Lucha por la casa común

Megaperegrinación de Modevite en San Cristóbal de las Casas en 2016. Foto: modevite.wordpress.com
Megaperegrinación de Modevite en San Cristóbal de las Casas en 2016. Foto: modevite.wordpress.com

Defender la casa común de las amenazas a bosques y lugares sagrados; subsanar las fracturas que han sufrido las comunidades y decidir sobre la manera en que quieren organizarse, es en lo que trabaja el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite), que agrupa a 11 municipios de Chiapas.

Modevite se formó, en primera instancia, para encontrar una solución al problema de alcoholismo en las comunidades indígenas de la región ante la inacción de las autoridades en lo tocante a la venta clandestina de alcohol. A este problema se sumó el narcomenudeo que se apropió de las escuelas.

Octavio Gómez, integrante de este movimiento, relata que han ido creciendo, no sólo en la cantidad de municipios que se sumaron al proyecto que inició hace cuatro años, sino también en sus acciones, mediante las cuales piden respeto y cuidado de su entorno.

“Los grandes megaproyectos que hay (como la autopista San Cristóbal-Palenque) acaban con lo que tenemos para vivir, con los bosques, los manantiales, los lugares sagrados que son vitales para la vida de la comunidad; ahí hacen sus oraciones para pedir lluvia y que se dé una buena cosecha en el año”, explica Santiago Pérez, también miembro de Modevite.

El Movimiento en Defensa de la Vida y del Territorio, que es acompañado por la Misión Jesuita de Bachajón, organiza talleres acerca de temas como derecho a la consulta y a la autodeterminación, a los que asisten los representantes de las regiones que conforman los municipios que se unieron al movimiento. Ellos comparten en sus comunidades lo que se vio en el taller para platicarlo y analizarlo en comunidad.

Movimiento en Defensa de la Vida y del Territorio

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Un cambio en acción

Rob Hopkins, cofundador de la Red de Transición, en su casa en Totnes, al sur de Inglaterra. Foto: Jim Wileman.
Rob Hopkins, cofundador de la Red de Transición, en su casa en Totnes, al sur de Inglaterra. Foto: Jim Wileman.

Mientras muchos se lamentan por los efectos nocivos del petróleo, el cambio climático, el consumo excesivo o el individualismo, miles de personas alrededor del mundo empiezan a actuar contra estos problemas cultivando sus propios insumos, desarrollando planes de ahorro energético, intercambiando productos mediante el trueque y, en síntesis, creando comunidades que promueven la defensa del medio ambiente y recuperando los lazos interpersonales para luchar juntos.

Éste es el espíritu de la Red de Transición —o Transition Towns (Aldeas en Transición)—, que empezó como un trabajo aislado del irlandés Rob Hopkins y terminó multiplicándose en más de mil iniciativas locales con presencia en más de 50 países, llevando a las comunidades locales a ser autosuficientes, más conectadas con la naturaleza y capaces de aguantar los cambios rápidos, es decir, ser resilientes.

En su presentación en TED Talks, Rob Hopkins asegura que hay cuatro ideas predominantes hoy en día: que mañana las cosas seguirán igual de mal que como están hoy; que todo es frágil y colapsará; que la tecnología nos sacará de los problemas; y que se descubrirá alguna nueva fuente de energía que resolverá los problemas actuales. En ninguna de las cuatro situaciones es factible actuar aquí y ahora, de acuerdo con el activista.

“Podemos ser increíblemente creativos e inventivos, pero también vivimos en un mundo con limitaciones y demandas muy reales”, agrega.

En un reportaje publicado por MAGIS, Hopkins describió la Red de Transición en estos términos: “Tenemos la oportunidad de crear algo tan histórico como la Revolución Industrial, tan histórico como todas esas transformaciones que han surgido con el Movimiento de los Derechos Civiles o el Movimiento Feminista. […] Se trata de una oportunidad extraordinaria para volver a imaginar cómo relacionarnos unos con otros, cómo convivir, cómo trabajar como cultura. Aunque estemos mirando el problema a través de la lente del cambio climático y de la energía, en el fondo se trata de que hemos olvidado cómo relacionarnos”.

Hopkins define las Redes de Transición como grupos de personas entusiasmadas que promueven la producción local de alimentos, enseñan a los niños a cultivar y reciclar en las escuelas, o utilizan monedas alternativas para adquirir productos. Son redes que organizan sus integrantes, abiertas, sin jefes y diseñadas de acuerdo con las necesidades particulares de cada comunidad.

En México existen Redes de Transición en estados como Querétaro y Michoacán.

Red de Transición

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 :: “Transición a un mundo sin petróleo”. Charla ted de Rob Hopkins.

 

Juntos trabajamos, juntos soñamos, juntos caminamos

Foto: capeltic.org
Foto: capeltic.org

Valorar un buen café puede estar no sólo en su disfrute, sino también en comprender cómo ese café se vuelve factor de la economía en una región y contribuye al bienestar social. Capeltic es una cooperativa que busca retribuir de forma justa y digna a pequeños productores indígenas tseltales en la selva norte de Chiapas por su trabajo.

Capeltic (“nuestro café”, en tseltal) produce café orgánico de alta calidad y lo vende a través de tres cafeterías ubicadas en la Ibero Ciudad de México (2010), la Ibero Puebla (2012) y en el ITESO (desde 2014); así se articula el trabajo de estas instituciones con los proyectos sociales apoyados por la Compañía de Jesús. Actualmente tiene su propia planta para tostar café. En 2016 esta empresa vendió 75 toneladas y factura 50 millones de pesos al año; cuenta, además, con una escuela de café en donde preparan a baristas, así como una escuela de sustentabilidad.

Para cambiar la lógica de explotación, en la región se creó Yomol A’Tel, que integra a otras cuatro cooperativas: Ts’umbal Xitalha’ (produce miel orgánica), Bats’il Maya (planta torrefactora de café orgánico), Xapontic (mujeres que elaboran jabones artesanales) y Chabtic (comercializadora de miel orgánica). Este proyecto, integrado por 65 comunidades y 330 productores de nueve regiones, beneficia a más de 2 mil indígenas.

Capeltic

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Vínculos para el comercio justo

Foto: Luis Ponciano
Foto: Luis Ponciano

Crear vínculos significativos entre productores de alimentos agroecológicos y consumidores responsables es el objetivo del trabajo conjunto de las cooperativas Milpa y El Jilote.

Después de una década de trabajo entre el ITESO y organizaciones de agricultores de Jalisco que buscaban mejorar la alimentación familiar, hace tres años nació Milpa, proyecto que lidera Paulo Orozco, profesor de la carrera de Nutrición. La cooperativa busca cambiar el modelo alimentario desde el consumo.

La idea generadora fue sacar de las aulas el tema de la soberanía alimentaria, para ponerlo en práctica. Fue así que, en coordinación con El Jilote, agrupación de productores de alimentos agroecológicos, realizan un esfuerzo para llevar al consumidor final productos de calidad basados en el comercio justo, en espacios como la Feria de Productores en el Club de Leones, en Chapalita, y Andares Farmers Market.

Para la cooperativa El Jilote, coordinada por Jaime Morales, del Centro de Investigación y Formación Social del ITESO, y que comenzó hace 15 años, el reto está en encontrar más espacios para vender los productos.

Cooperativa de Consumo Consciente Milpa

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Sembrar maíz es una acción política

Protesta en la Ciudad de México contra el maíz transgénico. Foto: Alejandro Ayala
Protesta en la Ciudad de México contra el maíz transgénico. Foto: Alejandro Ayala

Nacieron porque la empresa Monsanto buscó producir maíz modificado genéticamente en el año 2001, sin que nadie le dijera nada. Y entonces ellos se preguntaron: ¿de dónde vienen los alimentos? ¿Cuál es la huella ecológica que deja nuestra alimentación? ¿Por qué se producen tantos alimentos y no se pueden erradicar las hambrunas, la desnutrición y las muertes por hambre?

Son la Red en Defensa del Maíz. Y aunque mantienen el nombre por la supremacía del maíz, en realidad su lucha es contra el despojo, por sus costumbres y por una manera de reproducir la vida y los alimentos sin que estos procesos afecten a la naturaleza.

Es un grupo de pueblos productores, indígenas, campesinos y vecinos en zonas urbanas, que ya superan las mil comunidades en todo el país. Evangelina Robles, integrante de la Red en Jalisco, señala que no hay momento en que descansen, sólo que a veces “somos más visibles y otras veces nos dedicamos más a la capacitación. Pero, como nosotros decimos, sembrar maíz es una acción política”.

Esta red se ha fortalecido gracias a sus esquemas de organización horizontal, en los que se privilegia la transmisión del conocimiento para prepararse para enfrentar decisiones gubernamentales que podrían afectar los cultivos, la semillas y la producción de cientos de personas que se resisten a ser desplazadas por la agroindustria.

Entre estas luchas y resistencias están los procesos de amparo y judicialización en tribunales, por el despojo que sufren las comunidades indígenas y campesinas por parte de trasnacionales. La invitación que hacen es a reflexionar sobre esa pregunta básica que leímos líneas arriba: ¿de dónde viene lo que comemos y cómo es que se produce?

Red en Defensa del Maíz

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Del huerto al consumidor sin escalas

Así lucen el huerto y los invernaderos de Edén Orgánico. Foto: Del Facebook de Edén orgánico.
Así lucen el huerto y los invernaderos de Edén Orgánico. Foto: Del Facebook de Edén orgánico.

Edén Orgánico es un colectivo conformado por mujeres que apostaron a la creación de un invernadero; el objetivo inicial fue el ahorro de dinero por la compra de alimentos y la venta del excedente para obtener ingresos; ahora son un referente en capacitación para la agricultura orgánica en Guadalajara.

Produciendo hortalizas, fertilizantes, composta, repelentes y hasta huertos familiares, estas mujeres (Felícitas Gutiérrez, Celia López, Irma Jiménez, María de Lourdes Guzmán y Marisela Rosales) comenzaron el proyecto en 2005 y consiguieron en préstamo un terreno de 100 metros cuadrados ubicado en una escuela de la colonia Lomas del Paraíso.

El proyecto se replicó en Atemajac, en conjunto con el Cecati 56, en donde han impartido durante seis años el Taller de Huertos. Producto de esto, la institución pondrá en marcha un proyecto para brindar capacitación en los Cecati de Aguascalientes, Nayarit y el resto de Jalisco, con la intención de brindar reconocimientos avalados por la sep.

Para Marisela Rosales, quien se involucró de lleno en brindar capacitaciones, Edén Orgánico le dio un giro a su vida y asegura que la mejor forma en la que los ciudadanos pueden contribuir al proyecto es con mano de obra y asistiendo a sus ferias, que tienen lugar el primer domingo de cada mes en el Cecati 56 y donde brindan talleres de comida alternativa y cosmética natural, entre otros, y son de cooperación voluntaria.

Actualmente colaboran diez personas de base y algunas de sus fundadoras trabajan en otros proyectos vinculados a Edén Orgánico.

Edén Orgánico

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:: eden_organico@yahoo.com.mx

:: Cecati 56, avenida Atemajac 1270, Zapopan, Jal.

Las comunidades por encima del capital

Desde Chile, Sergio Oceransky, director de Grupo Yansa, cuenta que entre 2009 y 2012 participó en múltiples reuniones con la asamblea comunitaria de Ixtepec, Oaxaca, para proyectar un parque eólico singular.

El objetivo era generar un emprendimiento de energía limpia para los pueblos del Istmo de Tehuantepec. “Trabajamos las energías renovables conforme un modelo comunitario, no sólo de control de las tierras. Lo que nos interesa es que las comunidades se conviertan en las dueñas de los activos y que la generación de recursos energéticos reditúe en un ingreso que sea invertido en los planes de vida decididos para la comunidad, siempre y cuando sean enfocados en fines socioambientales”.

El proyecto fue detenido debido a los intereses de las trasnacionales. “En México no nos ha ido muy bien, porque no existe legislación que permita a las comunidades indígenas que se apropien y generen proyectos comunitarios que sean en beneficio de ellas mismas”.

Se contemplaba crear un parque eólico de 192 megavatios y se buscaba que fuera financiado por inversionistas aprobados por la propia comunidad, porque la intención “es que las grandes trasnacionales no se adueñen ni despojen de sus tierras a las comunidades”.

Además de este proyecto social, Grupo Yansa organizó varios foros donde las mujeres pudieran tener procesos de empoderamiento frente a las comunidades con conductas machistas enraizadas. Y otro foro donde los jóvenes pudieran vincular su trabajo comunitario con otras formas de generar más proyectos de esta índole.

Grupo Yansa

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Permacultura para una sociedad mejor

Foto: eoi.es
Foto: eoi.es

El trabajo que realiza Es Fácil Ser Verde consiste en crear un movimiento de personas que se preocupan por el ambiente, que incluye talleres y proyectos especializados en torno a la permacultura, sistema de principios de diseño agrícola, social, económico y político.

La organización, con 12 años de trabajo en cultura ecológica y comercio justo, toma como base el cuidado de la Tierra, la repartición justa y el cuidado de la gente, principios éticos de la permacultura. Al frente de ella están Jeinny Solís, César Salinas y Jesús Sánchez.

Tiene su base en Jilotepec, Estado de México, y actualmente sus integrantes desarrollan un Centro de Capacitación en Ecotecnia, Agricultura Orgánica y Permacultura, además de un proyecto para construir baños secos (con los que se ahorra 50 por ciento del consumo de agua en el hogar), así como una red de distribución, por medio de una app, de productos orgánicos, una de cuyas características principales será que tendrán bajo costo.

Es Fácil Ser Verde

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