Racionalidad y participación ambiental: ¿una nueva dinámica de organización social?

Por Álvaro Contreras Medrano, estudiante de la licenciatura en Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad de Guadalajara, y voluntario del programa de Ecología Política en el Centro de Investigación y Formación Social [CIFS-ITESO]

Dentro del contexto de fin de siglo XX y principios del siglo XXI, los entes sociales se han ido incorporando a dinámicas y procesos que han emergido tras la cantidad de fenómenos y etapas a lo largo del desarrollo histórico. Un ejemplo de estas nuevas dinámicas es la participación de los diferentes estratos sociales e individuos en la resolución de problemas que aquejan al medio (político, económico, ambiental, etc.) donde se desenvuelven socialmente. Estas formas de organización y participación han adquirido relevancia a consecuencia del constante proceso de cambio que sufre los estratos sociales, con los cuales emergen diferentes y nuevas necesidades, cambios estructurales, diferentes concepciones e ideas que se adoptan para darle forma al sistema, y permitir la reestructuración y transformación de éste.

Uno de los fenómenos componentes de la coyuntura de reestructuración y reorganización social ha sido la problemática medioambiental y la incorporación de las dinámicas rurales a la urbanización  y desarrollo tecnológico. El proceso de transformación del medio ambiente y las zonas rurales, que comenzó con un proceso que Eric Hobsbawm denomina “La Revolución Verde ”  el cual,  a inicios del siglo XXI, ha permeado diferentes campos de estudio y  ha aglutinado a diferentes actores sociales y políticos que han contribuido a la formación de nuevos grupos que emprenden acciones desde un sistema organizativo significativamente comunitario. Esto, a lo que denomino “el despertar de las comunidades”, es un interesante fenómeno que tiene relevancia estudiar desde un análisis interdisciplinario.

En México, a mediados del sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa, varios analistas, líderes de opinión, políticos, académicos, etc. han comenzado a  hablar del “Estado fallido mexicano”, situación que ha generado acciones de la sociedad civil organizada (desde los pequeños grupos vecinales hasta agrupaciones sociales y civiles con trayectoria histórica significativa, con el fin de encontrar y desarrollar alternativas hacia una resolución de las problemáticas  a las que el Estado no puede dar atender en su accionar de poder.

Un ejemplo de este “despertar de las comunidades” se lleva a cabo en la región de Cajititlán, ubicada en el municipio de Tlajomulco de Zuñiga, Jalisco. La motivación que ha dado pie a su organización y participación es la contaminación y deterioro de su entorno ambiental, en sí, la constante deforestación de los cerros y la contaminación del agua de la laguna. Esta zona tiene un sustento económico, principalmente, en las actividades agropecuarias, artesanales, turísticas, pesqueras y desarrollo de inmobiliarias, siendo este último factor de producción el que acentúa la crisis ambiental que se presenta en la zona. La cooperación y comunicación de las industrias con los pobladores aledaños a la laguna ha sido nula, al igual que la gestión del gobierno municipal con miras de dictar un acuerdo o condicionamiento para el control y tratamiento de los desechos residuales que éstas producen.

Las condiciones en las que se encuentra la laguna y la situación desalentadora ante las medidas del gobierno municipal y, aún más, del gobierno estatal, han motivado a la concientización de algunos habitantes de los pueblos aledaños a la laguna ante la problemática ambiental. Esta situación ha llevado a la creación de un grupo de retroalimentación y mutuo conocimiento, con miras de convertirse en una asociación civil que gestione el cuidado y protección del medio donde se habita, al igual que la restructuración de las estrategias de cuidado al medio natural y formas menos costosas de generar producción agrícola. La denominada Red de Cajititlán “Por un lago limpio”, es un movimiento en el que los habitantes y distintas personas del ámbito académico, político, científico y poblacional de la región, se organizan dando lugar a un espacio interdisciplinario -desde diferentes perspectivas- y de conocimientos y saberes populares, en el que se tiene un objetivo en común.

Los mecanismos de agrupación organizativa que buscan una solución ante un problema que corresponde obligatoriamente al gobierno, han posibilitado una mayor apertura de participación ciudadana, no solo en su exigencia al ámbito gubernamental, sino en la demanda de la participación en la toma de decisiones; en resumidas cuentas, una mayor participación ante problemáticas o acontecimientos directamente ligados a la región que habitan. La “democratización ambiental ”, como la denomina Enrique Leff, es una forma en la que las personas tienen mayor actuación dentro de los aspectos y asuntos políticos de su región; además de ser un ámbito que cada vez adquiere mayor importancia a nivel mundial.

En la Red de Cajititlán se discuten temas sobre cómo manejar adecuadamente los residuos que produce cada persona en sus viviendas, adoptando técnicas orgánicas (ecotecnias) que fomenten el ahorro de dinero y la preservación de la salud del medio ambiente. Estos espacios a los que  se podrían denominar  “foros de opinión, propuestas y aprendizaje”, generan en las personas de dicha localidad mayor conciencia en las dinámicas políticas y sociales que adquieren relevancia en el asunto de la preservación y cuidado del medio ambiente, manifestándose como una sociedad critica, participativa, que exige y propone, que habla y no sólo calla. El foro pretende promover la concientización y racionalización de los acontecimientos que dañan el ecosistema, con el objetivo de modificar sus hábitos y costumbres del uso del medio natural, de tal forma que se genere un entorno más amable con el medio ambiente.

Las nuevas formas de observar la dinámica social en el ámbito medio ambiental me han dejado una nueva forma de observar y pensar la política. Como estudiante en ciencia política, las debilidades y, por lo tanto, los elementos a potenciar desde el Estado, son la participación social y la vinculación real con las problemáticas medioambientales.

Los primeros ejemplos de la implementación de la nueva lógica de participación del Estado en las cuestiones político – ecológicas las han brindado los países europeos. La adopción de una nueva cultura en pro del medio ambiente es una de las nuevas ideologías que comienzan a cobrar relevancia  en el ámbito público y “privado”. En México y particularmente en Jalisco, el camino apenas se observa, falta mucho por caminar.

 

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