¿De qué tamaño el la Ciudad Creativa Digital?


Presentado en Guadalajara en enero del 2012 por el entonces presidente de la República como un proyecto estratégico para el desarrollo económico del país, y adoptado a nivel local como un ambicioso proyecto urbano con el que se buscaría impulsar nuevas dinámicas socio-económicas desde el corazón de la metrópoli, el proyecto de Ciudad Creativa Digital no ha estado a la altura de lo que se podría esperar de él.

¿De qué tamaño es hoy la Ciudad Creativa Digital? ¿Se trata todavía de un proyecto de impacto regional, que ampliaría las oportunidades de desarrollo para los habitantes de esta ciudad, o se reduce a un esfuerzo inmobiliario para ocupar espacios subutilizados en el centro histórico? ¿Cuáles son en realidad sus alcances espaciales, sociales y económicos? Aquí va una lectura de su situación actual.

El tamaño urbano

En términos espaciales se ha hablado de al menos tres escalas: La primera es de un polígono de 22 hectáreas en torno al Parque Morelos, cuyo perímetro fue definido por la existencia de un complejo de predios de propiedad pública en la zona (escuelas, centros de salud, parques, fincas patrimoniales, espacios de oficina y ruinas que dejaron los Juegos Panamericanos). En el Plan Maestro de Ciudad Creativa Digital, se establece que dentro de los primeros siete a diez años, bastaría y sobraría con los espacios disponibles para desarrollar el “nodo creativo” sin necesidad de afectar más propiedades.

Sin embargo, el propio proyecto plantea una segunda escala de más de 400 ha. como área de influencia del nodo principal. Este planteamiento causó una gran conmoción entre residentes y usuarios de la zona, porque imaginaron que habría retroexcavadoras limpiando toda esta superficie y grúas construyendo plantas maquiladoras que emitirían radioactividad (no es exageración, esto se habló en reuniones vecinales).

La realidad es que dicha extensión fue pensada como un área en la que se favorecería la instalación de equipamientos y servicios asociados al desarrollo esperado (vivienda accesible para trabajadores, espacios recreativos, empresas de servicios, infraestructuras de soporte, etc.), prometiendo un mosaico de coexistencia entre usos de suelo, estilos arquitectónicos, niveles de ingreso, prácticas culturales y grupos de usuarios.

Pero una escala más amplia en la que el proyecto fue comprendido por diversos actores, es la escala de ciudad, porque en toda ella existen vocacionamientos y emprendimientos que ya son parte del ecosistema creativo. Se proponía hablar de la ciudad de Guadalajara como una gran red de espacios de posibilidad para la producción creativa.

Hoy vemos, como ejemplo de ello, que se construye el Centro Cultural Universitario en Zapopan, que se ha instalado el edificio de Innovación y Diseño – MIND en la zona de la Expo, que continúa consolidándose la aglomeración del sector digital en torno al Centro de Software de Ciudad del Sol, que hay una concentración de centros tecnológicos en periférico poniente, y que la zona de Chapultepec se ha convertido en un laboratorio vivo de emprendimientos creativos.

Sin embargo, al centro de la ciudad han migrado y regresado contadas empresas del sector, que no ven claridad en el proyecto de consolidación de un nodo en el Parque Morelos. Tampoco los residentes y usuarios actuales de la zona han tenido evidencias de una transformación urbana que les represente un beneficio.

El tamaño social

En su discurso, el proyecto de Ciudad Creativa Digital reconoce que la inclusión es un ingrediente clave para la creatividad; que entre más diversos sean los elementos de un complejo, mayores combinaciones posibles habrá para la innovación. De esta manera, se hablaba de un proyecto al que uno podría insertarse desde distintos sectores sociales, y que realizaría una decidida apuesta por el desarrollo de talento.

Lo que vemos en realidad, es que las secretarías de educación y desarrollo social se han mantenido ajenas al proyecto, y no han contribuido a ampliar las posibilidades de formación y capacitación para las poblaciones en desventaja; que la gran cantidad de personas creativas que hay en Guadalajara – en campos tan diversos como el diseño, la moda, la gráfica, las artes, la gastronomía, la producción audiovisual, la educación o la tecnología – están desconectadas del proyecto; y que no se ha hecho por comenzar a construir vías para que el gran potencial creativo de la juventud tapatía encuentre un curso en esta iniciativa.

La base social del proyecto es sumamente limitada, porque su concepto de creatividad parece también ser limitado. “Nuestros sueños no caben en sus urnas” han dicho los jóvenes; “nuestra creatividad no cabe en su proyecto”, parecen decir ahora.

El tamaño económico

El proyecto original se concibió como medio para potenciar el ecosistema productivo local, que ya representa alrededor del 60% de las exportaciones nacionales del sector. Potenciar implicaría ampliar la base productiva local, fortaleciéndola con el desarrollo de capacidades, equipamientos, servicios, y tecnologías que se encuentran ausentes o frágiles en el ecosistema actual. Sin embargo, en los hechos se ha apostado por la promoción de la Inversión Extranjera Directa, porque en primera instancia puede parecer más sencillo, por ejemplo, importar una palmera adulta, que acompañar el desarrollo de las delicadas raíces de una especie nativa que se reproduce a su ritmo y con sus propias fuerzas.

Si bien ambas estrategias podrían ser complementarias, lo preocupante es que el proyecto ha mostrado una seria desvinculación con las iniciativas locales, y ha privilegiado la interlocución con empresas extranjeras, llevando como herramientas de negociación la oferta de suelo subsidiado y un paquete de incentivos tributarios para su instalación.

Bajo esta lógica, el impacto económico del proyecto se circunscribiría a un sistema semi-cerrado en el que sólo los iniciados – empresas, proyectos y profesionales – tendrían cabida, reduciendo las posibilidades de nuevos emprendimientos de base local.

Las evidencias mostradas hasta el momento, reflejan que la Ciudad Creativa Digital es un proyecto tendiente a la exclusión económica, social y urbana, de manera que lo que podríamos esperar de éste no sería muy distinto a lo que nos presentan casos similares en diferentes partes del mundo, y que han sido ampliamente documentados por el Museo de los Desplazados. La idea de gentrificación social y económica con la que se asocia al proyecto, se ha ido construyendo como consecuencia del discurso concreto de la acción gubernamental.

El tamaño político

Para construirle un sentido colectivo al proyecto – que se tradujera en beneficios concretos para diversos sectores locales – sería indispensable la puesta en práctica de una plataforma de gestión que trascendiera los ciclos administrativos, y que permitiera la interinstitucionalidad, la multidisciplinariedad y la concurrencia de distintos grupos sociales. El problema de fondo, es que hoy este proyecto padece de una incapacidad de construir visiones, alianzas y espacios de colaboración.

Desde el gobierno estatal se ha optado por la vía de una gestión centralizada, que ha desmantelado toda institucionalidad tendiente a un modelo de gestión más abierto y participativo. De hecho, se ha concentrado tanto el espacio de decisión, que ha terminado por aislarse hasta de las dependencias del propio Gobierno del Estado. El aparato de gestión actual del proyecto se reduce a una gerencia de proyecto que coordina un pequeño equipo operativo, desde donde se planea el trabajo en función de sus limitados alcances. De ese mismo tamaño es hoy la Ciudad Creativa Digital.

La operación actual del proyecto se constriñe a una serie de promociones directas con empresas para ofrecerles alternativas inmobiliarias; a la contratación de proyectos que no se discuten ni se validan técnica y socialmente; a una serie de interlocuciones erráticas con los actores locales; y a una presencia intermitente entre los actores de la industria, que no pueden más que estar a la expectativa, al sentirse tan distantes del proceso de toma de decisiones.

La Ciudad Creativa Digital es hoy del mismo tamaño que las disposición gubernamental para adoptar modelos de gestión colaborativos y transparentes; del mismo tamaño que las capacidades para establecer agendas colaborativas entre los actores económicos; o del mismo tamaño que la voluntad para dialogar entre distintos sectores sociales.

De esta manera, atendiendo a sus dimensiones actuales, ¿quiénes caben en el proyecto de Ciudad Creativa Digital? Si la diversidad es una condición para la creatividad, ¿qué tan creativa puede ser una ciudad que cierra las puertas a la discusión y a la construcción de agendas compartidas con quienes la habitan?

Héctor Castañón R.

@hektanon

Fuente: http://desmesura.org/firmas/de-que-tamano-es-la-ciudad-creativa-digital

,