Una arquitectura del alma


Por Juan Lanzagorta Vallín

Las Jornadas de Arquitectura 2011, organizadas por la escuela de Arquitectura del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO, iniciaron con la participación del legendario arquitecto tapatío José Hernández Laos, mejor conocido como Pepín. Esta fue su primera reaparición pública en un foro universitario, después de cinco años de haber dejado la docencia en la Universidad jesuita de Guadalajara. Su disertación involucró a la creatividad, un tema que lleva décadas explorando a través de diversas manifestaciones: el objeto arquitectónico, la pintura, la docencia, comprenderse a sí mismo así como al mundo que lo rodea, y la escritura. Su discurso versó también sobre un breve documento de su autoría, llamado Una arquitectura con alma, escrito en agosto de 2008: una semilla que encontró en esta ocasión tierra fértil entre los estudiantes que se dieron cita para coincidir al encuentro con el maestro.

El objetivo de la charla estuvo encaminado “a mostrar la existencia del alma de la arquitectura.” Para lograrlo, el también maestro en educación hizo mención a la fenomenología creada por Edmund Husserl a principios del siglo XX, que intenta distinguir entre las propiedades perceptuales y las abstractas, cuyos alcances fueron ampliados tiempo después por Martin Heidegger, quien los vincula con el ser en el mundo, y con ello con el entorno, en tanto que, posteriormente, Gastón Bachelard los enfoca a “la exploración y reflexión de la expresión poética.”

Hernández Laos dividió su intervención en seis temas relacionados con la casa del hombre o casa humana que trasciende los techos y paredes para abarcar al planeta mismo, de la siguiente manera:

“En el primer tema se aborda la existencia del tiempo ido —In illo témpore— de una existencia generatriz enclavada en las profundidades abismales de la naturaleza humana. El segundo tema se vincula la Casa germinal, o vientre terráqueo en el cual nos engendramos con la arquitectura. En el tercer tema exploramos las consecuencias de habitar en la Casa natal agrupados ya como grupo familiar. En el cuarto tema, comunicamos la influencia que la Casa moderna ha tenido en nuestra modificación existencia. En el quinto tema, la Casa planetaria, se establece el diálogo creativo que se requiere para transformar o transmutar (término utilizado para estar ad hoc con el nombre de las Jornadas) la crisis vital en que nos encontramos en la actualidad. El sexto tema, la Casa cósmica se presenta desde una perspectiva metamoderna, la inclinación hacia la trascendencia que nos acompaña como especie desde nuestro origen vivo. Finalmente, a manera de conclusión —o como un código proyectual—se tiene la intención de unir el final con el principio, con el doble propósito de poner la clave en el arco de nuestra imaginación poética, por un lado, y de abrir nuevas puertas y ventanas para la acción creativa de la arquitectura de hoy y del mañana, por el otro.”

Pepín Hernández Laos habló también de la idea de la “intencionalidad” o intención en arquitectura. Se trata de un concepto clave no solo en toda obra arquitectónica sino en la vida de cada persona, vinculado con la ética que tiene que ver, a su vez, con la actitud y visión que sobre la vida tienen los seres humanos. “Es la intención la que guía las acciones humanas”, decía san Agustín, lo cual podemos comprobar a través de la cotidianidad de la vida, un concepto que el expositor nos recordó con creces en su participación.

La charla vehemente de Pepín —casi patriarcal—, denominada Una arquitectura del alma, sirvió a los jóvenes arquitectos y profesores en formación, a reflexionar sobre la esencia de la arquitectura, esto es, a discernir sobre el ser humano integral y su entorno, sobre Gaia la Tierra, y no en la superficialidad de las formas. Sirvió también para recordar a los presentes la importancia de ser reflexivos en la acción, en especial si se estudia en una universidad jesuita, y para enterarnos y debatir sobre su valiente definición de arquitectura elaborada después de analizar las propias de José Villagrán García e Ignacio Díaz Morales, al afirmar que la arquitectura es: “El hábitat del hombre integral”. Una definición con la que discrepo en principio, pues, la forma en que está redactada supone, al parecer, que si existe un hombre integral también existe otro que no lo es y, por lo tanto, su espacio habitable no podría considerarse arquitectura. No obstante, a diferencia de las definiciones de arquitectura acuñadas por los grandes pensadores de la disciplina a través de los siglos, la de Pepín está pensada para el hombre y no para el objeto, lo que marca una notable diferencia.

Por otra parte, la lectura de su documento permitirá a los interesados ahondar en cada uno de los temas tratados en esta charla con lo que lograrán unir el final con el principio, después del viaje realizado “a través de la evolución del alma de la arquitectura, con la finalidad de activar el ensueño, porque la intención esencial de toda poética es la inspiración”: una chispa inteligente producto de la reflexión y el trabajo perseverante más que de una divina gratuidad.