Conflictos Socioambientales: nadie está excento

Por: Isabel Cárdenas Demay,  Doctora en Estudios del Desarrollo, por la Universidad Autónoma de Zacatecas

Reseña del libro “Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil” (ITESO, 2012), presentada durante el Seminario Permanente de Desarrollo realizado en la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, el 30 de Noviembre de 2012.

Los testimonios de vida y los procesos de lucha de quienes se ven involucrados en conflictos socioambientales son una invitación permanente para reflexionar sobre la desigualdad y la injusticia en el acceso a los recursos naturales, y sobre todo, en el derecho de la ciudadanía a participar en la asignación y distribución de éstos. Sin embargo, en esta sociedad en movimiento existen personas que actúan para visibilizar los problemas y sus actores, tarea que emprende con éxito la publicación coordinada por Darcy Tetreault, Heliodoro Ochoa García y Eduardo Hernández González. Mi intención en esta reseña ha sido el compartir algunas reflexiones sobre lo que llamo las luces y las sombras de la obra.
Por una parte, este libro es a la vez comprehensivo en su abordaje y es amable con el lector por la sencillez y claridad con que está escrito, aportando así luz sobre diversas temáticas relevantes para el desarrollo sustentable. Más aún, es impecable en su función visibilizadora de los procesos de empoderamiento/desempoderamiento de los afectados, constituyendo una obra de gran riqueza para la comprensión de los conflictos socioambientales. Antagónicamente, el documento deja en la sombra algunas voces, principalmente, la experiencia de resistencia y de lucha de las mujeres que no sólo defienden a sus familias, al territorio y a la naturaleza, sino que además, se enfrentan a empresas e instituciones regidas por la dominación masculina. Sin pretenderlo, el libro esquiva una pregunta fundamental cuándo abordamos el tema de los conflictos generados por el ‘progreso’, ¿de qué lado estamos (o estaremos) quienes leemos estas páginas?


Primera parte, las luces

En su mayoría, los conflictos socioambientales son la consecuencia de relaciones de poder desiguales y de la implantación de una lógica que no respeta a la naturaleza ni a los derechos humanos sino que defiende los intereses de los más privilegiados, silenciando y desacreditando sistemáticamente a los afectados. Sin pretenderlo, pero, para nuestro deleite intelectual y visual, este libro permite revivir algunas de las imágenes de Avatar, la película de James Cameron, donde el interés económico y el autoritarismo amenazan la supervivencia de múltiples culturas y de espléndidos paisajes. El uso y abuso de los recursos naturales, bajo el disfraz del progreso, promueven la destrucción de ecosistemas y el destierro de los y las pobladoras del lugar, destinándoles a vivir en la pobreza. Cuando se construyen grandes embalses, las indemnizaciones económicas no pueden compensar por las múltiples pérdidas, ya sean territoriales, sociales o culturales; “por tanto, el empobrecimiento sigue siendo el legado del desplazamiento por las grandes presas” (Lezama:129). Como bien explica este libro, el resultado suele ser siempre injusto, puesto que unos pagan los privilegios de otros.
Como indican María Fernanda Paz y Lizette Santana (capítulos I y II) existen poderosas fuerzas silenciadoras y represoras de las voces de los afectados y sus aliados, dado que no convienen a los intereses de las autoridades y las empresas que han de resultar beneficiadas por los proyectos de desarrollo impuestos a la ciudadanía. Es por ello que estas problemáticas requieren de la movilización y la creación de “lazos solidarios multiplicados por el mundo” (P.58) donde, a partir de construcciones colectivas, se busca generar adeptos y enlistar a quien desee mirar, escuchar o poner manos a la obra. Sin duda, una premisa de fondo es que cada conciencia ganada es una voz más para la resistencia!
Más aún, ante la simulada apertura y autonomía de los medios de comunicación, es imperioso crear espacios para dar voz a los de abajo, dando a los y las afectadas la posibilidad de expresar sus demandas y sus visiones del desarrollo. En este sentido, dar voz es una manera de empoderar a los luchadores sociales que se enfrentan a toda una mafia de corrupción, autoritarismo, enriquecimiento y abuso del poder en aras de un supuesto ‘progreso’. Si bien estas luchas se enraízan profundamente en un elemento territorial local, identificado como el amor al terruño, también ayudan a romper con la lógica globalizadora que desdibuja las identidades, pues aunque se viva en otras latitudes, las raíces siguen estando allí (Cindy McCulligh y Darcy Tetreault, capítulo IV).
En todos los capítulos se percibe el compromiso con las causas aquí plasmadas, con las poblaciones afectadas, con las ONG´s que apoyan y defienden a quienes son violentados por las autoridades y son tratados según una pobladora como “ganado que se puede cambiar de corral”. Y en particular, resalta el total desprecio a los ecosistemas que muestran quienes promueven los mega-proyectos. De tal suerte, que a lo largo de estas páginas, se nos invita a tomar conciencia del problema del uso y la distribución inequitativa de los recursos, una situación que rebasa por mucho las fronteras nacionales, obligándonos en cierto nivel a tomar una postura ante las desigualdades de poder.
Por lo mismo, este libro no es sólo para quienes se interesan en cuestiones de ambientalismo y ecología, es una invitación a la reflexión y al compromiso, porque, como nos muestra Heliodoro Ochoa (capítulo III), los problemas socioambientales parecen ir a la alza, y nunca se sabe en qué momento podríamos ser parte del grupo de afectados(as) y tendríamos la necesidad de resistir. Desde esta óptica, el libro es un llamado de alerta y a la vez, es una luz de esperanza: la pasividad no es la norma en todo el país, como se esmeran en convencernos algunos políticos y académicos. Quienes fungen como soldados del antineoliberalismo son, con frecuencia, los más organizados, quizás también las más aguerridas. En el fondo, los conflictos socioambientales implican la defensa de los estilos de vida, los derechos y la salvaguarda de las raíces, en su sentido más amplio.
En este sentido, el mayor reto de una investigación es no quedarse archivada en un librero, sino tener un impacto. Además de redefinir epistemologías (Jorge Regalado, capítulo IX), hay que sumarnos, desde nuestras trincheras, a la lucha por la justicia. Y no me cabe duda de que este libro cumple ampliamente su objetivo, al presentarnos un diagnóstico de diversos conflictos socioambientales en el país y darnos un amplio recuento de las estrategias de lucha. Se nos ofrecen pues propuestas concretas y alternativas para evitar y resolver, los conflictos socioambientales.

Segunda parte, las sombras

Al referirme a las sombras, quiero en realidad expresar dos omisiones importantes que observo en este esfuerzo colectivo: el aspecto de género y las voces de los y las afectadas.
Al enmarcar los conflictos socioambientales en un ámbito de relaciones de poder, tendríamos que involucrar necesariamente el tema de género, y temo que este análisis quedó ausente. Un ejemplo concreto se dio en la presa de El Zapotillo, en Jalisco, donde los ingenieros a cargo de la obra han intentado amedrentar a las luchadoras sociales con frases como: “aquí los de los huevos somos nosotros” (recuento de la presidenta del comité de hijos ausentes de Temacapulín, entrevistada el 13 de abril 2012). La buena noticia es que hay evidencias de que algunas mujeres se están empoderando y podría ser que le den más de un susto a estos ingenieros y a las autoridades mismas. Sin duda sería recomendable hacer el segundo tomo, donde se puedan presentar los análisis de las relaciones entre la población afectada y las autoridades, o lo que podemos llamar las diferencias de poder entre “los de arriba y las de abajo”.
Sin embargo, la principal omisión del libro es que no se le dio el micrófono a los verdaderos actores de la lucha contra la injusticia y el autoritarismo que provocan los conflictos socioambientales: no hay un capítulo escrito por las y los luchadores. Para tener una mayor comprensión y un diagnóstico más preciso faltó la palabra de nuestras hermanas que están en el frente de batalla, ellas que actúan como soldados contra el neoliberalismo y que forman a los que aún están creciendo. Desafortunadamente, no sabemos cómo perciben su lucha estos actores; qué sienten cuando son amenazados, cómo reaccionan cuando les anuncian que su calle, ya no será su calle, porque la van a inundar o porque la van a convertir en superautopista. Y esto lo menciona Jorge Regalado cuando cita a Zibechi: “quienes sufren…tienen un proyecto estratégico que no formulan de modo explícito, o por lo menos no lo hacen en los códigos y modos practicados por la sociedad hegemónica” y acaso no es eso lo que aquí se hizo al negarles un espacio para darles voz? No basta hablar de la lucha y de la resistencia, es necesario poder entender cómo las viven las personas afectadas.
Por ello, habría que preguntarnos, si esta omisión se traduce en una repetición de la visión de hegemónica, al auto proponernos como los(las) que sabemos escribir ciencia y los(las) que definimos qué es ciencia. ¿Porqué le negamos ese espacio a los y las verdaderas protagonistas, sólo porque carecen de un título que los acredite como expertas? Cuando la ciencia excluye el sentir o la palabra vulgar oscurece la dimensión subjetiva de los conflictos de poder y perpetúa, automáticamente, la invisibilización de los(las) de abajo. Más grave aún, cuando se habla de conflictos socioambientales, tendríamos que preguntarnos qué papel jugamos, ¿acaso somos afectadas(os) o privilegiadas(os)? Y cuando abrimos la llave del agua en nuestras casas urbanas, cabe interrogarnos si alguien está siendo desplazado por un proyecto de presa para que nosotras(os) podamos seguir recibiendo ese recurso natural tan desperdiciado en las ciudades.
A manera de conclusión, y después de leer este importante trabajo de investigación, termino preguntando: ¿qué sigue? Más allá de poner en evidencia las desigualdades en el acceso a la toma de decisiones, el abuso del poder y la insustentabilidad de los megaproyectos de desarrollo para redistribuir los recursos naturales, hay que proponer alternativas y continuar vinculando a los distintos actores involucrados en los conflictos socioambientales. La fuerza y la convicción de las y los luchadores que defienden su trinchera es contagiosa; confío en que este libro nos permita a más personas contagiarnos de ese compromiso por un mundo más justo y sobre todo más sostenible.

Si estás interesado en adquirir esta publicación, se encuentra en formato digital en www.publicaciones.iteso.mx o contacta con el autor hochoa@iteso.mx

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