado; le siguió la voz de Joss, que contó su experiencia al transitar por México como extranjero sin documentos de migración y las atrocidades que sucedieron en su camino; fueron varias historias y en cada una se reflejaba una situación distinta pero que no era ajena a la realidad actual.

Al terminar con las intervenciones de cada uno de los miembros de Odisea Literaria, se escuchó la canción “Clandestino de Manu Chao” y se invitó a todos los asistentes a cruzar el muro, a romper con las fronteras mentales, a no permitir que nos llamen ilegales, a reconocer que migrar es un derecho; niños, jóvenes, señoras, cruzaron el muro e interactuaron con él, lo cruzaron no una sino varias veces, lo intervinieron con escritos y lo derrumbaron.

Para mí el evento de clausura del Festival fue un éxito porque los habitantes de Zapotlanejo tuvieron un momento para expresarse de manera colectiva en un entorno en donde se percibía mucha armonía. Además, el proceso fue logrado por medio de sensibilidad, empatía, reconocimiento y respeto a la identidad del otro.

Las acciones de ese día me hicieron pensar en que estas marcas que han sido provocadas por violencia en algún sentido, de alguna manera provocan cambios que construyen paz cuando se reconoce que hay otras personas que sienten y perciben lo mismo que tú o tu familia.

El Festival fue una manifestación artística de distintos miembros que al ser realizado de manera comunitaria ya no fue únicamente un proceso de comunicación sensible para hablar sobre las consecuencias de la migración; si no que fueron acciones inherentemente políticas que fueron capaces de derrumbar un muro y que los niños y niñas jugaran con él.

 

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