Limpiar la Minerva: un paso adelante


Por: Juan Palomar

Sin duda La Minerva es una de las caras más visibles y significativas de la ciudad. Desde hace ya más de medio siglo está encarnada en la memoria colectiva de los tapatíos. Es referente e hito, eventual lugar de reunión y festejos, nudo urbano sobre el que la construcción de la ciudad se cimenta.

Su vocación de recordatorio del esencial papel del humanismo en la constitución de la fábrica humana y urbana de Guadalajara, a través de la presencia de la diosa Minerva, es uno de los legados de uno de los gobernadores más ilustres que ha tenido Jalisco: Agustín Yáñez.

Por todas estas razones la Minerva y su entorno urbano merecen el mayor de los respetos y los cuidados necesarios para que su imagen y presencia sean los más dignos posibles. Y desde hace mucho no ha sido así. La condición de visibilidad y las amplias perspectivas que ofrece la glorieta han sido desde hace décadas blanco de las ambiciones de los mercaderes y mercachifles. Un cúmulo de anuncios y estramancias comerciales varias han plagado la zona con la incomprensible tolerancia de las autoridades. Claro es que los anunciantes recurren a todo tipo de trucos para asegurar la permanencia de sus pingües “productos” en el contexto. Sin embargo, es el bien común el que invariablemente debe de prevalecer.

Es así muy plausible el esfuerzo de la presente administración municipal que viene de retirar algunos de los anuncios más ofensivos y que lesionaban gravemente la dignidad y la prestancia del monumento, particularmente visto desde una de sus perspectivas principales: viniendo del poniente. Queda, sin embargo, por hacer. Si se aplica con integridad el reglamento que marca la restricción de 170 metros de radio como área de resguardo de cualquier monumento, entonces la limpieza visual del contexto mejoraría aún más.

Y no solamente La Minerva. Hay infinidad de sitios en los que los dañinos espectaculares dan al traste con la escala y la armonía de entornos urbanos completos, en muchos casos ignorando las restricciones reglamentarias. Ya ha sido la suerte de por lo menos dos generaciones de tapatíos el soportar la desfiguración de la ciudad que causan estos anuncios para favorecer a unos pocos y perjudicar a las grandes mayorías. La fealdad y la vulgaridad así propiciados conllevan una gravísima consecuencia: la del desapego y menosprecio, por parte del propio habitante, por su medio vital propio y natural. Si cualquiera le puede faltar al respeto a la ciudad, deformando y alterando su esencial dignidad ¿qué se puede esperar?

Es necesario completar, por parte del Ayuntamiento, la limpieza urbana de La Minerva. Como se ha sugerido (y proyectado), una banda, sobre las banquetas periféricas, de grandes árboles (fresnos o ceibas) podría ser una eficaz defensa contra las permanentes ambiciones de los mercaderes y contribuiría grandemente a la dignificación de la glorieta. Pero, por mientras, es de reconocer el esfuerzo iniciado.

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