Guadalajara: el problema de ser 150,000 menos


Por: Juan Palomar Verea

El gravísimo problema del despoblamiento del municipio de Guadalajara ya llegó a donde tenía que llegar: al presupuesto. La pérdida de 151,130 habitantes entre los censos oficiales del 2000 y del 2010 redunda irremediablemente en el reparto de las participaciones federales. Entre menos gente que lo necesita, menos dinero se reparte. Es clarísimo.

Sin embargo, en términos reales y cotidianos, la ciudad sigue requiriendo más recursos. Entre los mismos habitantes que pagan impuestos en Guadalajara se tiene que pagar por el correcto funcionamiento y mantenimiento de todos los servicios que presta el ayuntamiento. Además, el municipio alberga a diario una muy elevada cantidad de usuarios que no tienen su domicilio en él, y por lo tanto no pagan aquí sus contribuciones: quienes duermen en otros municipios y trabajan en el de Guadalajara, quienes acuden a estudiar, a realizar compras, trámites, etc. Y estos usuarios aprovechan y desgastan, en proporción a sus actividades, la ciudad.

El proceso de despoblamiento del municipio central de la Guadalajara conurbada ha sido enunciado y analizado desde hace ya un buen número de años. Pero no ha habido una respuesta oficial lo suficientemente aterrizada como para que la inercia cambie de dirección. Desde hace tiempo se han planteado algunas alternativas: es inevitable citar otra vez el caso del Proyecto Alameda (que inicialmente alojaría la Villa Panamericana). En ese planteamiento –interrumpido por ahora por razones de politiquería- se intenta repoblar y revitalizar un sector clave del centro tradicional de la ciudad. Ese sólo proyecto significa la inyección de aproximadamente 3,200 nuevos habitantes al centro. Y además comporta la apertura de nuevas perspectivas y oportunidades para hacer similares desarrollos habitacionales mixtos e intraurbanos en diversos ámbitos de la ciudad (siempre adaptándose a las circunstancias particulares de cada intervención).

Una inyección como la que se menciona, de miles de habitantes en un contexto urbano adecuadamente provisto de infraestructuras y servicios en la actualidad parcialmente desaprovechados, puede comenzar a revertir una inercia altamente perjudicial: la que propicia que la ciudad consolidada deba abandonarse desde el punto de vista habitacional para migrar a ubicaciones periféricas. Esta tendencia, basada entre otras cosas en la carencia de una visión integrada y moderna de lo que una ciudad puede y debe ser, ha ido despoblando barrios y colonias. Y está más que probado que sí se pueden lograr redensificaciones que además signifiquen mejores condiciones de vida para los habitantes actuales y los futuros. Simplemente, hace falta abrir brecha, trabajar en demostrar por los hechos que sí se puede. De allí la relevancia del Proyecto Alameda, que una futura administración municipal con decisión y lucidez será capaz de llevar adelante. Los terrenos, propiedad del municipio, constituyen la importantísima base para ello: y allí están, son patrimonio público. Son una oportunidad que sería muy grave malbaratar.

150,000 habitantes se fueron buscando mejores condiciones de vida, o de plano fueron expulsados por la falta de oportunidades, del municipio de Guadalajara. Es posible recuperar esa población, e incrementarla sensatamente, por el bien de toda la ciudad.

jpalomar@informador.com.mx

Foto Raúl Macias

,