Programa banqueta digna


Por Juan Palomar

Urge. Ya se ha dicho aquí muchas veces. La banqueta es el primer y más constante lazo del habitante con su ciudad. Es el primer y más importante espacio público de la urbe. Y, en general, nuestras banquetas están en muy mal estado. Esto provoca un amplio deterioro en la calidad de vida y en el uso cotidiano de la ciudad. Provoca incluso el perjuicio de la plusvalía de las demarcaciones y afecta la convivencia cotidiana. Es altamente injusto y agresivo con discapacitados, ancianos y niños. Ninguna ciudad que quiera sentirse orgullosa de sí misma puede tener las banquetas que por tantos lados tenemos en Guadalajara.

Conviene aclarar un hecho básico: las banquetas son responsabilidad, en primer lugar, de los dueños de los predios fronteros. Corresponde a ellos mantenerlas limpias, barridas y en buen estado general. Por décadas así se asumió por todo mundo y así se exigió por parte de las autoridades. Gradualmente la gente se ha acostumbrado a cuidar sus propiedades de la puerta para dentro, si acaso. Es necesario volver a educar a la población sobre sus obligaciones hacia el espacio público, con la banqueta en primer lugar.

Las autoridades municipales acaban de anunciar que van a componer algunas banquetas de la zona de Chapultepec. Muy plausible, pero es necesario involucrar a usuarios y propietarios. El sistema de acordar que  el gobierno municipal pone la mano de obra y los propietarios los materiales puede funcionar si primero se hace un intenso trabajo de socialización del tema y se motiva, con los argumentos mencionados al principio de esta columna, a la gente.

Para tratar, en particular, de los arreglos del camellón de Chapultepec, habría que trabajar con efectividad con los muchachos que allí asisten para practicar suertes en patineta. Qué bueno que van y están contentos allí. Pero el acentuado desgaste que provocan con sus suertes en pavimentos, cajetes y jardinería debe corregirse. También sus horarios: algunos vecinos de la avenida son afectados por los tablazos que se repiten hasta la madrugada. Si no se hace algo a este respecto los camellones van a ir de mal en peor.

En otras ciudades (muchas) los pavimentos de las banquetas son uniformes en sus materiales. En nuestra ciudad así se hizo mucho tiempo en la zona de las Colonias. El mosaico a cuadros rojos y blancos era la norma. (La gente, claro, decía que el alcalde o alguno de sus allegados tenían una fábrica.) Habría que impulsar el uso de ese noble y característico material haciendo las licitaciones de ley entre los variados fabricantes.

El arbolado es otro elemento básico. El reglamento de Parques y Jardines estipula que tendrá que haber por lo menos un árbol por cada seis metros de frente de la propiedad. Es necesario hacer esta norma efectiva y encargar a cada propietario o inquilino estar al pendiente y cuidado de este arbolado.

Habría que establecer, permanentemente, un programa metropolitano de “banqueta digna” que lograra instalar en la mente de la población esta apremiante necesidad y que institucionalizara la práctica de mejorar las banquetas permanentemente en beneficio de toda la población y especialmente de las franjas más vulnerables de ésta. Una campaña además que orille a los automovilistas a respetar las banquetas a rajatabla. Y recuperar así el orgullo por nuestra ciudad.