La sexualidad de las mujeres

Por: Mariana Espeleta, Académica CIFS-ITESO

Hablar de sexualidad es entrar en un territorio difícil de definir. Desde las afirmaciones tradicionales, la sexualidad hace referencia a cuestiones muy diversas centradas en la experiencia individual, que implican aspectos biológicos (anatómicos, genéticos, endócrinos, reproductivos) y aspectos psicológicos (identidad, deseo, erotismo, afectividad).

Desde una perspectiva más amplia, la sexualidad –como aspecto fundamental y permanente de la vida y de la subjetividad humana- se extiende y permea también las relaciones sociales, incluyendo aspectos culturales (roles, prácticas, género, normas, interacción), aspectos económicos (división del trabajo, reproducción social) y por supuesto políticos (relaciones de poder, acceso, derechos).

Cuando hablamos de sexualidad de las mujeres, encontramos que históricamente la mayoría de los elementos descritos orbitan en torno a la cuestión reproductiva, y fueron construidos desde la mirada masculina. Por dar un ejemplo, los órganos sexuales de las mujeres han sido estudiados y comprendidos por la ciencia casi exclusivamente como órganos reproductivos (muchas veces además descritos en referencia a los órganos masculinos, vagina significa “vaina”), siendo los componentes internos a los únicos a los que se les ha prestado atención, y muy pocas veces la literatura médica ha tomado en cuenta las funciones no reproductivas. Aunque el clítoris se conocía desde la antigua Grecia, fue reconocido por la medicina occidental gracias al “descubrimiento” de Matteo Colombo en 1559 (unos años después que el descubrimiento del otro Colombo), pero debido a su “falta de utilidad” prácticamente desapareció de la literatura médica… ¡hasta 1975! En que se publicó el informe Hite sobre sexualidad femenina. Sin embargo, no fue hasta 1988 cuando la uróloga australiana Helen O’Connell publicó en una revista médica “anatomía del clítoris”, el primer documento científico moderno dedicado al órgano.

Esta pequeña historia, ilustra en parte un problema que es mucho más amplio. Aunque el psicoanálisis ya se había planteado a la sexualidad femenina como una combinación compleja de aspectos individuales y sociales, sus explicaciones y respuestas de la manera en la que ésta se construye, vienen siempre en relación y divergencia de la sexualidad masculina, y no pueden comprenderse más que como un correlato. Hasta el surgimiento del pensamiento feminista, la sexualidad femenina no tenía una explicación propia. Una de las obras inaugurales que pone el asunto sobre la mesa, es sin duda “El segundo sexo” (1949) de Simone de Beauvoir. A partir de allí, desde perspectivas académicas tan variadas como la antropología, la medicina, la psicología, la biología, los estudios culturales, la filosofía etc. Se han multiplicado los trabajos –y las discusiones- que exploran, cuestionan, problematizan, deconstruyen y producen conocimiento sobre los diversos aspectos que componen la sexualidad de las mujeres.

Para saber más:

Simone de Beauvoir, “El segundo sexo”, Cátedra.

Nuria Varela, “Feminismo para principiantes”, Ediciones B

Kate Millet, “Política sexual”, Cátedra.

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