Miguel Aldana Mijares: una vida cumplida (1920-2011)


Aunque un poco tarde pero creo que es bueno reconocer una de las trayectorias de uno de las figuras representativas en la vida arquitectónica, y del arte de Guadalajara que nos dejo hace unos días. Aquí Juan Palomar nos escribe por que:

Siempre es temprano para perder a gente extraordinaria y que han pasado por la vida haciendo el bien. No obstante sus noventa años cumplidos, Miguel Aldana tuvo hasta sus últimos días el don de vivir plenamente y de transmitir esa vitalidad a quienes estuvieron a su alrededor. Ante los embates de la enfermedad, hubo de requerir, poco antes de morir, los servicios de un enfermero. Miguel le dijo: “No cabe duda que hasta en los períodos difíciles hay cosas buenas: ahora tengo un nuevo amigo.” Y le estrechó la mano. Esa calidez, esa calidad, fueron las que granjearon para el ingeniero Aldana una legión de amigos que cosechó a lo largo de los años.

Pocos profesionales de la construcción han sido tan exitosos en Guadalajara como el ingeniero Aldana.  A los 17 años, hacia 1937, ingresa a trabajar al despacho de López Aranda, Basave y Palomar. Poco después, el arquitecto Agustín Basave decide trasladarse a vivir a Monterrey (en donde continuó su muy destacada trayectoria). Luego, el ingeniero Filiberto López Aranda y el ingeniero Juan Palomar y Arias deciden emprender otros proyectos, con lo que Miguel Aldana quedó muy joven al frente de su propio despacho de proyecto y construcción. De allí, mantendría una brillante e intensa práctica edilicia hasta el año de 1968, en el que, también muy joven, decide retirarse para continuar una fecunda trayectoria como pintor, destacado viajero y promotor de la cultura.

A la manera de otros grandes arquitectos, Miguel Aldana se tituló de ingeniero civil. No olvidemos que mucha de la mejor arquitectura de Guadalajara ha sido realizada por miembros de ese gremio (Luis Barragán y Julio de la Peña son solamente dos de los ejemplos más conocidos). La arquitectura de los ingenieros tuvo, además, la virtud de contar con la sensatez, la mesura y el sentido común propios de su formación. Miguel Aldana descolló en esos aspectos, y además tenía el talento artístico que hizo que sus numerosas construcciones estuvieran tocadas por la gracia.

Es muy importante valorar y salvaguardar el legado arquitectónico de Miguel Aldana Mijares. Quizá la edificación más visible de su ejecutoria sea la Central Camionera de 1952, situada al remate de la Avenida Niños Héroes. Un excelente edificio funcionalista, impecable e innovadoramente resuelto. Aún es tiempo de restaurarlo adecuadamente y de asegurar que su destino sea el idóneo para garantizar su preservación. Esta responsabilidad corre a cargo del Gobierno del Estado, propietario del inmueble. Por otro lado, aún existen decenas de excelentes casas funcionalistas en diversas zonas de la ciudad que es necesario conservar adecuadamente. Hay un par de muy buenos ejemplos, ubicados en la esquina norponiente de Vallarta y Duque de Rivas. Una de esas dos casas, la de la esquina, fue desfigurada recientemente. La otra sufre, precisamente en estos días, modificaciones. Sería de esperar que las autoridades de la Secretaría de Cultura y del Ayuntamiento hicieran lo necesario para que, por lo menos en ese caso, se hiciera justicia a un patrimonio arquitectónico que pertenece a la comunidad.

Miguel Aldana Mijares tuvo una vida larga, intensa, fructífera. Su patronazgo de las artes, a través del Centro de Arte Moderno que fundó y sostuvo de su propio peculio, es un ejemplo que mucho lo enaltece. Su generosidad y bonhomía son ya una leyenda tapatía. Murió, con justicia, el día de la Santa Cruz. Descanse en paz el gran ingeniero y arquitecto, el gran señor que fue Miguel Aldana Mijares.