¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE GÉNERO Y ARQUITECTURA?


por: Reyes Gallegos y Ariadna Cantis.

En pleno siglo XXI, el número de arquitectas que dirigen estudios, ganan concursos, publican sus trabajos o son catedráticas, es muy inferior al de arquitectos.

En la historia de la Arquitectura, numerosas profesionales arquitectas han trabajado a la sombra de sus parejas profesionales. Además, la atribución del trabajo de los cuidados al género femenino, la figura predominantemente masculina vinculada a la arquitectura y la educación tradicionalmente sexista de nuestra cultura, han generado unas estadísticas verdaderamente preocupantes sobre nuestra profesión y el género.

Hoy pocas arquitectas firman edificios de portada de revistas, que es la forma de dar visibilidad a la arquitectura en nuestra sociedad. Y la inmensa mayoría de estas escasas arquitectas, comparten el estudio con un hombre, normalmente su pareja en la vida personal.

Éstas y otras cuestiones se pusieron sobre la mesa la pasada semana en el 1º Congreso de Investigación en Arquitectura y Género “ArquitectAs: redefiniendo la profesión”, celebrado en la Escuela Técnica superior de Arquitectura de Sevilla y dirigido por Nuria Álvarez Lombardero, quien publicó el pasado mes en la ciudad viva un post de “presentación” al congreso. (Visitar aqui: http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=20761)

En dicho post ya se apuntaban algunas de estas y otras problemáticas que la distinción de sexo ha marcado en nuestra profesión. Uno de los comentarios a este artículo sostiene que este asunto no puede ni debe resolverse sólo por mujeres. Sin embargo, durante el congreso la presencia de hombres fue casi nula, cosa que sumada a la poca asistencia de público, nos lleva a la siguiente reflexión: ¿Interesa realmente el tema o es una cuestión minoritaria?

El congreso planteó la convocatoria organizada en cuatro ejes temáticos, alternando presentaciones de jóvenes profesionales seleccionadas por un proceso de “open call”  con ponencias de arquitectas invitadas.

El formato elegido para la ocasión de ponencias desde el estrado y público al otro lado,  desvela la necesidad de la redefinición hacia formatos más contemporáneos donde el diálogo y la participación se desarrollan de forma fluida, tal y como la anuncia el subtítulo del congreso haciendo alusión a la necesidad de redefinir la profesión.

También se presentó éste como oportunidad para anunciar ideas para el cambio; pero no sabemos si por la complejidad del tema, por su reciente desvelamiento, o por ambos motivos, hubo pocas propuestas, teniendo las ponencias un carácter fundamentalmente “analítico” y de investigación con poca capacidad propositiva.

Agradecemos y celebramos la iniciativa de la pasada semana por reactivar un tema tan importante y del que tan poco se habla. Por ello, y al margen de estadísticas y de las obras de aquellas arquitectas pioneras que se han mantenido en la sombra y de las que se habló mucho durante el congreso –recomendamos también consultar en “la red”-, queremos con este artículo continuar el debate a partir de algunos posicionamientos y dudas así como proponer una hoja de ruta para activar sin descanso el necesario cambio que la arquitectura requiere en cuestión de género.

1. Olvidar el tópico de la mujer vinculada al interiorismo o al paisaje. La mujer y el hombre tienen las mismas capacidades. Tenemos unas preferencias u otras según personalidad, educación o cultura. No por género. Hay hombres con una especial sensibilidad para los detalles y mujeres con una capacidad excepcional para el urbanismo.

2. Dejar el lado victimista: nos cuesta pensar que en pleno siglo xxi, los tribunales de concursos de arquitectura se nieguen a otorgar un primer premio a arquitectas independientes. O que las autoridades públicas no encarguen un proyecto a no ser que haya un arquitecto hombre en el equipo.

Preferimos pensar que quizás hay pocas mujeres que se embarcan en la carrera de concursos y proyectos de edificación de forma solitaria porque:

– La profesión requiere tal dedicación que a la mujer no le compensa y prioriza otras cosas. En cuyo caso, estupendo. Somos libres de elegir.

– La arquitecta con familia cuya pareja no comparte las tareas domésticas al 50%, en cuyo caso atenderíamos a una problemática machista de conciliación familiar, donde no cabe diferenciar la arquitectura de otras profesiones.

– Es la inseguridad de no tener antecedentes históricos la que te impide que te creas capaz de montártelo por tu cuenta. En este caso habría que hacer una revolución y echar a andar sin victimismo.

3. ¿Exactamente qué estamos reivindicando? ¿la autoría? Muy bien.

Pero ojo con cometer la estupidez de transformarnos en personajes egocéntricos por querer emular lo que han sido muchos arquitectos hombres en nuestra historia.

Incorporarnos al mundo laboral, despreciando el valor de los cuidados para ser como ellos, fue un auténtico error.

Por tanto:

¿Tiene sentido el formato del estudio de arquitectura tal y como lo conocemos? ¿Queremos transferir el mismo modelo de la figura masculina a la femenina?

¿Debemos aprovechar este momento de cambios en la profesión y plantear otro modelo de “arquitectura sin género”?

Las mesas de debate del pasado congreso se nos quedaron cortas y hoy vemos necesario posicionarnos ante el futuro:

Dejemos ya el modelo del pasado, ¿hacia dónde queremos/podemos avanzar?

– Como propuesta más inmediata se antoja cambiar radicalmente el formato de futuros espacios de debate.

– Como segunda propuesta, provocar una comunicación que incluya también a hombres y a mujeres procedentes de perfiles y modos de ejercer la arquitectura diferentes: el urbanismo, la gestión, la crítica arquitectónica, la comunicación, la difusión, la cultura urbana… incorporando sociólogos, antropólogos y políticos evitando así un debate endogámico.

– Pensar en el papel del arquitecto y de la arquitecta en el futuro, con nuevos roles y formatos de trabajo: ¿qué papel juegan las mujeres en los colectivos? ¿por qué no se habla de este modelo de ejercer la arquitectura por arquitectas? Nos parece fundamental si se pretende un debate dirigido a plantear un nuevo horizonte.

– No está de más plantearnos si es una cuestión de roles y género o se trata de redefinir la profesión por completo, y enterarse si están los hombres arquitectos dispuestos a este cambio de modelo (empezando por invitarles al debate).

– Y por último, y antes de quejarnos, pensar muy bien qué caso proviene del machismo heredado y qué caso es una cuestión que estamos nosotras mismas permitiendo que se mantenga.