La Primavera ardiendo


Juan Palomar

¿Qué se puede hacer realmente para que esto no se repita? El actual incendio del bosque de la Primavera y su tardía contención ponen una vez más de manifiesto el insostenible estado de la gestión de un recurso ambiental indispensable para Guadalajara. La fragilidad de todo ese ecosistema está una vez más a la vista, así como lo precario de los medios para hacer frente a cualquier siniestro.

De entrada habría que aclarar plenamente, por parte de la autoridad, si los incendios –sospechosamente múltiples- fueron intencionales. Y actuar en consecuencia castigando a los involucrados. Cuánto más en el caso de los pistoleros que supuestamente impidieron las labores de las brigadas apagafuegos. También es indispensable revisar todos los puntos de riesgo que estuvieran provocando contingencias como las que ahora se enfrentan. Se habla de basureros clandestinos que iniciaron el fuego ¿cuántos hay y dónde? Además se piensa, con razón, que intereses inmobiliarios pudieran estar detrás de estos hechos. Los ayuntamientos tienen la responsabilidad de controlar estrictamente los usos de suelo no solamente en el interior del área protegida sino en la franja de amortiguamiento existente.

Todos estamos de acuerdo en que necesitamos un bosque sano y con un futuro asegurado. El problema es que no tenemos aún los medios para lograrlo. Una parte muy considerable del bosque es propiedad privada. Sus propietarios poseen ahí un patrimonio sujeto ahora a las normativas de un área natural protegida. Como sociedad es necesario encontrar los mecanismos de compensación para equilibrar los costos en beneficio de la comunidad. La transferencia de derechos de desarrollo es una figura adecuada para lograr ese objetivo. Y no descartar la alternativa de compra por parte del gobierno del Estado de todas las fracciones posibles en vista del evidente beneficio público de tales inversiones.

Otra figura que se debe de utilizar es la del pago de beneficios ambientales. Si toda la ciudad aprovecha la existencia y el funcionamiento del bosque, de su producción de oxígeno y de su captación de agua, es justo que todos sus habitantes aportemos para mantener esos beneficios. La propuesta del gobierno del Estado de incorporar a los pagos del Siapa cierta muy modesta cantidad etiquetada para colaborar con la Primavera era sensata. Habría que retomar esa u alguna otra iniciativa que permitiera, fuera del mero discurso, tener recursos efectivos.

Este incendio es, como todos los anteriores, totalmente intolerable. La reacción social ha sido más viva que nunca. Sería importantísimo que la energía despertada en beneficio del medio ambiente fuera encausada de manera permanente para cuidar y fomentar no solamente el bosque de la Primavera, en el que habrá mucho que restaurar, sino toda la maltrecha ecología de la región. Que no se quede el asunto en un mero episodio pasajero: la Primavera ardiendo nos concierne e interpela a todos los habitantes de Guadalajara y sus alrededores. El bosque necesita soluciones de fondo.

jpalomar@informador.com.mx

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