Rutas y brechas hacia una sociedad de la información

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La apropiación de internet es un asunto no solo de conexiones y equipo sino también de sus formas de uso

Por Frida V. Rodelo (@frrodelo)

En 1970 tres comunicólogos estadunidenses de la Universidad de Minnesota formularon de manera explícita una idea que algunos atrás ya habían intuido: que los segmentos de población privilegiados tienden a adquirir el conocimiento difundido a través de medios de comunicación de forma más rápida y efectiva que los segmentos menos privilegiados. ¿Por qué importa esto? Importa bajo el supuesto de que la adquisición de conocimiento es condición necesaria para el cambio social: pensemos en los cambios de actitudes que se requieren para aumentar la participación ciudadana (y mejorar la democracia), para aumentar la productividad en determinado sector, para reducir la desigualdad, etcétera.

El problema es cuando consideramos cómo es que programas o tecnologías que servirían para divulgar conocimientos no funcionan u obtienen lentos resultados. Los tres comunicólogos de mi historia, los estadounidenses Tichenor, Donohue y Olien, querían explicar el fracaso de los medios masivos en la difusión de conocimientos; por ejemplo, el fracaso de las campañas de información en llegar a su público meta o a quienes más las necesitan. Una de las evidencias registradas por ellos fue una difusión durante dos días de dos acontecimientos importantes en la que los participantes con mayor educación conocieron los acontecimientos más rápidamente.

La brecha de conocimiento observada por Tichenor y sus colegas en personas que se exponen a los mismos medios masivos puede atribuirse, de acuerdo con estos, al nivel de habilidades de comunicación de las personas (lectura y comprensión), al nivel de información que ya es del conocimiento de las personas, al contacto social relevante de las personas con grupos de referencia en donde se discutan asuntos públicos, a la exposición selectiva, aceptación y retención de la información, y a las características del sistema de medios (por ejemplo, la información científica y política aparece más en los periódicos, que a su vez son los que llegan menos a las clases bajas).

En la década de 2010 seguimos hablando de brechas. Para 2014, la Asociación Mexicana de Internet (Amipci) nos reporta que 53.9 % de la población mexicana de 13 años o más es usuaria de internet y que esta pasa en promedio 6 horas 11 minutos conectada; asimismo, 85 % de las personas de 13 años o más se conectan para usar las redes sociales, mientras que el segundo uso es buscar información (78 %). Sin embargo, conforme se reduce la “brecha digital” nos cercioramos de la persistencia de brechas de conocimiento causadas por las diferencias de habilidades y de nivel educativo para comprender y hacer uso de la información disponible en internet.

Por causa de lo anterior, ante un acceso universal (¡del cual estamos aún lejos!) pueden permanecer diferencias en la forma en que este abona a los capitales social y cultural de quienes usan internet. Capital social es el conjunto de conexiones sociales de una persona, mientras que capital cultural se refiere a la educación y el conocimiento. Facebook por ejemplo nos ayuda a aumentar las interacciones con nuestra red de contactos, lo cual puede producir oportunidades, solidaridad y mayor cohesión comunitaria: eso es capital social. Si completamos cursos en línea, aprendemos cosas nuevas a partir de la información en internet o usamos esta información para prevenir riesgos (evitar cierto tipo de alimentos, por ejemplo), estamos aumentando nuestro capital cultural.

La Unesco coincide con esta forma amplia de entender el acceso. Bajo la bandera de la universalidad de internet, el organismo intergubernamental promueve cuatro principios normativos en el uso social de esta tecnología: (1) armonía con los derechos humanos, (2) que internet sea abierto (en sus estándares técnicos, aplicaciones, etc.), (3) que internet sea accesible para todos, (4) y que las múltiples partes interesadas participen en su desarrollo (los cuatro principios abreviados en la sigla DAAM). El tercer principio formulado, accesibilidad, incluye el acceso físico a la tecnología pero también el desarrollo de las competencias de los usuarios (su alfabetización mediática e informacional) para participar “de forma crítica, competente y ética”.

El 14 de mayo se celebra el día internacional de las telecomunicaciones y la sociedad de la información, una de cuyas consignas es la accesibilidad universal. Sin duda, internet es una herramienta con inigualable potencial, pero los diferenciales en su uso y acceso deben hacernos reflexionar a los comunicadores y educadores acerca de la manera en que hacemos uso de ella: forma parte de la agenda el fortalecer las capacidades de todos los usuarios.

Frida V. Rodelo (@frrodelo, página de internet) es Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Sus temas de interés son el periodismo, los medios de comunicación y la libertad de expresión.

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