Aquí estoy para lo que me prepararon mis padres. Reflexionando sobre todo lo que me enseñaron; con gran dolor. Ahora me hace sentido lo que mis padres hacían.
Recuerdo cuando quebró la empresa de mi padre. Yo tenía 11 años y con mucha preocupación le preguntaba: ¿ahora qué haremos?, ¿nos quedaremos en la calle?, ¿vamos a morir de hambre?
Él, tranquilo, me dijo:
“Hijo mío, verás, a veces las cosas no salen como uno quiere, pero hay ciertas actitudes que podemos tomar para encontrar no caer en el caos. Tenemos que buscar la serenidad y la felicidad incluso en medio de las circunstancias adversas.”
Yo, confundido, no entendía que me quería decir, pero me senté y dejé que continuara, yo confiaba en él.
También una vez se me rompió mi celular. Yo llorando desconsolado porque sentía que fue mi culpa el que se me cayera. Él se agacho conmigo, levanto mi cabeza para que lo viera a los ojos, y secándome las lágrimas con un papel me dijo:
“No te preocupes, es importante recordar que la vida es cambiante y que todo lo que ocurre es una parte natural del flujo de la vida. Tu no tuviste la culpa, es parte de la naturaleza, los accidentes. Debemos estar enfocados en lo que podemos controlar, como nuestros pensamientos y nuestras acciones. Y lo que ya no podemos controlar debemos aceptarlos.”
Rara vez lo veía preocupado por las situaciones de la vida, yo pensaba que no le importaba.
Hasta que por fin entendí cuanta sabiduría tenía, hay cosas que uno tiene que aceptar y asumir.
Mi tía me empezó a tocar mi hombro pausadamente:
“Ay sobrino, qué lástima que tus padres murieron en el accidente de carro.”
Sí tía, qué lástima, pero así pasa
“Ay sobrino que frío eres, pero te deseo lo mejor”
Muchas gracias, tía
Deja una respuesta