La ingeniería es complemento, no juez

“Despertó en mí, un fuerte sentimiento de empatía y una amarga sensación de injusticia. Fue la investigación en campo, cuando mi manera de entender la problemática y mi quehacer universitario comenzó a alterarse; involucrarme con la gente afectada por los daños al medio ambiente. Convivir con ella, poniendo un rostro, nombre y personalidad a esos actores que conforman el Ecologismo de los pobres…”

Por: Esaú Cervantes

¿Qué es lo que hace un ingeniero ambiental? Una pregunta que había escuchado más de 20 veces, y que a pesar de repetir mi respuesta ensayada seguía sin responderme. Me ablogferraba a pensar que un Ing. Ambiental es más que “un profesional que analiza las condiciones y dinámicas que se producen en los sistemas ambientales para generar propuestas que los protejan y garanticen su preservación” como rezan los folletos promocionales del ITESO. Esperaba que la carrera tuviera un impacto más profundo en el mundo y la sociedad que lo habita y de la realidad del México de la cotidianamente nos quejamos y hacemos poco por transformarla. En mi inquietud busqué donde podía trabajar como voluntario para -mediante la práctica- responderme esa pregunta del millón. Así fue como me involucré con el CIFS, su programa de Ecología Política, y en esta cruzada que me ha llevado más allá de la ingeniería y de lo ambiental.

Tras dos años de  recorrido, reconozco que pasé por una serie de procesos que modificaron mi visión de la realidad, mi forma de interactuar en ella y la transición surgida al contacto con el otro. Se me planteó una oportunidad y un reto: confrontar lo teórico con lo real desde la Ecología Política y la Ingeniería Ambiental, aplicando los conocimientos que iba formando tanto en las clases como en el CIFS para intervenir activamente en la sociedad. El desafío del cambio de pensamiento conllevó de lo lineal y simplificador hacia lo dinámico y complejo.

Fue la investigación en campo, cuando mi manera de entender la problemática y mi quehacer universitario comenzó a alterarse; al involucrarme con la gente afectada directamente por los daños al medio ambiente. Convivir con ella, poniendo un rostro, nombre y personalidad a esos actores que conforman el movimiento que Martínez Alier llama “Ecologismo de los pobres” se despertó en mí, un fuerte sentimiento de empatía y una amarga sensación de injusticia. Desarrollé una perspectiva más subjetiva del problema, esa de la que se huye tanto cuando se habla de ciencia y sin embargo está implícita en toda investigación científica, pues siempre cabe preguntarse ¿Por qué se investiga esto y no aquello?

Reconocer la subjetividad de la realidad es fundamental en la transición hacia el pensamiento complejo. Como estudiante de ingeniería esperaba encontrar sólo una forma de hacer frente a la crisis ambiental, un sólo discurso, y en este sentido escribe Enrique Luengo, académico del CIFS:

“De la construcción de la realidad que hace todo sujeto se desprende la peligrosa tentación de engañarse a sí mismo y de creer que sólo existe una realidad (mi realidad) de entre las diversas versiones posibles que perciben los diferentes observadores de un mismo fenómeno o acontecimiento”.

Aceptando esto se enriqueció mi visión y me comprometí profundamente en la búsqueda de las soluciones a la problemática de la cuenca del Santiago, pues ya no se trata de una cuestión meramente ingenieril sino se ha vuelto algo ético. Ahora sé que para personas en la población El Salto, el río Santiago representa vida, otras en Poncitlán le tienen cariño; mientras que en Cajititlán, la laguna representa una forma de vida y elemento fundamental de la identidad colectiva de los pueblos ribereños.

 Creo que no se trata de lo que hace o no hace un ingeniero ambiental o agrónomo o químico o lo que sea, si no de lo que hacemos como personas y los aportes que hacemos a partir del conocimiento que tenemos, ya sea que éste venga de los años estudiados en la universidad o de los pasados trabajando una parcela. La ingeniería debe ponerse al servicio de la humanidad, y no me refiero a que valide o evalúe un saber popular; sino que el conocimiento científico es tan sólo uno más en  relación con los saberes. La ingeniería debe entrar en diálogo, intercambiar ideas desde los distintos puntos de vista de donde se puede ver la misma problemática y no ser juez sino ser un complemento para con los otros.

2 opiniones en “La ingeniería es complemento, no juez”

  1. Muchas felicidades Esau por este viaje reflexivo y atrevido y por la forma tan clara de expresar lo que hoy piensas y cómo es que llegaste allí. Mis respetos.

  2. Muchas gracias Etienne, debo decir que parte de lo que me motivo en un principio a buscar la pertinencia de los conocimientos adquiridos en la carrera en un plano más acercado a la realidad; fue una visita al Salto con Graciela y Sofi, que fue parte de tu clase de sociedad y medio ambiente, hace ya tiempo. Muchos saludos y muchas gracias de nuevo.

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