La arquitecturación de la metrópoli


Por; Juan Palomar

La arquitecturación de la metrópoli

La arquitectura es el componente esencial del fenómeno urbano. La resolución adecuada, múltiple y eficaz de las necesidades espaciales de una comunidad constituye el tejido básico que da materia y sentido a la vida citadina. Algo no muy alejado de la tríada Utilitas, Firmitas, Venustas de los antiguos sigue siendo vigente en los albores del tercer milenio. Aún reconociendo la diversidad de factores y elementos, visiones y expectativas que constituyen el fenómeno urbano en su conjunto, las irreductibles necesidades de utilidad y lógica programática y constructiva, firmeza y durabilidad de constitución en acuerdo con el clima y el territorio, y belleza en su manifestación dan cuerpo a los satisfactores espaciales que hacen posible la habitabilidad de la urbe.

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El creciente efecto de la metropolización de las ciudades contemporáneas ha llevado a la expansión e indiferenciación de sus territorios, con frecuencia ocupados por extensas zonas en proceso de deterioro, áreas segregadas de los tejidos comunitarios, o por vastos intersticios urbanos drásticamente desarticulados de la vida citadina. Las graves premuras existentes han propiciado un énfasis en la resolución de las grandes infraestructuras de servicios y movilidad que sirven a entornos con frecuencia carentes de un elemento central para la cabal vigencia de la ciudad: su arquitecturación.

Sin este componente, que asegura una elemental legibilidad de la urbe por parte de sus habitantes, la vida citadina se degrada y trivializa, dando como consecuencia una ausencia de vínculos reales, utilitarios y afectivos, entre el habitante y su contexto construido. La arquitecturación del tejido urbano supone el establecimiento en el territorio de la ciudad de elementos funcionales y/o simbólicos que permitan a sus moradores habitar con plenitud y sentido los ámbitos comunitarios. Supone también una visión integradora que logre componer en beneficio de la urbe los diversos elementos de infraestructura, movilidad y equipamientos, así como los tejidos barriales y vecinales con sus distintas manifestaciones domésticas y de servicios, dentro de un todo coherente y comunicable. La arquitecturación urbana también incorpora la necesaria diferenciación del territorio de la ciudad, la caracterización de sus entornos y contextos, la consolidación de centralidades y bordes, de zonas naturales y elementos paisajísticos.

La vida metropolitana debiera llevar como consecuencia, para los habitantes de la ciudad, una mejoría radical en sus condiciones de vida. La potenciación del hecho urbano que acarrea la metropolización debe ser una poderosa palanca para mejorar la calidad del territorio construido. La arquitectura, entendida con las notas arriba mencionadas, es una de las principales herramientas para lograr este propósito. Lejos de atender las necesidades constructivas con la consigna de la precariedad y la desarmonía utilitaria, cada elemento de la ciudad, por más humilde y cotidiano, o extraordinario y costoso, debería ser pensado y edificado con la máxima atención a una común noción de arquitecturación urbana. La arquitectura de la ciudad pasa por todas las escalas, toca todos los géneros, atañe al final a todos sus habitantes.

La arquitectura en la ciudad no es ningún lujo cosmético, es la esencial materia prima para dar cuerpo y forma a la vida de los habitantes. Demasiado tiempo se ha confundido y abusado el espacio de todos. Es más que hora de recuperar el lugar de la arquitectura.

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