Don Toño Aguilar. Foto: Luis Antonio González.

Don Toño Aguilar. Foto: Luis Antonio González.

Suena la alarma, son cinco de la mañana. Se impregna el olor a fósforo después de prender la estufa para calentar el café; mientras se calienta, se escucha el rechinido de la puerta del ropero y el ajetreo de alguien cambiándose. Después de terminarse la taza de café, don Toño Aguilar empieza a afinar su guitarra para alcanzar el primer camión de la ruta 178, que sale 45 minutos después de que suena la alarma, de El Salto al Centro de Guadalajara

Por: Luis Antonio González

Guadalajara, Jal. (20/Nov/17). Hace 14 años, en un autobaño en la calle Golfo de Cortés, por La Minerva, Don Toño entró a la oficina del dueño, quien lo había mandado llamar; ahí lo esperaba, sobre el escritorio, un sobre con su finiquito y liquidación: fue despedido por recorte de personal. Al otro día salió a buscar otro trabajo; no tuvo suerte. Al otro día lo mismo. Al día siguiente decidió salir a cantar a los camiones, a capela, pues no tenía una guitarra. “Desde hace algunos años descubrí que me gustaba eso de la artisteada, llegué a ganar varios primeros lugares en concursos de aficionados de Los Ángeles”.

Después de la rutina de todos los días, su café y afinar la guitarra, sale en el primer camión de la ruta 178. Ya en el centro de Guadalajara decide qué ruta tomar: “Para no enfadar a la gente, ningún día repito mi ruta. Tanto como los choferes y los usuarios se molestan si lo ven seguido a uno”. Ruta 163, la primera del día; para ello, don Toño le pide al chofer favor de permitirle tocar primero y ofrece que luego pague su pasaje; el chofer se niega. Al segundo intento, otro chofer de la misma ruta, quien ya lo conoce, le permite subirse a cantar y empezar su jornada.

Entre subidas y bajadas a los camiones, y en algunas sin conseguir nada de dinero, llega hasta Tesistán; ahí decide regresar a su casa para salir a pasear con su familia: su esposa y dos hijos, de 11 y 15 años; ya que junta, con mucha suerte, 200 pesos. “En otros días es difícil, con mucho sacrificio apenas llego a los 150 pesos aproximadamente; hoy tuve suerte”. Hace cinco meses que no sale a pasear con sus hijos, pues tiene que pagar renta, servicio y comida con solo 150 pesos; muchas veces es menos.

Don Toño, triste, se sube a la ruta 633 para dar su último show del día. El camión lleno, con olor a la multitud de personas, y con una sensación de calor de mayo, empieza a cantar “La mamá de los pollitos” de Joan Sebastian. En medio de la canción, deja de tocar para contar un chiste: “¿Qué le dijo Toño Aguilar a Vicente?”; algunos pasajeros contestan: “¿Qué?”, y Don Toño: “Pues nada, Toño Aguilar ya está muerto”, algunos pasajeros se ríen y él continúa con su canción. El conductor del camión platica: “A ese señor lo conozco desde hace seis años, tiempo que tengo trabajando de chofer; el día que me lo encuentro hace que mi día sea más ameno”. Después lo despide: “Adiós, Rafael”.

Don Toño Aguilar es el nombre artístico, y por el cual la mayoría de la gente lo conoce, de Rafael Arrollo Gutiérrez, de 59 años.

Texto elaborado durante el curso Taller de géneros periodísticos 1, en el semestre Otoño 2017.