No se puede hablar de arquitectura


No se puede hablar de arquitectura cuando nuestros múltiples muertos que aparecen día con día nos dicen, en forma silenciosa, que estamos perdiendo la tierra heredada. La violencia actual nos recuerda lo que hemos dejado de hacer en los últimos años. Hemos perdido la calle, hemos perdido la sonrisa y estamos perdiendo la esperanza. Nuestro tejido social está roto y desarticulado. Nuestro problema de justicia y de equidad no aguanta más corruptelas, ineptitudes, oídos sordos, indiferencias, falta de generosidad… La hambruna que están sufriendo los Rarámuris en la Sierra Tarahumara nos indigna, nos avergüenza y nos desvalora como sociedad. Un tiempo creí que a través de la arquitectura podríamos cambiar el país, hoy pienso que no solo la arquitectura sino toda nuestra cultura, en este momento, está siendo completamente rebasada.

No se puede hablar de arquitectura al recordar que la ciudad de Guadalajara perdió una oportunidad histórica en el campo del urbanismo. Todo comenzó con una propuesta visionaria del alcalde de entonces Alfonso Petersen Farah, de aprovechar la coyuntura de los Juegos Panamericanos para intervenir nuestro descuidado centro de la ciudad insertando la Villa en el parque Morelos como un símbolo emblemático correctivo. Desafortunadamente los Tapatíos fuimos testigos de la oscura estrechez de Vázquez Raña, flamante presidente “vitalicio” de la ODEPA, que dio muestras de ser un rico pobre que coleteaba como un gran dinosaurio del “viejo” y del “nuevo” PRI. Fue lamentable que en medio de un contexto favorable de confianza ciudadana y mayorías políticas, el equipo operativo de los panistas solo pudo llegar a concretar unas cuantas maquetas en medio de un alarde de ingenuidad gremial. Por supuesto, tanto tiempo perdido alentó el boicot partidista. Finalmente la Villa Panamericana fue sembrada en los terrenos del Bajío. Los Tapatíos pudimos observar la caída de un sueño necesario y trascendente para pasar a una solución mediocre y apresurada apoyada por el pequeño Emilio, por el coyuntural Aristóteles, y por supuesto, por el vitalicio dinosaurio. ¿Quién ganó y quien perdió ante este hecho? Recientemente surge una nueva esperanza, una nueva oportunidad, para el centro de la ciudad de Guadalajara con el proyecto de la Ciudad Digital.

No se puede hablar de arquitectura cuando el tema debe ser sobre asignación de proyectos, asignación de obra pública y desperdicio de talento. Es una tradición decepcionante la forma indebida de repartir el botín de los proyectos y la obra pública en todos los niveles de gobierno basada en las mochadas y los compadrazgos, claro, con sus muy escasas excepciones. En una nueva y abortada oportunidad de cambio, “decidieron” que todos los proyectos de los edificios deportivos de los Juegos Panamericanos se asignaran a un solo arquitecto. Con ello surgen muchas preguntas: ¿Ese arquitecto tiene un currículum que merece todo? ¿Cómo pudieron recurrir a un solo profesionista en un momento favorable por el que pasa la arquitectura local? ¿Vale sacrificar tanto la calidad por favorecer el lado práctico del a$unto? Por los resultados obtenidos evidentemente ganamos en infraestructura deportiva, pero perdimos otra gran oportunidad de sellar este momento histórico irrepetible a través de buenos ejemplos de arquitectura que nutrieran nuestro orgullo ciudadano y elevaran nuestra autoestima. Realmente tuvimos unos maravillosos Juegos Panamericanos con unas ceremonias de inauguración y clausura memorables; pero, los efímeros juegos ya se fueron, lo que se queda, lo que permanece, son –quizá con excepción del estadio de atletismo- unos edificios tercermundistas que aportan nada, proyectados y construidos con escaso oficio, con un descuido absoluto y con un rigor de cavernícolas. Sobre las “esculturas urbanas” que anuncian los juegos, no merecen comentario alguno, solo retírenlas de inmediato y restituyan el dinero mal gastado.

Quizá pueda hablar un poco de arquitectura porque considero necesario tocar el tema de un nuevo símbolo urbano. El puente Matute Remus no merece el nombre del ingeniero. Él era una persona inteligente por eso era sencillo y propio. Este puente atirantado es más bien un homenaje a la soberbia y al ego, es un monumento sobreactuado que contribuye a generar un espacio urbano apretado y caótico, es un objeto desarraigado que más bien anuncia el arribo prepotente del pequeño Emilio con sus arquitectos e ingenieros. Recurren a una costosa solución colgante o de tirantes que históricamente se ha utilizado alrededor del mundo para volar cientos de metros cuando en realidad aquí solo requerían volar unos cuantos. Basta de incrementar valores falsos. ¿A dónde arribaron? ¿Con dinero público? ¿”Lo hemos hecho bien”? Sin embargo, quiero mencionar dos aciertos que lamentablemente son de menor impacto urbano: La limpieza de la iluminación baja integrada a los barandales protectores; y por fin, una buena solución para los espacios públicos bajo un puente.

Ni hablar del “flamante” paso a desnivel del Álamo que cuenta con una gigantesca columna a media calle que invita a los automovilistas a perder la vida. ¿Quién es responsable de crear semejante peligro?

No se puede hablar de arquitectura cuando el tema en este momento es sobre patrimonio urbano, derechos de autor y límites de gobierno. El caso de las remodelaciones por parte del Ayuntamiento de Guadalajara de las fuentes de la Hermana Agua y del Federalismo así como de la eliminación de la plazoleta Orozco, todas ellas obras de Fernando González Gortazar, son un reflejo del mundo al revés, de lo unilateral y de lo caprichoso, de la ignorancia, prepotencia y falta de respeto con que actúan a menudo las autoridades. El Sr. Mauricio Gudiño, Secretario de Servicios Municipales del Ayuntamiento de Guadalajara, a decir por sus acciones y por sus declaraciones, es evidente que no sabe absolutamente nada de estos temas, por lo que no debería tener esos encargos ni tomar decisiones al respecto. Creo que las autoridades deben concentrar su labor en convocar a las personas que la sociedad reconozca, por su honorabilidad y por sus conocimientos, como las más aptas para tomar decisiones con el objeto de lograr consensos de alto nivel. Que cada quien opine y actúe desde su lugar y desde sus conocimientos, el respeto a las jerarquías es parte fundamental del orden social. Considero que este problema en particular es una oportunidad que puede trascender en el futuro en la forma en que las autoridades intervengan las obras urbanas patrimoniales. Nos conviene a todos que esto se resuelva de la mejor manera, que para mí sería restituyendo la dignidad y el espíritu de las obras a juicio de su autor.

No se puede hablar de arquitectura cuando la iglesia tiene invadidos 2 terrenos en el Cerro del Tesoro colindantes con el Santuario de los Mártires (otro homenaje al ego) que son propiedad de dos señoras, mismas, que donaron el predio del Santuario. Don Juan: ¿Porqué operan ustedes con un código más parecido a extremistas iraníes que a siervos de Dios? ¿Dónde quedó la gratitud? ¿Dónde quedó la ley?

No se puede hablar de arquitectura cuando el tema es optimización y destino de recursos. Las inversiones de proyectos y de obra pública no están siendo dirigidas a quienes más lo requieren. Las mejores obras para quienes más lo necesitan. El mejor parque de la ciudad, la mejor biblioteca o el mejor centro deportivo deben edificarse en las colonias metropolitanas de mayor marginación (Tabachines, Mesa Colorada…). Si queremos edificar paz, si queremos comenzar a frenar la violencia actual, Bogotá y Medellín nos han puesto el ejemplo de cómo comenzar. Nuestra realidad actual ya no tolera más desenfoques.

No se puede hablar de arquitectura cuando el Auditor Superior del Estado: Alonso Godoy Pelayo quien tiene un emblemático puesto por ser el responsable del buen uso de los recursos económicos de todos los jaliscienses, continua en su cargo a pesar de que se le ha comprobado, entre otras faltas, que se otorgó un bono por $9’800,000. Es increíble que haya sido arropado por todos los partidos políticos con el objeto de mantenerlo en el cargo a pesar de sus inconsistencias y en medio de tantas y tantas denuncias ciudadanas. Señores diputados: Casillas, Arguelles, Vargas, Hernández, Barajas… ¿A quiénes sirven ustedes? ¿Cuáles son sus pactos con el auditor? ¿Cuando nos sentiremos orgullosos, honrados y representados por sus acciones?

No se puede hablar de arquitectura cuando los partidos políticos tienen secuestrado al país. Cuando la dictadura pluripartidista ha hecho todo lo necesario para obstruir iniciativas ciudadanas genuinas que amenazan su imperio. En las elecciones “democráticas” los ciudadanos tenemos la opción de elegir a cual grupo o partido político se quiere favorecer para que ellos trafiquen con sus influencias, para que ellos favorezcan a su partido o para que ellos asuman como propio nuestros recursos. Es evidente que a la gran mayoría de los gobernantes no les interesamos sus gobernados, nos utilizan, somos un mal necesario, sus intereses y los intereses de los ciudadanos están completamente divorciados y caminando en direcciones opuestas. Estamos completamente solos, las soluciones jamás vendrán de ellos.

Podríamos hablar de arquitectura porque el arte es esperanzador, y eso es lo que necesitamos sembrar. Necesitamos volver a entrelazar nuestro tejido social, reorganizarnos, reagruparnos, cuidarnos, recuperar nuestra capacidad de asombro para volvernos a mirar. Quizá algún día pensamos que podíamos salvarnos solos o en pequeños grupos, pero la interdependencia nos hace vulnerables y dependientes de los demás, la resaca violenta ha hecho elocuente que aquello era imposible, que nadie se salva solo. Necesitamos surgir con toda nuestra fuerza, con toda nuestra energía, con toda nuestra sed de orden y de justicia. Necesitamos recuperar nuestra tierra, nuestras calles, nuestra sonrisa. A pesar de que el poder lo tienen secuestrado, el control si queremos, lo podemos tomar la sociedad civil a partir de mañana. VIVA LA PRIMAVERA MEXICANA, VIVAN LAS OPCIONES POLITICAS DE CIUDADANOS INDEPENDIENTES, VIVA CHERÁN MICHOACAN. VIVA LA ESPERANZA CIUDADANA.

Por: Juan Ignacio Castiello Chávez

Es arquitecto independiente y miembro de las Brigadas Ciudadanas de Rescate Urbano.

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