La ciudad y los días: Ciudades libres de autos


Por Juan Palomar Verea. en su columna de El Informador.

Es una muy buena idea. No ciudades sin autos: ciudades libres de autos, que no es lo mismo. Aclaremos: no es lo mismo contar con el auto como un elemento más para un uso urbano pertinente, que no contar con ningún auto. Los coches, como todo mundo sabe, son valiosos instrumentos de movilidad en ciertas circunstancias. Sin embargo, su uso indiscriminado ha llevado a nuestras ciudades, en demasiados casos, a estar esclavizadas por ese medio de transporte.

Ese sometimiento de la ciudad al coche ha redundado en múltiples perjuicios para la calidad de vida de la urbe, para la calidad de vida de todos sus habitantes. En tiempo perdido, en contaminación, en recursos invertidos para obras que al final de cuentas son simples paliativos que acaban profundizando el problema. Y, lo más grave, se han postergado las verdaderas soluciones para la movilidad: un transporte colectivo eficaz y digno, el desarrollo consistente de medios alternativos de locomoción como la bicicleta.

Es un problema crucial, del que depende en buena medida el futuro común. Por eso es muy buena noticia para Guadalajara que aquí se vaya a celebrar, a partir del próximo lunes 5 de septiembre y hasta el viernes 9, el X Congreso Internacional “Hacia ciudades libres de autos”. Toda la información está en la dirección www.carfree.mx. Los convocantes son el ITESO, World Carfree Network, Ciudad para Todos, GDL en Bici y el Colectivo Ecologista Jalisco. Es importante asistir y apoyar un esfuerzo tan relevante.

Bajo el slogan “es hora de movernos”, los organizadores afirman: “Es hora de movernos hacia ciudades libres de autos; de transitar desde ciudades que nos desconocen a ciudades que nos pertenecen; de dar pasos en la dirección correcta; de hacerles ver, a aquellos que aún no lo notan, que para llegar al futuro no es necesario construir más vías rápidas sino nuevas mentalidades. Es hora de movernos.”

Precisamente, es un problema de mentalidades. De cambiar la nefasta inercia que amenaza con ahogar en una siempre creciente inundación de coches la mera posibilidad de movernos sensatamente en la ciudad. Y más allá de eso: cambiar una mentalidad que enajena radicalmente la relación del habitante con su entorno. Y no cambiarla por un ingenuo acto de fe. Cambiarla con argumentos, estrategias, proyectos. Es posible pensar las ciudades de una manera distinta a la que ha imperado los últimos decenios. Las consideraciones y experiencias que se habrán de exponer en el congreso seguramente ilustrarán ampliamente lo anterior.

Liberar a las ciudades de la tiranía de los autos es un objetivo que desde hace mucho se ha venido planteando entre nosotros. Ojalá que la actual convocatoria a cambiar el estado de las cosas sea capaz de permear en la sociedad tapatía, de alcanzar la conciencia de las autoridades. Más que demostrado está que la inercia actual nos lleva a un costosísimo callejón sin salida saturado de coches. Es preciso encontrar entre todos las alternativas para contar con una ciudad deseable.

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