Desnutrición: Un arma mortal para la vida de los niños

La violencia acaba con la vida de un niño cada cinco minutos. La desnutrición actúa en proporción inversa: cinco niños mueren cada minuto a consecuencia de ella o, lo que es lo mismo, 330 niños cada hora, casi 8.000 cada día. Es el enemigo común al que hay que derrotar si queremos acabar con la mortalidad infantil.

Hora del almuerzo en un hospital de Liberia

Haitham Faisal tiene ahora 21 meses. Nació en el pueblo de Al-Saddah, en Yemen, antes de que empezara la guerra. Era un bebé sano y cuando tenía un año pesaba 12 kilos. Hace unos meses, después de que estallara el conflicto en Yemen, perdió el apetito y comenzó a vomitar. Su madre tuvo que vender la única parcela de terreno que tenía para dar de comer a Faisal y sus dos hermanos, pero aun así no podía alimentarlos.

Durante dos semanas Faisal fue tratado por desnutrición aguda grave en el centro de salud de un pueblo cercano. Aunque le dieron el alta, a las pocas semanas empezó a vomitar otra vez. Esta vez tuvo también diarrea y no podía comer. Fue entonces cuando su madre decidió llevarlo al hospital Al-Sabeen.

¿Hay algo más violento que no poder dar de comer a tus hijos? ¿Cuánta violencia nos generan las imágenes de niños desnutridos con barrigas hinchadas, apenas sin fuerza para respirar y seguir viviendo? Visitar un centro de tratamiento de desnutrición, enfrentarse a las miradas casi sin vida de los niños es, probablemente, una de las experiencias más violentas que puede vivir un trabajador humanitario.

Cada cierto tiempo, casi de manera cíclica, se produce una hambruna, una crisis nutricional, como ya ocurrió en Etiopia, Somalia, el Sahel o el Cuerno de África. Y cuando esto ocurre, las imágenes de niños famélicos, suelen dar la vuelta al mundo. Se habla de sequía, de malas cosechas, de cambio climático, de pobreza, de conflictos. Siempre hay un detonante, un culpable, que es el que acaba disparando el gatillo.

Pero el arma ya estaba cargada. La desnutrición, cuando es crónica, empieza en el vientre de la madre, el periodo conocido como los 1.000 días críticos para la vida, que va desde la gestación hasta que el niño tiene dos años. En esta etapa es cuando se produce el desarrollo básico del niño, y, si no recibe una alimentación y atención adecuadas se pueden generar daños físicos y cognitivos irreversibles, que afectarán su salud y su desarrollo intelectual para el resto de su vida.

Pero hay otro tipo de desnutrición, la aguda que, en su forma más grave, conlleva un alto riesgo de mortalidad y afecta a 17 millones de niños en todo el mundo. Cuando un niño no recibe los nutrientes que necesita su cuerpo se debilita y se vuelve más vulnerable a enfermedades como la neumonía, la diarrea o la malaria. Enfermedades contra las que no puede luchar porque sus defensas están debilitadas. Sus probabilidades de no superar la enfermedad se multiplican por nueve.

La pregunta es si somos capaces, si queremos terminar con la violencia que conllevan el hambre y la desnutrición. Sabemos que existen recursos y conocimientos suficientes para erradicarlos. Hace apenas unas semanas se dieron a conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Representantes de países de todo el mundo decidieron los 17 objetivos que marcaran la nueva agenda global de desarrollo de Naciones Unidas para 2030. Erradicar el hambre en el mundo y asegurar que cualquiera, especialmente los más vulnerables, tengan acceso a alimentos es el propósito del Objetivo 2. Según esta ambiciosa hoja de ruta, para 2030 habremos conseguido acabar con la desnutrición y la malnutrición, sobre todo, entre los niños, adolescentes, mujeres embarazadas y lactantes.

En los últimos años el conocimiento sobre la desnutrición, sus causas y consecuencias es mucho más amplio. Sabemos qué hay que hacer para prevenir la desnutrición crónica y cómo tratar la desnutrición aguda de manera efectiva. De hecho, se han conseguido logros significativos en los últimos años. Entre 2000 y 2013, la prevalencia de la desnutrición crónica ha pasado de un 33% a un 25%.

El primer paso es descargar el arma: eliminar todas las balas desde la primera a la última. Esto implica mejorar la nutrición de las madres y los niños durante el período de los 1.000 días, fomentar la lactancia materna, promover el consumo de sal yodada y hábitos de higiene saludables, crear instalaciones adecuadas de agua y saneamiento o lograr una atención sanitaria adecuada para las madres y sus hijos.

El segundo paso es tratar con eficacia y rapidez la desnutrición aguda cuando se produce. Y en esta línea, la solución también está en nuestras manos. Los alimentos terapéuticos listos para usar, compuestos por una mezcla de pasta de cacahuete, vitaminas y minerales, tienen un alto valor energético y ya existen fábricas que los producen en muchos países de África. Algunos médicos los conocen ya como los sobres milagrosos. En dos o tres días los niños recobran su vitalidad y en cuatro semanas se pueden recuperar completamente.

Haisal, el niño yemení de 21 meses, es uno de los que ha conseguido recuperarse. El tratamiento que recibió en el hospital de Al-Sabeen en Yemen, apoyado por UNICEF, salvó su vida. En 2014, junto a nuestros aliados, hemos dado tratamiento contra la desnutrición a 2’3 millones de niños en situación de emergencia y seguiremos haciéndolo cada día, cada mes, cada año. Trabajaremos sin descanso hasta que no quede un solo niño sin atención. Hasta que la desnutrición deje de ser un arma letal en la vida de los niños.

Javier Martos es director ejecutivo de UNICEF Comité Español.

Artículo original aquí.

Proceso de atención nutricia

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Del ABCD del estado de Nutrición al proceso de Atención Nutricia.

Facilitador:
LN Leticia Salazar Preciado
Dirigido a:
Nutriólogos, dietistas y médicos que requieran adquirir o actualizar sus conocimientos y desarrollar habilidades para la orientación alimentaria y el Proceso de Atención Nutricia (NCP).
Duración:
140 horas
Horario:
Sábados 9:00 a 14:00 hrs.
Plan de estudios:
Módulo 1: Introducción a la nutrición
Módulo 2: Evaluación y Diagnóstico nutricio
Módulo. 3: Intervención nutricia
Módulo  4: Monitoreo nutricio y evaluación  
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OMS: CARNE ROJA Y PROCESADA, ¿CANCERIGENAS?

El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), el órgano de la Organización Mundial de la Salud (OMS) especializado en el cáncer, ha evaluado la carcinogenicidad del consumo de carne roja y de carne procesada.

Carne roja

Después de una revisión exhaustiva de la literatura científica acumulada, un Grupo de Trabajo de 22 expertos de 10 países, convocados por el Programa de Monografías del CIIC, clasificó el consumo de carne roja como probablemente carcinógeno para los humanos (Grupo 2A), basado en evidencia limitada de que el consumo de carne roja causa cáncer en los humanos y fuerte evidencia mecanicista apoyando un efecto carcinógeno.

Esta asociación se observó principalmente con el cáncer colorrectal, pero también se han visto asociaciones con el cáncer de páncreas y el cáncer de próstata.

Carne procesada

La carne procesada se clasificó como carcinógena para los humanos (Grupo 1), basada en evidencia suficiente en humanos de que el consumo de carne procesada causa cáncer colorrectal.

Consumo de la carne y sus efectos

El consumo de la carne varía mucho entre los países, desde un pequeño porcentaje hasta un 100% de las personas que comen carne roja, dependiendo del país, y proporciones algo más bajas en el consumo de carnes procesadas.

Los expertos concluyeron que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%.

“Para un individuo, el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal por su consumo de carne procesada sigue siendo pequeño, pero este riesgo aumenta con la cantidad de carne consumida”, dijo el doctor Kurt Straif, Jefe del Programa de Monografías del CIIC. “En vista del gran número de personas que consumen carne procesada, el impacto global sobre la incidencia del cáncer es de importancia para la salud pública”, añadió.

El Grupo de Trabajo del CIIC consideró más de 800 estudios que investigaron asociaciones para más de una docena de tipos de cáncer con el consumo de carne roja y de carne procesada en muchos países y poblaciones con dietas diversas. La evidencia más influyente provino de grandes estudios de cohorte prospectivos realizados en los últimos 20 años.

Salud pública

“Estos hallazgos apoyan aún más las actuales recomendaciones de salud pública acerca de limitar el consumo de carne”, dijo el doctor Christopher Wild, director del CIIC. “Al mismo tiempo, la carne roja tiene un valor nutricional. Por lo tanto, estos resultados son importantes para permitir a los gobiernos y a las agencias reguladoras internacionales realizar evaluaciones de riesgo, a fin de balancear los riesgos y beneficios de consumir carne roja y carne procesada, y poder brindar las mejores recomendaciones dietéticas posibles”, indicó.

Nota para los redactores:

Carne roja se refiere a todos los tipos de carne muscular de mamíferos, tales como la carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo o cabra.

Carne procesada se refiere a la carne que se ha transformado a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como la sangre.

Ejemplos de carnes procesadas incluyen frankfurters (perros calientes/hot dogs/salchichas), jamón, salchichas, carne en conserva (corned beef), y cecina o carne seca, así como carne en lata, y las preparaciones y salsas a base de carne.

Un resumen de las evaluaciones finales está disponible en línea en The Lancet Oncology, y las evaluaciones en detalles se publicarán como Volumen 114 de las Monografías del CIIC.

El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) forma parte de la Organización Mundial de la Salud. Su misión es coordinar y realizar investigaciones sobre las causas del cáncer en humanos, los mecanismos de la carcinogénesis, y desarrollar estrategias científicas para el control del cáncer. El Centro está involucrado en la investigación epidemiológica y la investigación de laboratorio, y en la diseminación de información científica a través de publicaciones, reuniones, cursos y becas.

 

Artículo original obtenido de: OMS