Veinte años de Patronas… y los que faltan

Por: Mariana Espeleta, Académica Investigadora del CIFS
cifs.iteso.mx

Dice un refrán que “no es lo mismo los 3 mosqueteros que 20 años después”, y en el caso de las Patronas tiene mucha razón. En febrero de 1995, las hermanas Rosa y Bernarda Romero Vázquez habían ido al pueblo a comprar el pan y la leche, y a la vuelta se detuvieron a esperar el paso del tren para cruzar. Siempre venía lleno de migrantes que se amontaban en el techo o se apretujaban en la pequeña plataforma entre vagones, pero esta vez alguien les pidió socorro: “tenemos hambre”, gritaron, “ayúdenos”… y las muchachas les aventaron la bolsa de pan. Su madre, doña Leonila escuchó el relato de sus hijas y aprobó su acción: aunque se tenga poco, hay que compartirlo con lo que tienen menos, es la filosofía de esta familia.

A partir de ese día las mujeres Romero Vázquez se dedicaron a preparar alimentos en sus cocinas particulares, y arrojarlos al tren. Al principio ellas mismas costeaban la comida, pero luego algunas vecinas y comerciantes locales se sumaron a su llamado solidario. Pronto había más mujeres ayudando en la preparación y en la peligrosa tarea de arrojar la comida y el agua a los vagones del tren a gran velocidad, y hubo que organizar rondas de recolección con quienes generosamente donaban provisiones. Pronto las comenzaron a conocer como “las Patronas”, porque así se referían a ellas los migrantes, en referencia al pueblo  Guadalupe de la Patrona, Veracruz. Pero también y no por casualidad a la virgen de la que toma su nombre.

Siguieron así por algunos años, y poco a poco crecía su reconocimiento, pero también tuvieron problemas: Las leyes respecto a la migración tenían grandes imprecisiones que a menudo se prestaban para criminalizar a quienes ayudaban a los migrantes, acusándolos de trata de personas, como fue el caso de Concepción Moreno, “Doña Conchi”, quien en 2005 fue injustamente sentenciada a 6 años en la cárcel por darle de comer en su casa a migrantes centroamericanos. Además, el párroco local no veía con buenos ojos que surgiera una organización de mujeres que sacaran a Cristo de la iglesia, y vivieran el evangelio con el ejemplo, pues las Patronas siempre han hecho hincapié que su motivación viene de su fe y su trabajo es voluntad de Dios, un Dios que se manifiesta menesteroso en el cuerpo de cada migrante que pasa por allí, y ellas lo auxilian, renovando el mensaje de amor que reciben a cambio. Norma Romero, vocera del grupo lo dice cada vez que puede: entre más dan, más reciben… y misteriosamente esto no es sólo metafórico: En su cocina se multiplican los panes.

El parteaguas vino en el año 2005, cuando un documental llamado “de Nadie” que relata el paso de los centroamericanos por México, dirigido por un misterioso equipo de estudiantes desconocidos, ganó un premio internacional y de pronto ¡zaz! Las Patronas –a pesar de que el documental no se dedica a ellas- Se robaron el corazón de miles de espectadores en México y en el mundo, y de pronto les comenzaron a llegar voluntarios, donadores, reporteros, políticos, artistas, curiosos… y se dieron cuenta de la magnitud del lío en el que se habían metido: tenían mucha responsabilidad. Por supuesto, no se achicopalaron, finalmente ellas estaban allí por algo más grande que ellas mismas, y con igual determinación con la que habían emprendido la pequeña tarea de preparar algunos lonches al día, asumieron también la enorme tarea de convertirse en defensoras profesionales de los Derechos Humanos de los migrantes.

Han pasado 10 años del documental, y han venido muchos otros reportajes y documentales. También vino la posibilidad para construir una cocina grande, un patio-comedor y algunos cuartos para brindar descanso y refugio a los que lo requieren. Las Patronas se han profesionalizado, organizado, han conocido de leyes, han aprendido a evitar comprometerse con intereses oscuros, han construido alianzas luminosas, han perdido el miedo a hablar en público, han viajado invitadas para difundir su quehacer, han denunciado incansablemente las circunstancias que obligan a los migrantes a viajar y las terribles vejaciones que sufren, también la corrupción y la colusión de las autoridades… En últimos tiempos, hasta han tenido la oportunidad de decirle frente a frente al Sr. Presidente que no ha hecho bien su trabajo de garantizar la vida, la libertad y la integridad de quienes cruzan este país buscando mejores oportunidades.

Así, a veinte años de haber iniciado su misión solidaria que ha removido conciencias y sumado muchas manos de ayuda, las Patronas son muy diferentes a las jóvenes ingenuas que un día se sintieron llamadas ante la necesidad del otro. Hoy saben la magnitud de este llamado, el sufrimiento que implica y también el gozo, las horas de trabajo, el riesgo de interponerse entre los migrantes y los intereses de los traficantes de personas, la gratitud de los familiares, las palabras de ánimo y esperanza que a diario reciben, la fatiga, los cientos de lonches que hay que preparar y el esfuerzo de arrojarlos cada día… Y como dice doña Leo a sus 77 años: no van a parar mientras tengan fuerzas. Y sucede que las fuerzas, como los panes, también se les multiplican.

 

Defensa derechos de las mujeres en el ITESO

Día Internacional de las Mujeres

Por: Graciela Larios

El 8 de marzo Día Internacional de las mujeres, no es para festejar su belleza, sino para recordar a las mujeres trabajadoras y a su lucha incansable por la igualdad.

Los orígenes del Día Internacional de las Mujeres se remontan a 1857, cuando las mujeres que trabajaban en la industria textil de Nueva York, en los Estados Unidos, organizaron una protesta. Pedían salarios más altos y mejores condiciones laborales, pero la policía se encargó de dispersar a los manifestantes. Dos años más tarde, también en marzo, estas mujeres crearon su primer sindicato con el fin de protegerse y conseguir ciertos derechos laborales básicos.

El 8 de marzo de 1908, 40 mil mujeres costureras industriales se declararon en huelga, nuevamente pedían salarios más óptimos y la disminución de las jornadas laborales. También exigían el derecho a unirse a sindicatos y el rechazo al trabajo infantil. Durante la huelga los dueños de la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York, encerraron a sus trabajadoras e incendiaron el lugar. Murieron alrededor de 129 mujeres.

Para  1909 el Partido Socialista de los Estados Unidos de América con una declaración de conformidad, se celebró en los Estados Unidos el primer Día Nacional de las Mujeres, se siguió con esta celebración cada último domingo de febrero hasta 1913.

Varios países se fueron sumando a la celebración del Día de las mujeres cada 8 de marzo. En México fue hasta 1935 que las mujeres del Partido Nacional Revolucionario (PNR, hoy el PRI) lo festejaron.

El 17 de octubre de 1953 se dio a conocer a través del Diario Oficial de la Federación el anuncio del Voto Femenino en México.  Hasta el 6 de julio de 1958 las mujeres mexicanas ejercieron su derecho al voto. Y fue hasta el primero de enero de 1975, que entró en vigor el nuevo artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: El varón y la mujer son iguales ante la ley.

En el camino y los retos del empoderamiento de las mujeres, el Centro de Investigación y Formación Social (CIFS) del ITESO, ha realizado y apoyado distintos proyectos para empoderar a las mujeres.

 

Mujeres de Cajititlán por un lago limpio

Laura Velázquez, Investigadora del CIFS del Programa de Ecología Política, comentó que desde hace seis años han estado trabajando en la Red de mujeres por un lago limpio en la región de Tlajomulco, ya que la Laguna de Cajititlán está pasando por serios problemas ambientales

Mujeres y la migración

Magdalena de la Peña del Programa de Migración en el CIFS, con alumnos y alumnas del PAP Migración en Jalisco y de la maestría en Desarrollo Humano han creado grupos de autoayuda para mujeres de Zapotlanejo que tienen familiares migrantes en Estados Unidos. “Ya que muchos de los hombres que parten hacia el norte dejan al cuidado de los hogares a sus mujeres quienes desempeñan dos roles a la vez: de padre y madre” Comenta Magdalena.

Actualmente se trabaja en la formación de promotoras, es decir, las mujeres interesadas y líderes a quienes se les capacita sobre derechos laborales de las personas migrantes, separación familiar, educación popular, etc.          

Mujeres rurales del sur de Jalisco

Por su parte, Manuel Sánchez Ramírez del Programa de Desarrollos Regionales Alternativos, comentó tres de las necesidades principales para las mujeres en el sur de Jalisco: empleo digno y bien remunerado, derecho a la vivienda y el derecho a la salud.

En el caso de Atoyac se ha trabajado en búsqueda del derecho a la vivienda, con la integración de una asociación civil integrada por 300 personas de las cuales el 95% están integradas por mujeres

Sánchez también comentó otro proyecto que se llama Guararte que cuenta con cinco mujeres del poblado de La Mesa en Zapotlán el Grande, que se dedican a fabricar huaraches artesanales.

El Colectivo la Barranca esta en Tapalpa, integrado con 11 mujeres que producen la extracción de miel, elaboran cerámicas decoradas y medicina de herbolaria.

Finalmente, en el Sur del Estado está la Tostadería en Usmajac integrado por 7 mujeres que laboran tres horas diarias, lo que les permite atender sus hogares y tener una remuneración similar a la de los hombres de la zona.

Defensa derechos de la mujer en el ITESO

Existen otros grupos con los que el ITESO y sus estudiantes coolaboran para la defensa de los derechos de las mujeres.

Uno de ellos es la Red de Género, integrada por personal de la Universidad, estudiantes, académicos y académicas. Para más información: http://goo.gl/Bu07Xe

Con dichos proyectos, desde el CIFS buscamos la participación activa de las mujeres para poder hacer cambios en la sociedad.

 

 

 

 

El derecho sobre el placer femenino

De la denuncia del horror al reconocimiento del legítimo derecho: sobre el placer femenino

Por: Elsa Ivette Jiménez, académica del Programa Interinstitucional de Derechos Humanos y Paz ITESO

Mediante resolución aprobada en el 2013, la Organización de las Naciones Unidas llama a los Estados Parte a observar el 6 de febrero como Día Internacional de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina. La mutilación genital femenina (MGF) es un procedimiento que se realiza a las mujeres entre su infancia y adolescencia que consiste en la lesión o extirpación de sus órganos genitales externos. Aproximadamente 140 millones de mujeres y niñas sufren los efectos de esta intervención que, además de menstruaciones y coitos dolorosos, suele originar problemas urinarios, quistes, infecciones, infertilidad, aumento de riesgo de contagio de VIH / SIDA y otras enfermedades sanguíneas, incluso llega a generar hemorragias graves y complicaciones durante el parto que las ponen a ellas y a los recién nacidos en riesgo de muerte.

La MGF se realiza principalmente en África, (en donde hay alrededor de 92 millones de víctimas según datos de la Organización Mundial de la Salud), le siguen Asia y Oriente Medio. Su presencia, aunque mucho menor, va en aumento en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos debido a la inmigración procedente de África y Asia sudoccidental.

La creencia detrás de la MGF es que mediante esta práctica se resguarda la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial al mitigar la líbido femenina y evitarse así que ellas cometan actos “ilícitos”. Sin embargo, como toda construcción de género, también existen otras lecturas culturales, como la que señala que los genitales femeninos son sucios y antiestéticos, la idea de que aumenta la fertilidad y hace el parto más seguro y también se le considera como un rito de iniciación femenino que abona a la integración social. Algunas de estas razones, con un trasfondo de imperativo religioso y social, suelen esgrimir las personas –hombres y mujeres- que fomentan la MGF.[2]

Tristemente, son las mujeres más cercanas a la niña intervenida quienes se encargan de organizan el procedimiento y son matronas de la comunidad, quienes usualmente lo llevan a cabo (aunque, en los últimos años, se ha venido disparando la cantidad de prácticas que realizan profesionales –hombres y mujeres- de la salud). De esta manera podemos comprobar, una vez más, algunas tesis de Pierre Bourdieu en el sentido de que las mujeres nos apropiamos de los esquemas de percepción dominantes hasta concebir una representación negativa de nuestro propio sexo (Bourdieu 2000, 27). “La moral femenina se impone sobre todo a través de una disciplina constante que concierne a todas las partes de! Cuerpo” nos recuerda este sociólogo francés (íbid, 42).

Sin lugar a dudas, la MGF implica la violación grave de derechos humanos de las mujeres y las niñas y constituye una práctica reprobable al margen de cualquier esquema social del que forme parte. Sin embargo, lo que me gustaría señalar a continuación es que en nuestros países y en nuestras cultura –es decir, dentro del aglutinado y heterogéneo espacio simbólico que consideramos occidental-  tenemos otras prácticas que, sin llegar a la saña y brutalidad que implica la MGF, tienen efectos negativos en la salud y calidad de vida de las mujeres. Me refiero a los discursos y prácticas que les inhiben el conocimiento y apropiación de su cuerpo (siguiendo, igualmente la línea anteriormente reproducida de Bourdieu) y que se cuelan dentro de los discursos y prácticas científicas violentando sus derechos sexuales y reproductivos.

Como ejemplo, es poco lo que se conoce aún- tanto en términos legos como en científicos- sobre el clítoris, ese órgano femenino cuya única función es otorgar placer. Asegura Natalie Angier, en su obra Mujer una geografía íntima, que al realizar una búsqueda en Medline, la base de datos médica más grande del orbe, sólo encontró unas cinco docenas de referencias en torno al clítoris en un periodo de cinco años, mientras que el término pene generó treinta veces esa cantidad (2011, 93).

La violencia obstétrica, por otra parte, hace alusión a los tratos abusivos, negligentes y carentes de respeto durante el embarazo, parto y puerperio por parte del personal de salud y que repercuten directa e indirectamente en la salud física y psicológica de las mujeres. En nuestro país, una muestra de la magnitud de esta situación está en el incremento desproporcionado de nacimientos por cesárea (50.3% del 2000 al 2012) (GIRE s/f,122), sin contar los numerosos casos de mujeres pobres e indígenas que han parido en los baños de los hospitales o fuera de estos al negárseles la atención médica. Tenemos también altos índices de mortalidad materna –particularmente en algunos estados y regiones en donde entra en juego también una discriminación terrible hacia la población indígena- , mientras el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo sigue debatiéndose en esferas en donde no estamos debidamente representadas.

Para concluir, me gustaría señalar que, si bien la MGF es una práctica terrible que debe ser erradicada, la negación del placer y la violencia contra el cuerpo y el bienestar de las mujeres está presente también en nuestras prácticas culturales, institucionales y profesionales. Resulta más sencillo denunciar y horrorizarse ante hechos que ocurren fuera de nuestro contexto, que realizan “otros y otras” ajenos a nuestra realidad más inmediata que identificar, cuestionar y denunciar aquello de lo que participamos y aceptamos pasivamente.

Bibliografía:

Angier, Natalie. 2011. Mujer una geografía íntima. Madrid: Paidos.

Bourdieu, Pierre. 2000. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

El mundo. El Estado Islámico ordena la ablación de todas las mujeres y niñas en el norte de Irak, nota de Francisco Carrión,14 de julio de 2014. Disponible en: http://www.elmundo.es/internacional/2014/07/24/53d0fc2ae2704eb3108b457e.html

GIRE. Omisión e indiferencia. Derechos Reproductivos en México. Disponible en: http://informe.gire.org.mx/

[2] Según información reciente  el Estado Islámico está impulsando la MGF al norte de Irak con el fin de alearlas a mujeres y niñas  “del libertinaje y la inmoralidad”, sin embargo, alertan las Naciones Unidas, esta práctica no es común en el país. (El Mundo, 24 de Julio de 2014).

“Un país que no cuida a su gente”

Por: Alejandra Sandoval

Hilda sentía muy dentro de todas sus entrañas que no podía quedarse más tiempo en México, se sentía con miedo e insegura. Quería tener a su familia junta otra vez.

Mi esposo se fue a trabajar a Morelos, está vendiendo carros con un familiar y mientras, está tramitando visa para trabajar en Canadá, yo por lo mientras, decidí viajar con mi sobrino hacia Estados Unidos, con la compañía de él me sentía más segura. Pedí un préstamo al banco por 140 mil pesos para cubrir los gastos del viaje y mientras, enviarle dinero a mis niños.

El viaje me salió muy caro, el pollero me cobró 4 mil 500 dólares por ser de confianza, y esto porque me lo recomendó el amigo de un cuñado. La condición de mi pollero era que le diera 3 mil pesos para pagar a la mafia de Agua Prieta, llegando a Douglas le tenía que dar mil 500 dólares y en cuanto llegara a Tennessee tenía que darle el resto del dinero. Pero no llegue ni a Douglas. La oferta de mi pollero sigue en pie, pero me voy a esperar a que la frontera se tranquilice, no quiero arriesgarme por el desierto. Si no logro pasar, me traeré a mis niños a México.

Los hijos de Hilda la impulsan a volver a cruzar, ella sabe que su familia no tiene una gran necesidad económica y sabe que puede poner otro negocio. Sin embargo, la inseguridad en México y las autoridades ineficientes no le permiten traer de vuelta a sus hijos a un país que, como dice Hilda: no cuida a su gente.

PARTE 1: EL ROSTO DE LOS MIGRANTES CENTROAMERICANOS QUE PASAN POR MÉXICO HACIA ESTADOS UNIDOS

Parte 1: La complejidad de ser migrante: observar su nacionalidad, su género y su edad es insuficiente

Por: Adriana González Arias

Desde que el tema de la migración centroamericana de tránsito por México empezó a visualizarse de manera exponencial, aproximadamente a principios de los años 2000, nos hemos encontrado con diversos documentos y autores que describen quiénes son los migrantes que llegan y pasan por México. Sin embargo, es imposible y muy ambicioso, lograr caracterizar un perfil único “del migrante que pasa por México”, pues cada uno representa diferentes nacionalidades, diferentes causas de migración, diferentes necesidades.

Con datos de 2013, tanto del Instituto Nacional de Migración (INM) como de la Red de Documentación de Organismos Defensores de Migrantes (RDODM) es posible resumir que las tres nacionalidades que más transitan por México hacía Estados Unidos son la hondureña, la guatemalteca y la salvadoreña. Los registros de estas dos bases de datos muestran a los hondureños en primer lugar con un porcentaje que va del 42.5% al 48.7%. No obstante, ambas difieren en la asignación del segundo lugar, ya que para el INM son los guatemaltecos (38.8%) y para la RDODM son los salvadoreños (29.3%), quienes a su vez representan el tercer lugar para el INM (18.7%); en cambio el tercer lugar para la RDODM lo ocupan los guatemaltecos (22%).

¿Qué género migra más? De manera general es posible decir que el 85 por ciento son hombres y el 15 por ciento mujeres. Esta información puede recuperarse desde los datos de la EMIF SUR, donde se muestra la suma de los migrantes detenidos por las autoridades mexicanas y estadounidenses en 2009. En México se detuvo a un 84.9% (51,729) de hombres y a un 15.1% (9,212) de mujeres; por su parte, las autoridades estadounidenses devolvieron a 68,828 hombres (86.7%) y 10,581 mujeres (13.3%).

Respecto a la edad del migrante es posible decir que el rango que mayor porcentaje tiene es de 19-20 a 29 años de edad, datos obtenidos de la EMIF SUR y la RDODM. La presencia de menores oscila entre el siete y nueve por ciento, a excepción de los detenidos por autoridades mexicanas (EMIF SUR, 2012), que registran un porcentaje más elevado, de aproximadamente 15%.

Sin embargo no podemos olvidar que detrás de cada dato, cifra o estadística, hay seres humanos con historias, experiencias y recuerdos, que nos llevan a descubrir otras características de esta migración. Este es el caso de las tres historias que se comienzan a contar a continuación:

“Soy salvadoreña, salí de mi país a los 17 años necesitaba poner tierra de por medio, estaba casada y ya no podía estar cerca de mi marido, pues él me maltrataba y quería tener hijos. Mi familia también metía presión con los hijos. Cuando decidí salirme del Salvador no tenía dinero, no tenía trabajo, sólo estudié hasta la secundaria. Cuando decidí salirme fue de una noche a otra… sí realmente no tenía dinero ni a dónde ir, pero yo ya no quería que me siguieran golpeando”.

“Sí, soy de Guatemala, a los 17 años tenía miedo por la guerra, era el año de 1988, mi familia era pobre y fuimos desplazados a otros pueblos, además de ser amenazados por la gente que va tomando el poder en las zonas. Me animé a salir porque tenía un tío en Arizona, con quien sabía que me podía quedar”.

“Yo soy de Honduras, me salí a los 20 años, tenía dos hijos y no tenía dinero, me acababa de separar y estaba embarazada de dos meses, me violaron… sí dejé a mis hijos con mi mamá… mi hermana que vive en Estados Unidos me mandó dinero para correr de aquello…”.

Estas tres historias nos muestran parte de la complejidad de lo que significa ser migrante: observar su nacionalidad, su género y su edad resulta verdaderamente insuficiente. Para entender y acercarnos al rostro del migrante deberíamos cuestionarnos también acerca del capital social con el que cuenta y qué es lo que le hace optar por salir de su país, cuáles son las causas de su migración, su situación familiar, su perspectiva de futuro…

Fuentes bibliográficas:

–          EMIF SUR (2012): Encuesta sobre migración en la Frontera Sura de México, 2009. Serie histórica 2004-2009. México: SEGOB: Instituto Nacional de Migración, Consejo Nacional de Población / El Colegio de la Frontera Norte (COLEF) / Secretaría de Relaciones Exteriores / Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

–          Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (2013): “Informe estadístico sobre las características de los transmigrantes centroamericanos”. De la trilogía: Narrativas de la transmigración centroamericana en su paso por México. México: RDODM.

¿Exactamente qué es la violencia en contra de las mujeres?

Por: Mariana Espeleta, Académica experta en Género del CIFS ITESO

A menudo, al escuchar este término se piensa en la violencia doméstica, los golpes y las agresiones que algunas mujeres reciben en su entorno familiar, por lo general a manos de su pareja o expareja. Aunque este es uno de los aspectos más conocidos y evidentes de la violencia contra las mujeres, en realidad el término se refiere a una gama muy amplia de conductas que no siempre dejan una huella visible.

La violencia contra las mujeres se caracteriza por el componente de género. Esto quiere decir que está relacionada con la apreciación cultural que inferioriza a las mujeres, y con el desigual acceso a los recursos y al poder que permite que en una sociedad determinada, exista una estructura que tolera o incluso promueve que los hombres ejerzan un control simbólico o material sobre las mujeres; por esta razón, hablamos de un problema público que afecta a la sociedad en su conjunto, y no de un asunto privado de la esfera individual o doméstica. Haciendo un paralelismo con la violencia étnica, que se ejerce en una sociedad racista, la violencia contra las mujeres se ejerce en una sociedad sexista.

La violencia contra las mujeres, no es exclusiva ni de una región, ni de una clase social, ni de un colectivo humano particular: sucede a lo largo y ancho de todo el mundo, e incluso en los países más democráticos, igualitarios y avanzados en la atención a este problema, existen casos de violencia cotidiana en contra de las mujeres. Por supuesto, los aspectos estructurales, culturales y coyunturales de cada región particularizan las formas y la intensidad de la violencia en contra de las mujeres; ciertamente en contextos de mayor discriminación y violencia generalizada, mayor es el riesgo: las guerras, las hambrunas y las catástrofes naturales presentan condiciones de mayor vulnerabilidad para mujeres y niñas.

La violencia contra las mujeres puede ser muy sutil, apenas perceptible por quienes no la ejercen ni la padecen como el chantaje, el control o las pequeñas acciones que busquen minar la auto-confianza y la dignidad. Existen también las formas de control económico, limitando el acceso a los recursos, la comida o los medios de subsistencia. Además de estas formas de violencia ejercidas a nivel personal o comunitario, existen formas de violencia estructural -ejercidas por el Estado- a través de políticas públicas que pretenden el control del cuerpo de las mujeres y su acceso al poder, con fines de utilidad pública, por ejemplo: negar el derecho a decidir sobre el número de hijos, sobre la elección del cónyuge, negar el derecho a votar y ser votadas, a la participación en la toma de decisiones, etc.

La violencia contra las mujeres, sea sutil o brutal, impacta negativamente en todos los ámbitos sociales y solamente puede ser atajada con cambios en la estructura cultural, política y económica. Las cifras en México y en el mundo son alarmantes, y aunque se ha mejorado en algunos aspectos y regiones, también existen indicadores de que algunas formas de violencia crecen a escala global; como la trata con fines de explotación sexual y el trabajo forzado.

Para saber más:

Estadística Infográfica de ONU Mujeres:  http://goo.gl/4F3Bvw

ONU Mujeres: “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”:  http://goo.gl/QXyYrL

ACNUR: “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer”: http://goo.gl/YXJbrZ

Instituto Nacional de las Mujeres: “Sistema de Indicadores de Género”: http://goo.gl/ZPIy0v

 

Instrumentos normativos que buscan prevenir y erradicar la violencia y discriminación contra la mujer

Por: Andrea Aquino Rizo, estudiante de ITESO

La búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades entre las personas se ha ido impulsando desde finales del siglo XVIII con sucesos de índole mundial, como son la independencia de los Estados Unidos de América y, más importante aún, de la revolución francesa. Paralelo a ello, aunque menos enunciado en los documentos históricos, las mujeres ha buscado la promoción y el respeto de los sus derechos, así como los de las niñas los cuales, si no eran directamente desiguales y discriminatorios respecto a los hombres en las legislaciones contempladas, ni siquiera contemplaban consideraciones legales respecto a temas de suma importancia para ellas como lo es el caso de las consideraciones especiales sobre la maternidad y del derecho a decidir sobre su propio cuerpo (asuntos que aún hoy continúan vigentes).

Debido a la relevancia que han cobrado los movimientos que promueven los derechos humanos en la arena internacional se han generado instrumentos, programas y planes de acción que promueven el equilibrio social en muchos países, entre ellos la erradicación de la discriminación y violencia contra las mujeres. En ese sentido, se plantea este documento para abordar algunos instrumentos que promueven el reconocimiento de esos derechos, alcances y consecuencias en el ámbito internacional para después analizar su influencia y funcionamiento en la legislación nacional, resaltando los puntos que aún falta fortalecer para buscar su efectividad plena.

En principio se ha de resaltar la importancia en la observación y seguimiento de los avances de los instrumentos normativos internacionales, interamericanos y nacionales en cuanto a la  incorporación de la perspectiva de género para buscar la equidad entre hombres y mujeres, la cual radica en formas históricas de desigualdad de oportunidades y derechos entre los sexos, aunadas a nuevas formas y estructuras que reproducen estas diferencias. Partiendo de la necesidad de generar soluciones que busquen erradicar la espiral aparentemente interminable de discriminación y violencia de género que afectan no sólo a mujeres, sino también a los hombres[1] y a personas de la diversidad sexual y amorosa.

Resaltando en un principio la definición de discriminación contra la mujer bajo los estándares internacionales que recae en “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer”[2], podemos afirmar que, gracias a los esfuerzos de los movimientos en todo el mundo a favor de los derechos de las mujeres, se han concretado esfuerzos importantes orientados a las reformas en la legislación internacional para a impulsar la igualdad y la equidad[3] en todos los aspectos de la vida social entre hombres y mujeres.

A pesar de los avances que se han suscitado, los logros internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres asumen la limitativa en la imposibilidad punitiva que restringe a estos organismos de aplicar sanciones fuera de la presión política de manera general y, en casos graves, la imposición de algunas multas administrativas de manera particular -siendo el ejemplo predominante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)-. Esta imposibilidad de afección real internacional ha provocado que sus cuerpos normativos no puedan exceder —en cuanto a la práctica— a la de un manual de fuertes sugerencias.­

En ese sentido, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) por ejemplo, se da a la tarea -desde su entrada en vigor el 3 de septiembre de 1981- de salvaguardar el principio de igualdad y erradicar la discriminación hacia la mujer con el compromiso de los Estados parte de proteger jurídicamente a este grupo, a partir de medidas orientadas a prevenir la distinción social, política, económica, de identidad y de oportunidades, creando así al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer para resguardar la CEDAW. No obstante, no pasa de un compromiso no vinculante recalcado en cada uno de sus artículos y resaltado en su artículo 24.

En seguimiento con lo anterior, la CIDH como el único organismo interamericano facultado para imponer multas por la violación de los Estados parte de los derechos humanos de sus ciudadanos, crea la Convención de Belem do Pará, publicada en 1996 y ratificada por México en 1998, en donde se afirma que la violencia contra las mujeres — definida en su artículo primero como “cualquier acción o conducta basada en su género, que le cause muerte, daño o sufrimiento, físico, sexual o psicológico”[4]— constituye una violación a las libertades fundamentales y limita el goce y ejercicio de sus derechos humanos. En su artículo décimo, los Estado parte se obligan a rendir informes, tomar medidas y asistir a las mujeres que hayan sufrido de violencia con el objeto específico de prevenir y erradicar la violencia contra la mujer.

El hecho de que esta Convención se haya creado específicamente para lo anteriormente descrito, implica que existe un modelo predominante de violencia hacia las mujeres de carácter discriminativo que impulsó a un organismo interamericano a crear un dispositivo que los faculta a sancionar este delito en particular, poniéndole énfasis en la gravedad a nivel político-social. El instrumento, además, reconoce la responsabilidad del Estado en la omisión de su toma de medidas preventivas e incluso la reproducción de éste fenómeno.[SGA1]


[1] Desde los planteamientos de igualdad y equidad entre los sexos, se debe de entender que a pesar de que existen las exigencias sociales por cuestión de género que afectan el actuar tanto de hombres como de mujeres, la multiplicidad de las experiencias y formas de vida que experimenta cada ser humano de manera individual significa que no existe una fórmula efectiva de ser hombre o mujer.

[2]Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, Artículo 1, Adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la Asamblea General en su resolución 34/180, de 18 de diciembre de 1979. Entrada en vigor en México: 3 de septiembre de 1981.

[3] En cuanto al logro de la distinción entre los términos de igualdad y equidad, son memorables los esfuerzos de las latinoamericanas que nos representaron en la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Pekín al recalcar que la búsqueda de la igualdad implicaba la necesidad de la mujer en asemejarse con los hombres para poder gozar de sus derechos de forma formal y androcéntrica. Es decir, “mientras la igualdad exigiría un trato idéntico para todas las personas, la equidad permitiría trato diferente para cada género dependiendo de sus necesidades”. Sin embargo, señala Alda Facio en su artículo “¿Igualdad y/o Equidad?” —un extracto del proyecto denominado “Superando obstáculos para la transversalidad de Género en América Latina y el Caribe” —, incluso hoy en día predomina la utilización del término igualdad sobre el de equidad debido a su exigencia al Estado y por su inferencia internacional que busca la erradicación de la discriminación en todas sus formas, en contraste con la equidad, que se considera un ideal social y que reclama una nivelación de la balanza entre la protección de los derechos de las mujeres sobre los de los hombres.

[4] Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, también conocida como “Convención de Belém do Pará”, Adoptada el 9 de junio de 1994 y ratificada por México el 19 de junio de 1998.

En[SGA1]  nuestro país, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia (LGAMVLV) fue una consecuencia obligada de las convenciones anteriormente citadas —entre otras—, a pesar de que no se publica hasta principios del año 2007, es decir, nueve años después de la ratificación y compromiso del Estado mexicano de proveer con las medidas de la Convención de Belém do Para y casi 26 años desde la entrada en vigor de la CEDAW. Y más bien debe su existencia al escrutinio internacional ante la ola de feminicidios ocurridos en Ciudad Juárez y su incuestionable impunidad. Esta ley nos invita a una mezcla de las buenas intenciones obtenidas de las convenciones internacionales de las que se basa su legislación con una mayor proporción de la recopilación y combinación de regulaciones ya existentes previamente en la legislación local[1].

A pesar de que la LGAMVLV debió de fungir como el instrumento que, a partir de la generalidad tan vasta de los organismos internacionales e interamericanos, consiguiera bajar lo abstracto a lo concreto y  ajustarlo a nuestro contexto nacional, los órganos legislativos mostraron un esfuerzo reducido y meramente político con la elaboración de esta Ley. Esto con razón en la que sólo un par de artículos (el 9 y parte del 17) buscan una medida específica para la solución y prevención del conflicto.

No obstante, las batallas por conseguir instrumentos que prevengan y erradiquen las situaciones de violencia, discriminación, desigualdad e inequidad entre hombres y mujeres, inspirados en las convenciones internacionales e interamericanas, no han cesado; al contrario, han intentado adaptarse y progresar en este ámbito. Un ejemplo claro es el Protocolo de Actuación en la Investigación del Delito de Feminicidio en el Estado de México, que se presenta como una guía práctica para la correcta investigación de los feminicidios, es decir, homicidios provocados por la convicción de que las mujeres son personas de menor valía que los hombres y que por lo tanto pueden ser objeto de castigos crueles por el simple hecho de ser mujeres.

Sin embargo, la magnitud del problema político, social, cultural, económico y educacional que provoca la discriminación y los malos tratos hacia las mujeres es aún más grande y complejo. Como ejemplo, este mismo  Estado ha sido  negligente en cuanto a sus obligaciones pues aunque ocupó el primer lugar en asesinatos violentos de mujeres en el país[2], se negó ya en dos ocasiones (la primera en el 2011 y la segunda en el 2013) a declarar la alerta de género contenida en la LGAMVLV.

El funcionamiento laxo que se da en estas situaciones provoca un obstáculo para llegar al equilibrio en cuanto a derechos y obligaciones entre hombres y mujeres, y por lo tanto, se deben buscar maneras de llegar no solo a una ley más aterrizada al contexto mexicano, sino también práctica para la eficiencia de la protección de estos derechos y, por lo tanto, del combate contra la discriminación de la mujer en los términos señalados al principio de este escrito. Con lo antes mencionado, las facultades que sí posee el gobierno interno en cuanto a la reforma de su legislación y la imposición de sanciones penales y/o administrativas es un factor indispensable que, utilizadas adecuadamente, puede impulsar a la sociedad a vivir una perspectiva de género justa si adicionalmente se busca la creación de una ley adjetiva que refuerce a la anterior.

 


[1] Un ejemplo de esto es que en el estado de Jalisco, en su Código Penal, nos encontramos que un parricidio tiene el mismo rango de pena privativa de la libertad que un feminicidio a pesar de que este último no siempre se ocasiona por un familiar de la víctima. Esto lleva a las autoridades a justificar en muchas ocasiones que no se considere investigar el delito de feminicidio en ámbitos familiares por la facilidad de encuadrar el tipo penal con el parricidio, ahorrándose así las consecuencias políticas y sociales que acarrearía el tipificar un delito de feminicidio.

[2] Estadística tomada del Observatorio Ciudadano  Nacional del Feminicidio (OCNF) con fecha hasta el 2010; Bräth, Eva, “Feminicidios en México. Organizaciones de derechos de las mujeres y derechos humanos luchan

contra la cultura del silencio”. Artículo en internet, Consultado el 15/11/2014. http://www.boell-latinoamerica.org/downloads/HBS-Feminicidios_MC.pdf


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Día de la Mujer Indígena: Pensar en lo que nos toca hacer personal y profesionalmente angustia más que lo que actualmente se hace en torno al tema

Por: Alondra Barba y Rocío Landey
Foto por: Alondra Barba

El Día Internacional de la Mujer Indígena se conmemora desde hace 31 años cada 5 de septiembre;  la fecha se instituyó durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América celebrado en Bolivia el año de 1983. Durante la cumbre se rindió  honor a la lucha de Bartolina Sisa, indígena aimara que se opuso heroicamente a la dominación española y que fue brutalmente asesinada en 1783. Desde entonces, el día pretende la valoración hacía los aportes que las mujeres brindan a sus pueblos y al mundo; así como las luchas personales y colectivas a las que se siguen enfrentando de muy variadas maneras en las distintas esferas de su vida.

Para conocer un poco más sobre la realidad actual que las mujeres de los pueblos originarios de nuestro país viven se invitó a tres jóvenes indígenas -colaboradoras del Programa Indígena Intercultural del ITESO-, Milca Mayo (ch’ol, Chiapas); Isaura García (ñuu savi, Oaxaca.); y Lisbeth Bonilla (wixárika, Jalisco) a que compartieran sus reflexiones a tono de las situaciones que les preocupan y ocupan  en torno al tema de la mujer indígena en sus comunidades de origen y las experiencias personales que como mujeres jóvenes indígenas, también universitarias y profesionistas, viven cotidianamente.

¿Creen que sea relevante que exista una fecha que conmemore a la mujer indígena?

Primeramente,  no sabíamos  –enunciaron-, pero ahora que sabemos, comparten:

Isaura: “Está bien, pero como en el día de la mujer: se reconoce,  festeja, se sabe que está ahí, pero por el discurso, aunque no haya cambios, quizás algunos pequeños.Puede utilizarse para que las mujeres indígenas nos juntemos y hablemos qué de nosotras, qué nos pasa en la sociedad”.

Milca cree que en las comunidades se desconoce de esta fecha y desea “que el  día propicie conocer las acciones y la labor que las mujeres indígenas realizan en sus comunidades”.

Desde sus experiencias convergiendo en la ciudad, pero pertenecientes a diferentes pueblos, ¿cómo participan y contribuyen en sus comunidades?, y ¿qué es lo que reconocen de las mujeres de sus comunidades?

Lisbeth: “convivo con las mujeres: hablo mi dialecto, bordo con ellas, […] seguir haciéndolo si estoy en la ciudad, soy estudiante o trabajadora. […] enseñar lo instruido por mi madre y abuelas, eso fortalece nuestra cultura, a pesar de los cambios que estamos viviendo”.

 Milca: “siempre convivo con las mujeres, […] las aportaciones que yo admiro, es que la administración de las cooperativas va mejor cuando las mujeres están al frente […] con los hombres había robadera y pérdidas […] el sistema cambió, e incluso los hombres reconocen su buen funcionamiento”.

Isaura: “las mujeres ñuu savi  de la ciudad  y en Oaxaca son muy trabajadoras. “Y me impacta el respeto que tienen las mujeres hacía los hombres: cuidar a todos los integrantes de la familia, […] reconozco que los conflictos entre familias o comunidades,  ellas tienden a regularlos: dialogan más, el hombre se enfrenta, aunque al final ellos tomen la última decisión”.

¿Ustedes piensan que como mujeres profesionistas se valorará su participación en las asambleas?

Isaura: “mi  meta es ser agente municipal [risas], me dicen que nada más los hombres llegan ahí, […]  estoy consciente que el respeto y el reconocimiento  se obtienen  por las acciones no  por el discurso. Yo creo que habrá un momento en que nosotras como profesionistas sí vamos a impactar en la comunidad”.

Lisbeth: “ser mujer dentro de tu cultura no es fácil y más cuando quieres participar en las asambleas, por ejemplo, que tu voz no es válida, tenemos que empezar nosotras, […], ya he tenido experiencias  con hombres de mi edad en las que he tratado de hablar y no me hacen caso,  tengo que estar allí para que me vean y escuchen, es parte de nuestro  trabajo para llegar a ese cambio que queremos”.

¿Qué temas  o situaciones son los que más les preocupan en torno al tema de la mujer indígena?

Lisbeth: “el respeto hacia la mujer, si ella respeta a su esposo y familia porqué los hombres no respetan eso. A mí me interesa que las mujeres se sientan satisfechas de lo que hacen, se sientan libres de su propia vida, decidir lo que quieren hacer”.

Milca: “yo apoyo la idea de poder decidir cuántos hijos deseo tener, casarse o no, en mi comunidad  para la revisión del Papanicolaou los hombres se oponen a que la mujer sea vista por el doctor, finalmente es su cuerpo”.

Isaura: “reflexiono lo que dicen, pero  a veces nos enseñan desde chiquitas que tienes que vivir así, […] mujeres que no han salido, no saben o tienen otra  concepción de libertad, […]  la intención es que la mujer esté más consciente de la libertad”.

Milca: “siento que falta más información que involucre a la familia, al hombre y a la mujer, de la importancia de que la mujer reciba atenciones médicas”.

Isaura: “De las problemáticas que veo en mi comunidad: cuando van a tener un parto y van al hospital, las tratan mal, las obligan a que les hagan cesárea en vez de parto natural, es muy cruel para una mujer que la obliguen”.

Desde su trinchera como jóvenes, mujeres, estudiantes, indígenas, citadinas, ¿de qué forma ustedes buscan o participan para menguar la problemática o la  situación actual?

Milca: “la idea más cercana que tengo a mi carrera es que veo que las mujeres acompañan a los hombres a la milpa […] en vez de irse tan lejos a acompañar al hombre apoyar a que tengan en sus patios hortalizas; que sea sostenible para la familia o para otros, que puedan sacar su dinerito”.

Isaura: “participar en todas las actividades de la mujeres y también de los hombres […] trato de aportar, apoyo también en traducir y hacer conscientes de lo que implica hacer cada cosa. En el proyecto de mujeres [Sueño mixteco] doy asesoría e  informo lo que implica cada proyecto.

Lisbeth: “trabajar con mujeres y hombres. Ayudar a las mujeres a que se puedan querer ellas mismas. En facebook tengo un grupo y toda la información que voy encontrado de temas de la mujer lo voy subiendo -sobre  la autoestima, de cómo cuidarse. Con mujeres wixáritari quiero que usen esta red social no sólo para subir sus fotos, sino como una manera de informarse”.

Ya casi para finalizar,  ¿cómo se dice mujer en sus idiomas?

‘Uka; en wixárika”; “ixi es mujer y  ch’oc es mujer joven en ch’ol”; “naá ña´a, significa las mujeres en tu’un savi”.

¿Podrían mencionar a una mujer o una figura femenina de su cosmovisión, de su espiritualidad; o un personaje histórico, una diosa o persona importante dentro su cultura?

Milca: “en mi comunidad a quien llaman “co” es la gente mayor, vienen siendo las parteras, les dicen “co” es  mamá mayor o abuela mayor […] la mujer “co” es muy representativa incluso en las oraciones, siempre está ahí como una mujer respetable”.

Lisbeth: “las mujeres que han tenido cargos en la cultura y la religión, por ejemplo, cuando tienen muchos cargos después llegan a ser sanadoras, mara’akate,  cuando logran limpiar y  sanarte, es como “wow” es más reconocible. Todos las hombres y mujeres las respetan, […] Nakawe, [diosa]  esa mujer fue mara’akame, creadora; todos la respetan”.

Isaura: “sí se les respeta pero no hay una mujer dentro de la comunidad, sí se ha reconocido a gente muy valiosa y para pedir por ellos pues se refieren a los ancestros, pero de que se hable de una mujer o alguien muy específico no. A la virgen le celebran el día de la mujer, ni siquiera celebramos el día de la virgen, sino el día de las mujeres, pero no lo sé”.

El camino por recorrer…

Diversas organizaciones de mujeres indígenas vislumbran áreas opacas en donde hace falta trabajo y voluntad para garantizar su derechos; destacan: incentivar su representatividad política; la valoración de su trabajo y aportaciones económicas y culturales; el acceso a servicios básicos de salud maternal y sexual; la generación de distintos modelos de “ser mujer” al interior de los valores culturales de sus comunidades; la prevención y sanción –por autoridades tradicionales y/o del Estado mexicano- a los actos de violencia física, sexual y emocional a los que sean expuestas; entre otras.

Si bien múltiples problemáticas no se solucionarán de la noche a la mañana, reconocen que juntas: jóvenes, adultas y ancianas, continuarán hacía  el respeto y reconocimiento  de la mujer indígena en México.

Indígenas universitarios/as emergiendo entre ciudades en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas

Isaura García, egresada mixteca de Psicología, y Antonio García, Wixárika estudiante de Ciencias Políticas y Gestión Pública en ITESO.

Ya hace unos días, en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, celebrado cada año desde 1994 al ser proclamado así por la UNESCO, asistimos al 4º Encuentro de Estudiantes y Profesionistas Indígenas de Nayarit convocado por la Unión de Indígenas Profesionistas de Nayarit A.C. y la Unión de Estudiantes Indígenas por México A.C., para los días 8 y 9 de agosto en la colonia Zitakua: una colonia en Tepic de composición mayoritariamente wixárika cuyo origen se remonta a los años noventa. El interés por asistir a este evento se motivó con el fin de, además de presenciar las ponencias del atractivo programa, acercarnos a otros indígenas y su quehacer en un contexto diferente al de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Una primera diferencia es que en la ciudad de Tepic la población indígena está más presente, sobre todo por los wixáritaari y na’ayerite (huicholes y coras), en comparación a la ZMG, pese a que aquí hay indígenas hablantes de hasta 60 lenguas, el 46 % de todos la población identificada con este criterio en el Estado. Desde luego, hay otros aspectos que favorecen dicha visibilidad: la población del Área Metropolitana de Tepic es 11 veces más pequeña que la ZMG; en Nayarit hay 5 indígenas hablantes de lenguas por cada 100 habitantes y en Jalisco hay 8 por cada 1,000: además, mientras que en Nayarit el 69% son poblaciones urbanas en Jalisco lo son el 87%. Estos factores, sumado a sus devenires históricos, parecen contribuir a que el imaginario de ciudad sea menos rígido hacia los indígenas en Tepic.

Posiblemente estas condiciones, con la suma del propio movimiento estudiantil indígena en los últimos años, ha propiciado la apertura por parte de las universidades y sus espacios organizacionales, lo que se nota al comparar dicha población en sus principales casas de estudio: en la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), hay alrededor de 320 estudiantes indígenas mientras que en la Universidad de Guadalajara (UDG), se identificaron el semestre pasado al menos 87; la primera atiende a más de 13 mil alumnos en todo el estado y la segunda a casi 69 mil en sus centros metropolitanos; todo esto, a nivel de licenciaturas.

En este contexto se llevó a cabo la 4ª edición del encuentro, lo cual habla de una experiencia y proyección ganadas por parte de las organizaciones convocantes. Los invitados fueron un académico de la UAN, un funcionario del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), voceros del Consejo Intercomunitario del Río San Pedro, la Asociación de Indígenas Profesionistas del Noroeste, una anfitriona wixárika que planteó el tema de género, activistas indígenas organizados así como jóvenes indígenas que se escolarizan en ciudades.

A través de ellos conocimos los avances y grandes retos en materia de derechos político-electorales y lingüísticos en congruencia a una sociedad plural; los proyectos que llevan a cabo profesionistas en municipios de Sinaloa para defender los derechos de indígenas que cohabitan en ellas, así como su propuesta de educación pertinente a nivel medio superior y actividades que promueven las culturas e identidades indígenas; de la participación de la mujer e indígenas en general, en espacios de poder indígenas como en niveles de gobierno; de la resistencia de la región pluriétnica Nayarita hacia el proyecto de la presa hidroeléctrica Las Cruces; así como el punto de vista sobre el “bullying”, identidad y redes sociales por parte de jóvenes indígenas que se escolarizan en las ciudades. Por otra parte, se hicieron actividades juveniles y culturales, como un concurso de belleza indígena, así como la proyección de “Los últimos guardianes del peyote”, un documental referente a la defensa de Wirikuta, sitio sagrado para los wixáritaari.

Gracias a este evento fuimos parte de la confluencia de resistencias y propuestas en diferentes realidades indígenas, urbanas y rurales, así como los esfuerzos del Estado en materia indígena. Esto nos ha permitido dimensionar y tener un sentido más realista de los retos para articular la minoría indígena universitaria en la ZMG, en busca de abrir espacios de diálogo que visibilicen las realidades indígenas que también aquí confluyen, para sembrar cambios en el ámbito urbano como rural.