De la boca a la calle: Ciclismo urbano con perspectiva de género.

 

Por Efraín Tzuc Salinas, egresado de la capacitación en Agroecología de la escuela de Agroecología de Maní “U yíits ka’an” y desde hace año y medio colabora con el colectivo de ciclismo urbano de Mérida Ciclo Turixes.  Se interesa por la movilidad sustentable, la perspectiva de género, la diversidad sexual, el desarrollo rural y la agroecología.

Las calles son los escenarios de interacción social por excelencia, ahí compartimos un espacio público sin conocernos. También en ellas se presentan los síntomas de las enfermedades que aquejan a nuestras ciudades, a nosotrxs [1] , según su grado de violencia

Frecuentemente olvidamos que las calles no sólo son caminos que nos llevan de un punto al otro, sino también espacios que nos pertenecen y sobre los que tenemos derechos que deben ser ejercidos responsable y respetuosamente. Sin embargo, las ciudades se siguen construyendo para garantizar la accesibilidad de los automóviles, no de las personas.

Por otro lado, las mujeres siguen viviendo realidades contrastantes de violencia que se presenta desde la inequidad en salarios del mismo nivel entre mujeres y hombres y la práctica diaria de un lenguaje androcentrista, hasta el abuso sexual y feminicidios.

IMG_8384El cuestionamiento del paradigma de ciudad [¿en qué ciudades queremos vivir?], producto de cuestionamientos más profundos sobre el injusto sistema político–económico actual, nos lleva a preguntarnos ¿cómo podemos buscar una ciudad humana que necesariamente contempla la equidad de género y el respeto a los derechos humanos de todxs, a través de nuestro trabajo?

Bajo esa pregunta, abordamos el análisis del lenguaje como una herramienta de transmisión cultural que permite ver, entender y comunicar la realidad social. Desde esa perspectiva, nuestra lengua mantiene rasgos sexistas y androcentristas que alimentan la cultura patriarcal porque invisibiliza a las mujeres en situaciones como la pluralización. Este análisis de la lengua bajo la lupa del género se ha insertado en el trabajo de varias organizaciones de ciclismo urbano en México, que incluimos la perspectiva de género como eje transversal la en nuestras actividades y, más evidentemente, en nuestro lenguaje.

En el colectivo Cicloturixes de Mérida tuvimos el debate sobre el lenguaje incluyente porque gran parte de nuestra labor es difusión de información y de nuestras actividades, por lo que valoramos el uso del lenguaje en las redes sociales, la redacción de documentos para la función pública y en otros medios de comunicación, así como la complejidad para pronunciar lo que algunxs proponíamos para evidenciar este problema en la lengua: las equis.

Finalmente, acordamos utilizarlas en nuestros medios de comunicación “informales” como las redes sociales y nuestro blog, mientras que para boletines de prensa y documentos “oficiales”, hablábamos de “ellos y ellas” o “las y los ciclistas”.

El resultado ha sido que dentro y fuera del colectivo cada vez más personas escribimos y pronunciamos reconociendo a ambos géneros. Lo cual también permitió abrir la discusión acerca de la actual inequidad de la mujer, la falta del respeto a sus derechos y los problemas de movilidad propios del género.

Es claro que todo trabajo social que busca de alguna manera ciudades más humanas desde cualquier enfoque, debe contemplar la perspectiva de género. Las soluciones a los problemas actuales deben ser integrales, es imposible cambiar la movilidad en las ciudades sólo con la bicicleta; o cambiar el sistema patriarcal sólo con el lenguaje incluyente, pero, con toda seguridad, ambas son dos buenas maneras para empezar a hacerlo.

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[1] La pluralización en masculino representa un orden social sexista y que practicamos sin darnos cuenta. Por ello se utiliza la letra “x” al pluralizar y referirnos a personas que pudieran ser hombres y/o mujeres.

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