Todos los hombres son iguales. Fernando González Gortazar


Por: José Luis Merino, 23 de enero 2012

Fuente: Ladrones de Fuego. El Pais.

FERNANDO GONZÁLEZ GORTÁZAR   (1942)

México2008

Todos los hombres son iguales, hasta que hacemos a uno de ellos amigo nuestro. Lo tengo probado. Me ocurrió en una historia cruzada con el arquitecto-escultor mexicano Fernando González Gortázar. Corría el último trimestre de 1970 por todas las rendijas del mundo, cuando en ese momento se daba una coincidencia entre ambos: mientras él exponía en el Palacio de Bellas Artes de la capital azteca sus Fracasos Monumentales, yo ejercía como comisario de una exposición titulada Pintura y Escultura Vasca Contemporáneas, en otras dependencias del mismo Palacio.
Nada más conocernos empezamos a hablar de arte, arquitectura y literatura. Al poco tiempo estábamos como si nos fuera la vida en aquellos intercambios de voz-palabra-verbo-logos. Con ocasión de trasladarme a Guadalajara (Jalisco) para dar una conferencia de arte contemporáneo, volvimos a encontrarnos. Otra vez las conversaciones se deslizaron por el relampagueante mundo de la Belleza y su punto de partida (aunque sabíamos que la verdadera belleza no se consigue silenciando la fealdad). En esa ciudad jalisciense inicié con él una serie de entrevistas para un libro que proyectaba escribir, donde figurarían creadores mexicanos como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Carlos Pellicer, Emilio Carballido, José Emilio Pacheco, Vicente Leñero, Salvador Elizondo, Juan José Arreola, José Agustín, Eduardo Lizalde, Agustín Yánez, Juan Tovar, Gustavo Sainz, Felipe Cazals, José Luis Cuevas, David Alfaro Siqueiros, entre otros. [El libro no llegó a publicarse].
Después de tres meses de permanencia en México regresé a mi casa de Bilbao. Seguimos comunicándonos por carta (esa otra manera de hablar sin interrupciones).
Pasaron los años, y con ellos muchos ensueños, fracasos, alegrías, desesperos también pasaron por nuestras vidas.
A finales de los años ochenta, Fernando y su familia (esposa y dos hijas) se trasladaron a vivir a Madrid. Al poco tiempo, llevó a cabo varios encargos públicos de gran envergadura (siempre buscaba trabajar –o me lo parecía– a la altura preferida de pájaros y campanas): dos esculturas de acero corten de seis metros de alto, en el sureste de Madrid, y una de hormigón, “Fuente de las Escaleras”, de once metros de alto, en Fuenlabrada (provincia de Madrid). Escribí sobre esas creaciones varios artículos para dos medios de comunicación de mi ciudad.
En 1999 Fernando viajó hasta Bilbao. Quería ver el Museo Guggenheim. Una revista de su país le encargó que señalara los diez edificios más singulares del siglo XX. Debería decidir si el diseño de Frank Gehry iría a añadirse a los diseños de quienes conformaban la lista de sus elegidos: Gaudí, Mies van der Rohe, Frank Lloyd Wright, Kenzo Tange, Le Corbusier, Luis Barragán y alguno más. Para Fernando los edificios electos eran milagros, en los que la solución, la estructura, la forma, el espacio están supeditados a un acto poético.
Aproveché su visita para entrevistarle en el periódico donde yo colaboraba. Nadie diría que habían pasado treinta años desde nuestro primer encuentro. La pasión compartida por el arte-arquitectura-literatura seguía viva.
En su amplia carrera como arquitecto-escultor ha ganado premios, realizado esplendorosos proyectos y escrito libros, viajado por todo el mundo (1). En 2009 le fue concedido el preciado Premio América de Arquitectura. Mas eso poco ha importado a mediocres gobernantes empeñados en esquilmar-anular-derruir algunos de su mejores proyectos. Defiendo cervantinamente a mi amigo mexicano de esos torpes aguamaniles: “podrán quitarle los encantadores la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible”. Para pedirle, acto seguido, que siga deleitándonos-sorprendiéndonos con la ideación de sus más bellas utopías. Se lo pedimos quienes le admiramos y queremos.

(1).- El mundo creativo de FGG no puede entenderse sin su pasión viajera. Ha recorrido más de 70 países, en busca de aquellos lugares recónditos de naturaleza y culturas dispersos-perdidos  por el planeta. Naturaleza y creación son para él razones de un mismo sentimiento.

La nota aqui.

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