Por la Escuela Basilio Vadillo


image001Por Juan Palomar

Debe preservarse. Es una de las instituciones educativas más significativas de la ciudad. Por sus aulas ha pasado una impresionante cantidad de alumnos, muchos de ellos ciudadanos notables de Guadalajara y de otras partes. También ha habido una muy apreciable tradición de maestros. Es una parte esencial del funcionamiento y del carácter del barrio donde se enclava, frente a la antigua Alameda, hoy Parque Morelos.

Su construcción data de los años treinta del siglo pasado y su proyecto de debe a un afamado arquitecto de la época: Alfredo Navarro Branca. Está resuelta, de manera correcta y funcional, en una serie de cuerpos orientados oriente-poniente y materializados en sólida y noble construcción de un sobrio estilo Art-Déco. Es una edificación patrimonial y como tal debe ser tratada, igual que los laureles que custodian la entrada principal y que son patrimonio ecológico de la ciudad.

Con el ambicioso proyecto de la Ciudad Creativa Digital se han manejado diversas fantasiosas ideas acerca del destino de la escuela. Para empezar, si de veras se quiere repoblar el área lo último que hay que hacer es quitar las escuelas destinadas a niños y jóvenes. El hecho de que la población escolar haya decrecido notablemente debido al despoblamiento del área es precisamente la razón para conservarla y fortificarla.

Si después de lo anterior se pueden incorporar otras funciones compatibles, con discreción y tino, y respetando la escuela tanto física como institucionalmente, qué bueno. Bienvenidas las mejoras y las inversiones que consoliden a la Escuela Basilio Vadillo. Pero es indispensable ser muy cuidadosos para no echar a perder una escuela tan meritoria o su igualmente meritorio edificio.

En el Proyecto Alameda (que en un principio iba a servir de Villa Panamericana por tres semanas), realizado hace algunos años y abortado por mezquinos intereses políticos con los tristísimos resultados que están a la vista, se respetaba y fortalecía a la escuela. Obviamente, las familias que habitarían allí necesitarían de escuelas en la proximidad. Lo mismo pasaba con la Escuela Secundaria adjunta y con el Gimnasio Estatal, que son también dos muy útiles –por su función y su construcción- edificios patrimoniales que hay que proteger (en su uso y su estructura).

Ahora que la Ciudad Creativa Digital planea comenzar a levantar un edificio, es quizá prudente recordar que es gracias a la reserva de terrenos adquiridos por el Ayuntamiento que tal iniciativa tuvo, en sus planteamientos ante las instancias que juzgaron su pertinencia, éxito y sentido. Tuvo así un lugar apropiado en donde comenzar a materializarse. Pero también es obligatorio no perder nunca de vista que el primer objetivo para revitalizar el centro de la ciudad es repoblarlo. Se habla de grandes edificios de oficinas y otros giros ¿y la vivienda, dónde, cuándo?

Pero, volviendo a la Escuela Basilio Vadillo, es imperativo irse con mucho cuidado con lo que en ella se plantea. Constituye una raíz que ha dado grandes frutos. Es una raíz que no puede arrancarse así nomás y “reubicar” porque así parece convenir a ciertos planteamientos cuya claridad es difusa. No se puede arrancar, punto. Cuidemos nuestras instituciones educativas y sus equipamientos, nuestras tradiciones y arraigos, nuestros edificios patrimoniales. La Escuela Basilio Vadillo debe conservarse y apoyarse con decisión.