El puente secuestrado y los anuncios


Por Juan Palomar Verea

El puente secuestrado y los anuncios

El caso es paradigmático, en más de un sentido. Una comunidad –con todas las salvedades del caso que se quieran- trata de darse a sí misma, en el contexto de la ciudad, un hito en el que reconocerse, encontrarse, darse ánimo –para eso también sirven los hitos. Y he aquí que los mercachifles de la propaganda proceden a secuestrar, obstruir y arruinar la principal perspectiva del tal hito. Es el caso del puente “atirantado” Jorge Matute Remus.

El puente que ahora hace cruzar la vieja avenida de las Torres -Lázaro Cárdenas- por encima de la avenida López Mateos (vieja avenida de los Ingenieros, recordará alguien), ha sido motivo de largas discusiones. A final de cuentas, allí está. Y forma ya parte del patrimonio y del imaginario tapatío. Su configuración y su escala lo vuelven un objeto recordable y referenciable: un hito indiscutible en el paisaje urbano. Obviamente, habrá a quien le guste y a quien no. Sin embargo, su calidad como solución vial y estructural (lo opinable que se quiera), su preocupación por una cuidadosa implantación específica en el contexto, su presencia misma como símbolo de la posibilidad, la unión y el avance –inherente a los puentes- son ya otros tantos activos que pertenecen a la comunidad. Y es a estos activos, precisamente, a los que la siempre desbocada publicidad exterior ataca ahora impunemente.

Varios cientos de millones de pesos después, después de muchas alegatas y molestias viales, ahí está el puente. Su principal perspectiva, la vista desde donde la gran estramancia puede apreciarse y comprenderse de manera más adecuada, es la que se da sobre López Mateos, caminando o circulando de sur a norte rumbo al puente. De allí se pueden ver los dos apoyos triangulares, el juego de los tensores, la dimensión del claro salvado, la perspectiva, en fin, de una de las principales avenidas de la ciudad. Y sucede que dos anuncios de los llamados “espectaculares” arruinan, nublan, agreden y limitan la consideración de todo lo anterior. Dos anuncios –uno de unos grandes almacenes y otro- ubicados en donde más pueden hacer daño superponen así el interés mercantil particular al interés de toda una comunidad. Y así el puente, y las consideraciones cívicas, se ven sometidas, sobajadas y relegadas en perjuicio de todos.

Se sabe que los anuncios ya estaban (por desgracia) allí. Se sabe que la autoridad hizo infructuosas gestiones para que fueran retirados. Cría cuervos…

El ejemplo del puente Matute Remus debiera servir como un caso ejemplar de lo que la publicidad exterior abusiva produce en toda la zona conurbada de Guadalajara: una marcada devaluación del espacio público en perjuicio de todos y en beneficio de unos pocos. Y nunca está de más acordarnos de que el espacio público es uno de los principales bienes en los que se cifra la salud, la viabilidad de toda una comunidad. Veamos si, para el caso del puente citado la autoridad logra un razonable arreglo que retire los tan dañinos anuncios. Pero veamos también si por fin alguien propone medidas eficaces para restaurar la dignidad a todos los espacios públicos de la ciudad.

jpalomar@informador.com.mx

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