Matar un árbol


Juan Palomar Verea

…o decenas, como el otro día en la carretera de Chapala. Todo para permitirnos ver a los “espectaculares”. Es la imagen misma de la barbarie, el grado cero de civilidad en el que de repente hemos caído. El múltiple asesinato de las casuarinas de cuatro metros o más debería ser tipificado como un delito contra la salud pública. Y no es este caso más que una muestra de lo que por años ha pasado en múltiples puntos de la zona metropolitana. Un caso casi idéntico sucedió hace algunos meses sobre la carretera a Colima. Como en este caso, se ha prometido dar con los culpables y castigarlos ejemplarmente. Seguimos esperando.

El asunto es simplemente una ilustración flagrante del sometimiento que la ciudad padece a manos de ilegítimos intereses particulares. El caso de la publicidad exterior incontrolada ha sido denunciado muchísimas veces, sin que ninguna autoridad tenga la lucidez y los arrestos para atacar el problema frontalmente.

El abuso que los anuncios “espectaculares” sin control realizan cotidianamente reviste una gravedad extraordinaria. En primer lugar porque dan la muestra patente de la quiebra de un estado de derecho, de la prevalencia del interés mercantil particular sobre el bien común. Y ponen un funesto ejemplo para multitud de comportamientos antisociales.

El derecho a tener un paisaje digno, limpio y sin obstrucciones corresponde a sociedades en donde se respetan los elementales principios de civilidad. Vuelve a ser del caso recordar al señor de negocios que al llegar del extranjero y considerar el caos visual de la carretera desde el aeropuerto eterno inmediatamente sus dudas sobre la seguridad jurídica y la seriedad de hacer un negocio aquí. Porque, lo sabemos, todo está conectado. Pero, además, la convivencia permanente con un paisaje contaminado y degradado rebaja significativamente la autoestima de la población y sus aspiraciones a una vida ordenada y razonable.

Es más que hora para que todas las autoridades que tienen que ver con el estado de las entradas y salidas carreteras a Guadalajara tomen con toda seriedad cartas en el asunto de la publicidad incontrolada y hagan lo necesario para tener un acuerdo metropolitano en este sentido. Obviamente, los intereses en juego son muchos y muy cuantiosos. Un dato alarmante es la alta incidencia de uso de los “espectaculares” como medio de publicidad por los políticos de todos los partidos. Si se sabe sobradamente que por lo general este tipo de publicidad va en contra de un buen desarrollo urbano ¿porqué no actúan con coherencia, y porqué sus posibles electores y ciudadanos en general no consideran esto como una práctica desaconsejable?

Ojalá que el múltiple asesinato de árboles en la carretera de Chapala sirva como un motivo que despierte una reacción vigorosa de la sociedad. Y ojalá que las autoridades actúen en consecuencia.

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