Las preguntas que genera la transmigración en México

El Informe anual de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (Redodem) es un registro sistemático del flujo de personas migrantes en tránsito por México, así como de los delitos y las violaciones a los derechos humanos que se cometen en su contra. La edición 2016 fue presentada en el ITESO el 5 de octubre de 2017. El periodista Iván González Vega, coordinador de la carrera de Periodismo y Comunicación Pública de esta universidad, presentó el Informe con el siguiente planteamiento:

En el periodismo nos enseñan a hacer preguntas. Se supone que con el tiempo uno asimila ciertos rasgos de la técnica y va haciéndose más hábil en interrogar a las personas, a los documentos, a los acontecimientos. Hay panoramas, sin embargo, que lo primero que hacen es dejarnos en silencio; por su carácter extraordinario, por su gravedad, por la sensación de que son hasta inverosímiles. Y sin embargo, aunque nos producen estupor, son infalibles para recordarnos cuán urgente es el oficio de perseguir respuestas y hacerlas públicas.

El Informe 2016 de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (Redodem) es uno de esos panoramas que conducen al pasmo y a la incredulidad, y una de las interrogantes más complicadas es por qué toda la información que reúne un documento como éste no es fundamento para una política de Estado que oriente políticas públicas, iniciativas de trabajo, programas periódicos para gobiernos de todos los niveles y, sobre todo, el contacto y la acción entre nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes.

Estamos hablando del panorama en el que caben las 400 mil personas que cada año, de acuerdo con datos de organismos internacionales, transitaron por México en forma irregular; un panorama del que son apenas una muestra las más de 34 mil personas cuya información pudieron recoger los integrantes de la Redodem el año pasado; un panorama en el cual, como insiste año con año esta organización, lo importante no son los números, sino personas con necesidades, deseos, sueños y destinos truncos.

Hablamos de 34 mil o de 400 mil personas que, de acuerdo con este documento, han sido expulsadas u obligadas a huir de sus países de origen principalmente por causas de violencia. Y que viven entre nosotros o aspiran a ello. Además del Informe 2016 de la Redodem, no podemos ignorar el reportaje “Los que iban a morir se acumulan en México”, de Óscar Martínez, que fue publicado por El Faro y Univisión Noticias apenas este 1 de octubre: somos un país refugio, pese a los altos números de deportaciones. Muchos migrantes ya no lo son: se quedaron a vivir entre nosotros. Muchísimos más lo necesitan para garantizar, sencillamente, que no los van a matar.

Así que he aquí algunas preguntas.

  • ¿Cuáles son las obligaciones del Estado mexicano respecto a los migrantes que pasan por México? ¿En qué grado las cumple o incumple? ¿Cuáles son competencia de las autoridades federales, y cuáles de autoridades de los otros niveles? Por ejemplo, ¿valdría la pena preguntarle a Aristóteles Sandoval, gobernador de Jalisco, o a los alcaldes del Área Metropolitana de Guadalajara, si tienen obligaciones ante estas personas; si son capaces de entregar indicadores al respecto de su cumplimiento; y si prevén reformas o mejoras a sus políticas públicas en el corto y el mediano plazos?
  • ¿Es esto una crisis humanitaria, lo que viven los migrantes en tránsito por México? Crisis humanitaria es una situación extraordinaria o de emergencia que amenaza a comunidades en una misma región y que hace indispensable recurrir a la cooperación internacional. El riesgo de hambruna en África que la ONU denunció en marzo de este año es una crisis humanitaria, pues pone en peligro de muerte a no menos de 20 millones de personas. ¿Tenemos una situación de este calado en México? ¿Hemos decidido que en todo caso es un asunto de Guatemala, Honduras, El Salvador y otros países vecinos?
  • Si no lo es, si no llega a ese grado, ¿cómo estamos atendiendo en México un problema orgánico y estructural que está íntimamente ligado a la corrupción y la impunidad en la procuración de justicia, en la labor de las policías preventivas, en la supervisión de los empleados de los ferrocarriles, en el combate al crimen organizado? ¿Es el Programa Especial de Migración 2014-2018 una política integral y suficiente, al menos, para atender las facetas más urgentes del problema? ¿El Gobierno federal defendería, ante las denuncias de ineficiencia, al Programa Integral Frontera Sur?
  • ¿Acepta, el Estado mexicano, las observaciones en el sentido de que su estrategia es punitiva y policial, de que privilegia las detenciones y las deportaciones, de que es violatoria de derechos humanos y de que obliga a las víctimas a buscar soluciones en la clandestinidad? ¿Acepta las denuncias de malos tratos que se desprenden de la información recogida por la Redodem, las denuncias de violencia contra defensores de migrantes, las denuncias de abusos y tratos denigrantes en relación con las revisiones migratorias?
  • ¿Están al tanto los Gobiernos mexicanos, la iniciativa privada, la academia, las Iglesias, los ciudadanos, de que son los jóvenes, los niños y las mujeres los grupos más vulnerables en el fenómeno de la migración en tránsito por México? ¿Están al tanto de que los grupos de edad que solemos identificar como la fuerza laboral de un país son los que están abandonando sus ciudades y buscan refugio en Estados Unidos o entre nosotros?

La impunidad, la corrupción, la violencia, son heridas abiertas de México; sin embargo, los migrantes en tránsito ven a nuestro país como una ruta rumbo a un mejor panorama, una ruta de esperanza. De algún modo, la mayor pregunta que podríamos esgrimir tiene que ver con las vías de acción que hay que abordar antes de que la descomposición sea mayor. Después del pasado 19 de septiembre parece imposible no pensar en nuestra célebre e inspiradora solidaridad mexicana como un arma social para combatir en tantos frentes abiertos en el problema de la migración. Así que aquí está la pregunta, una breve y concreta, y que la respondan la Redodem y sus integrantes, los especialistas, el Gobierno, los ciudadanos o quien guste. La pregunta es ésta: si ya tenemos pistas tan claras del tamaño del problema, ¿ahora qué hacemos?

Ustedes nos obligan a hacernos esta pregunta; quedamos, todos, a la espera de las respuestas.

Fotografías de Francia Castillo.

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