El extraño caso de la casa modelo


Por: Juan Palomar

La colonia Reforma se debió haber empezado a desarrollar alrededor de 1905, sobre terrenos pertenecientes a don Sabino Orozco. Se trataba de una larga tira, dividida por la avenida Vallarta, que fue ocupada por dos manzanas de ancho –de norte a sur- por unas ocho o nueve de oriente a poniente. Don Pantaleón –padre de Sabino- edificó su casa en la esquina nororiente de Vallarta y Colonias. Verdadera casa de propietario, ahora ocupada por un restaurante, ha sido afortunadamente bien conservada.

Esquina con esquina de la casa anterior (en la norponiente) se edificó la casa que, según decían los viejos, fue la casa modelo para la colonia. Más modesta, no carece por ningún motivo de interés al ser una mixtura de casa tradicional con patio con la nueva tipología con jardines exteriores. Perteneció muchos años a la familia Villaseñor Camarena.

Pues he aquí que hace ya varios meses los actuales propietarios levantaron un vallado de malla ciclón forrada de plástico, de manera que la casa no pudiera verse. Esto sucedió sobre la avenida más visible de la ciudad, en el último tramo que le queda con su imagen tradicional. Lo normal, esperable y debido, hubiera sido que las autoridades responsables se acercaran prontamente para ver qué estaba pasando: la Secretaría de Cultura, Obras públicas municipales, Coplaur, el Patronato del Centro Histórico.

Pero, a lo que nos enteramos, nadie hizo nada ni verificó qué estaban haciendo y si tenían permiso de la ventanilla del centro histórico, que reúne a las autoridades mencionadas. Por el periódico averiguamos que, aparentemente, se ha realizado una “remodelación” que ya destripó la casa para instalar, según parece, una farmacia. De los permisos no se sabe nada. Ni de los responsables, entre los que debería figurar un arquitecto calificado para intervenir este tipo de patrimonio.

Si bien es cierto que los perímetros A y B del centro histórico comprenden demasiadas hectáreas, esto no es ninguna excusa para ni siquiera vigilar lo que sucede por Vallarta. En cambio, seguido pasa que las mismas autoridades provoquen, a fuerza de burocratismo y rigideces absurdas, que no se pueda hacer mayor cosa en buen número de casos de propuestas para reutilizar las fincas patrimoniales.

En el centro, según reportes, hay más de 800 fincas abandonadas, muchas de ellas amenazando ruina. Estamos esperando que haya algún planteamiento oficial serio, realista y audaz para propiciar que este desastre patrimonial se revierta o al menos se detenga. Pero la gangrena sigue avanzando. Está el caso de la finca que compraron los notarios en la esquina de Bosque-Zuno y General San Martín y que comenzaron a demoler sin decir ni agua va. Fueron detenidos en su intento ya que los daños estaban hechos. Meses después, ahí sigue la ruina, perjudicando al vecindario y costándole a los notarios. ¿Qué salida proponen las autoridades para este caso? No podemos esperar que el patrimonio subsista con actitudes apáticas y medrosas.