¿Y cómo pa’ qué estudiamos?

Por Paulina Ramí Q

El 12 de diciembre dejé de ser una estudiante para en cambio formar parte del 22.4% de jóvenes mexicanas(os) entre los 15 y 29 años de edad que no pertenecen al sistema educativo ni poseen empleo (Aristegui, 2015); es decir que actualmente soy militante de la tribu urbana usualmente denominada como “ninis” (Ni estudian Ni trabajan). Ahora bien, de acuerdo a la lógica impuesta se supone que paulatinamente debería contribuir a ser un número para determinar que la tasa de empleo en México es del 60.7% (Aristegui, 2015). Gran “esperanza” tengo pues para pasar a ser parte de la fuerza laboral mexicana y que se me socialize como “Godínez”.

Dejando a un lado mi supuesto destino ocupacional y los nombres que la sociedad pueda adjudicar al mismo, quiero resaltar la información siguiente: México es el segundo país con mayor desigualdad de ingreso entre las naciones que forman parte de la OCDE, y donde de acuerdo al CEEY existe una latente inmovilidad social entre los estratos socioeconómicos más altos y bajos de la nación[1] (Excelsior, 2015). Por su parte Mexicanos Primero determinó en el mismo año que de 100 infantes que entran a la primaria tan sólo el 13% logra terminar sus estudios universitarios (El Universal, 2015). Por último, el Observatorio de Política Social y Derechos Humanos dictaminó que en el 2012 del 100% de estudiantes que ingresan al sistema educativo mexicano el 90.73% lo hace por medio de instancias públicas, mientras que el 8.86% lo hace a través de instituciones privadas o de paga (OPSDH, 2016).

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Lo anterior hace evidente lo siguiente: a grandes rasgos pertenezco a un grupo minoritario privilegiado dentro de la sociedad mexicana, pero al parecer aunque goce de dicha facultad el contexto actual no avala que pueda mantenerme en igual situación y mucho menos que la misma mejore, ya que el poseer estudios superiores no es una garantía de conseguir un sobresaliente salario o empleo (La Jornada, 2011).

En fin, a partir de lo anterior surge la evidente pregunta de ¿para qué estudié? Ya que a simple vista la academia no me da ninguna ventaja dentro de este sistema paradigmáticamente competitivo, y el cual parece determinar que se estudia para pasar a ser una esclava del mismo[2]. ¿Es acaso el ser estudiante una quimera para mejorar nuestra calidad de vida?

Dicen por ahí que la ignorancia es dicha, mas creo que no por sí misma es libertad. Pienso que más allá de haber estudiado para obtener un alto puesto dentro de una jerarquía, y buscar gastar intrascendentemente mi salario, lo he hecho para ser libre ante una sociedad que pareciera pedirme y coerce a ser ignorante. Por lo tanto he elegido el saber como un arma para incidir en la (re)construcción y deconstrucción del mundo, y que tenga la capacidad de convertirse en una herramienta para la sociedad civil así como la habilidad de articularse con los saberes y conocimientos de la misma. ¿Pero qué hacer cuando pareciera que la realidad en la que me encuentro (nos encontramos) me rebasa? ¿Cómo evitar que el mismo sistema nos absorba la esperanza?

La dualidad de encontrarse inmersa en una realidad llena de incertidumbre y al mismo tiempo caracterizada por una latente hegemonía resulta a ratos agobiante. En estos tiempos el fracaso se vuelve más que evidente, por lo tanto surge la amenazadora pregunta de ¿qué es lo que impide que las cosas cambien? Y cómo es posible responder a dicha cuestión cuando pareciera que el mundo nos pide lo contrario…

Para lo anterior no hay una respuesta definitiva, pero sí existe una para cada quien, y así mismo la posibilidad de vincular esta pluralidad de resoluciones. Por lo tanto creo fervientemente en las palabras de Antonio Machado, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. ¿Y a dónde es que se anda? Pienso que es hacia la utopía, claro sin perder de vista que marchamos sobre la realidad, una en la que se vuelve necesario el detenerse a respirar, a amar, inclusive a raticos escapar, pero que exige nunca conceder nuestro aliento. Quizás habremos de caer, de morir una y hasta más de mil veces pero así mismo habrá que levantarse y resurgir una y mil veces más.

Estos tiempos de lucha vuelven imprescindible la interdisciplina, tanto en el colectivo como en lo personal, de relacionar lo que aparentemente no es afín, y de construir en comunidad y solidaridad. A su vez se vuelve necesario elegir nuestras batallas, unas que requieren ser vinculantes, y que otorguen la posibilidad de coincidir y articularse. De construir y fomentar la pluralidad en ellas, así como de siempre identificar sus acciones como éticas; y es que dentro de este mundo donde el sistema económico pareciera hasta tener moral me parece inverosímil no trascender dicho hecho de tal manera.

¿Y cuál es el fin de todo lo anterior? Bueno, hace años leí que lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, pienso que ella da pie a la resignación del entumecimiento social y a la creación del mismo. Y que para trascenderlo es necesario tomar y llevar a cabo una serie de elecciones que se determinan a partir de lo que se quiere y no, el hacer sacrificios y actuar con congruencia conforme a un objetivo que busca alcanzarse.

El azar, o suerte como hay quienes le llaman, estará siempre presente en nuestro camino, mas la diferencia entre dejarse llevar y ejercer nuestras convicciones es que a pesar de las coyunturas que puedan presentarse la autonomía siempre estará presente, es una autodeterminación. Nuestras decisiones podrán hacernos disidentes, pero serán éstas mismas las que nos permiten controlar quiénes somos y no remitirnos a lo que han hecho de nosotras(os). Al preguntarme para qué es el fin creo que la respuesta no se encuentra por sí sola en el objetivo, el sentido de atravesar el camino del conocimiento no es sólo el conocer más, sino que se sabe que se conoce, que se elige, que una es transformable al igual que quienes y lo que me rodea, y a su vez todo ello me transforma a mi, tratándose de un proceso incesante, no una operación finita.

Creo en la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos, y que se necesitan espacios para saber que esto es posible y así mismo las herramientas para poder constantemente crearlo. El estudiar y espacios como el Centro de Investigación y Formación Social (CIFS) permiten que lo anterior se lleve a cabo. Ya que reconocen, fortalecen y reafirman que existen un sinfín de alternativas para el desarrollo actual, de epistemologías, saberes, acciones, pensamientos, interpretaciones de la realidad, de personas…

¿Qué más da entonces si consigo el puesto más alto? ¿Si mi cuenta bancaria llega a tener más de seis cifras antes del punto decimal? ¿Si llego a formar parte o no de un porcentaje? ¿De una etiqueta social? Lo que importa, desde mis adentros, es que puedo decidir; aunque me han “edificado” yo dispongo qué hacer ello. Somos entes que ejercemos el hacer y construimos el “ser” (y viceversa). Y que podemos articularnos para dar pie a nuevas formas de vida.

¿Pa’ qué estudié? Pues porque es ahí donde encontré una de las respuestas para llegar a ser lo que quiero ser, no lo que me han dicho que sea, y mucho menos para resignarme a lo que es. Encontré en el saber una diversidad de herramientas para enfrentar la realidad y sincrónicamente a mi propio ser, el cual así como el mundo posee una dualidad llamada homo sapiens-demens, por lo tanto el conocimiento y la acción me permiten encarar esta duplicidad. He estudiado para no salvarme de mi propia libertad, así como para construir de una u otra manera un mundo donde cada quien pueda ejercer la suya de manera justa, equitativa e igualitaria.

 

Bibliografía

Aristegui. (9 de Julio de 2015). En México, 22.4% de los jóvenes son “ninis”: OCDE. Obtenido de Aristegui Noticias: http://aristeguinoticias.com/0907/mexico/en-mexico-22-4-de-los-jovenes-son-ninis-ocde/

Avilés, K. (14 de Septiembre de 2011). México, único país de la OCDE en que estudiar más no da ventajas. La Jornada, pág. 40.

Fuentes, M. L. (9 de Junio de 2015). México social: Un país sin movilidad social . Excelsior.

Hernández, S. (2 de Agosto de 2015). Dos de cada cinco universitarios en desempleo. El Universal.

OCDE. (2015). Panorama de la Eduación 2015 (México). Obtenido de OECD: http://www.oecd.org/mexico/Education-at-a-glance-2015-Mexico-in-Spanish.pdf

OPSDH. (2016). Accesibilidad al Derecho a la Eduación. Obtenido de Observatorio de Política Social y Derechos Humanos: http://observatoriopoliticasocial.org/accesibilidad-derecho-educacion.

[1] 48% de quienes forman parte del quintil socioeconómico más bajo se mantendrán en él hasta el fin de su existencia.

[2] “Parva Que Eu Sou” es una canción interpretada por Deolinda, donde su letra refleja en cierta medida la multitud errante que ha surgido en la última década.

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