Los notarios y su casa en ruinas


Picture 1Por Juan Palomar.

General San martín y Guadalupe Zuno. El Colegio de Notarios empezó en días pasados con labores de limpieza de escombros en esta propiedad que adquirió.

El caso vale la pena de ser analizado. Una casa de la vieja calle de Bosque-Zuno, esquina surponiente con General San Martín, fue a medias demolida por el Colegio de Notarios hace algunos meses. La primera cosa extraña es que los señores notarios, obligados a saber de leyes y reglamentos, se los saltaron todos. Ni licencia de demolición, ni autorización por la Ventanilla Única del Centro Histórico, ambos requisitos indispensables para hacer lo que hicieron.

El clamor de varias voces y la tardía intervención de las autoridades provocaron la clausura de la demolición. Varios meses pasó la ruina con un vistoso letrero que informaba que tal producto urbano es propiedad de los notarios. Las molestias y peligros para los vecinos no se hicieron esperar y provocaron diversas quejas nunca atendidas.

Por fin, hace algunos días, los notarios obtuvieron permiso de Obras Públicas para, por lo menos, retirar el escombro y consolidar lo que queda. El Colegio tiene, mientras tanto, nueva administración. Las otras preguntas serían ¿qué pretendían los señores notarios hacer con el predio? ¿Qué pueden hacer con lo que ahora tienen?

El historial del Colegio en materia urbanística es más bien triste en el contexto que ocupa. La buena casa ecléctica que compraron para ser su sede, en la esquina nororiente de Lerdo de Tejada y General San Martín fue transvestida en un remedo clásico con frontón de cantera de disparatadas proporciones, etc. Por supuesto que carece de estacionamiento suficiente. Luego compraron un buen edificio de apartamentos cincuentero vecino, lo vaciaron de inquilinos que le daban indispensable habitabilidad al barrio y lo convirtieron en oficinas. Y ahora el caso que nos ocupa.

Picture 2El inmueble a medio demoler tenía un valor, sobre todo, ambiental. Completaba la escala de la excelente calle de Bosque-Zuno y ofrecía el testimonio de una casa de mediados del siglo pasado correctamente resuelta. No era ninguna obra maestra y se desconoce su autor. Sabiendo qué quieren los notarios, si es que quieren algo sensato —y no un estacionamiento de piso, por ejemplo—, la casa podía haber sido intervenida adecuadamente para conservar sus principales valores y adaptarla a nuevos fines. Pero hay que hacerlo por las buenas. Confeccionar un programa razonable, conseguir un arquitecto debidamente calificado para estas labores y, claro, obtener las licencias correspondientes.

Por lo pronto, lo anterior es aún posible. (Y es a lo que obligan los reglamentos.) En Google deben estar las imágenes de la casa completa. La nueva directiva notarial puede reivindicar una acción a todas luces reprobable y devolverle a la ciudad uno de los valores que, sumados a otros muchos, aún hacen de Guadalajara una ciudad con algunos entornos armoniosos y equilibrados. Como es el caso de la colonia en donde están sus instalaciones.

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