La paradójica situación del campo en México

Por Valeria Sánchez y Karenina Casarín.

“El asunto del campo interesa a todos los que comemos” dijo Jaime Morales agrónomo e investigador del Centro de Investigación y Formación Social [CIFS] durante la entrevista que le realizó Canal 44. En un campus universitario abrazado por árboles, este asesor y facilitador de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias [RASA] dialogó frente a la cámara y sus reporteros sobre esta crisis que, no es por falta de alimento sino por problemas de distribución. Nosotros, como consumidores somos parte del problema o de la solución pero hay que hacer consiente esta participación según lo dialogado con este académico. Cifras de las Naciones Unidas afirman que en 2011 se producía alimento para 12 mil millones de personas, y en el planeta solo somos 7 mil millones de habitantes, entonces ¿por qué existe el hambre?

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Jaime Morales frente a entrevista Canal 44

¿Queremos alimentos producidos por agricultores o por grandes empresas? y ¿Qué implica responder esto? La Revolución Verde en los años 70´s nos presentó su estrategia tecnológica para el avance de la industria modificando ecosistemas, usando de manera intensiva los recursos naturales, implementando monocultivos utilizando agrofertilizantes y agrotóxicos. La producción para mercados lejanos y el abandono de la agricultura para la subsistencia enfocó a las comunidades rurales a la agricultura comercial. Con el tiempo padecieron de pobreza, migración y explotación en su propio terruño.

 “Como sociedad nos toca reconocer el trabajo del agricultor y movilizarnos para presionar al gobierno para la creación de políticas públicas que favorezcan la agricultura familiar y responsabilizarnos de otras formas de hacer agricultura, como la urbana o periurbana” señaló este agrónomo que de forma orgánica tiene su pequeño huertito por la ribera de Chapala.
La agricultura es un conjunto de técnicas y herramientas para cultivar la tierra, y prácticamente es la relación del ser humano con la naturaleza. Entre sus diferentes funciones la principal es la producción de alimentos, pero entre otras están el manejo de ecosistemas, la generación de empleos locales y el mantenimiento de tejidos sociales.

Y tú urban@, ¿No te has animado a experimentar sembrar o consumir algo orgánico? ¿Falta de tiempo, costos altos, falta de imaginación? Valorizar los resultados que te pueden dar en la vida diaria estas dos acciones

, si se compara con el “alto” costo monetario de un producto, es limitar la justicia para la Madre Tierra y su derecho de recuperar la salud en todo su cuerpo. Es caer en una amnesia sometida a un contagio poblacional de indiferencia.

¡Existe cura! y alternativas de consumo-formación en la ciudad como:

• El Jilote, mercado agroecológico
• RASA. Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias
• Círculo de Producción y Consumo Responsable
• Edén Orgánico
• Red de Economía Solidaria
• Mercadito agroecológico en Benito

En un artículo publicado en Desinformémonos, el sociólogo Armando Bartra expone que “en los últimos 15 años se registró una pérdida de  los espacios de control de las comunidades por la expansión progres

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En las manos campesinas, los productos vendidos por la misma Monsanto para proteger la semilla del maíz como el Marshall o blindaje se perciben claramente.

iva del control territorial del narcotráfico, por un lado, y los megaproyectos, por el otro”. Además, recalca, las políticas públicas dejaron morir al campo. “No fomentaron un proyecto rural y se olvidaron de la seguridad y la soberanía alimentaria”. Como resultado, existe migración p

ero también una resistencia de los pueblos en contra del despojo, señala.

México es uno de los 8 centros de origen de la agricultura a nivel mundial,

y sin embargo uno de cada cinco habitantes padece hambre en uno de los países donde nació la agricultura. Curiosamente la gente que enfrenta hambre es la que produce alimentos.

Aunado a esta pesadilla, los programas de apoyo al campo por parte del gobierno, como Oportunidades o la Cruzada contra el Hambre generan cierta dependencia de consumo de alimentos empaquetados en las personas, y más que resolver la verdadera necesidad, se les rellena el estómago y la mente de pura “botanita”.

¿Qué hacer? ¿Para dónde moverse? ¿Cómo sobrellevar la rutina y sobrevivir en esta crisis? Y como en la agricultura orgánica dicen, el camino no tiene recetas exactas pero si sugerencias de experimentadores que han generado un cambio. Y desde manera económica sin utilizar el dinero como este hombre, o de manera urbana dentro del sistema pero reduciendo el consumo y concientizando más a las propias relaciones, es como vemos posible un cambio. Todo es cuestión de actitud y persistencia… como la naturaleza.

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