Los jóvenes marcan su territorio


ANATXU ZABALBEASCOA 24/04/2011

Fuente: Diario El País.

Carlos Javier Rodríguez Jiménez era profesor de educación física en el instituto Pedro de Valdivia de Villanueva de la Serena (Badajoz). Había hecho estudios sobre la humanización de los espacios urbanos y creía que los deportes y las actividades no competitivas como el hip-hop o el skate podían ayudar a entender y educar a los jóvenes. “Ellos necesitan hacer deporte. Pero no que exista un ganador y un perdedor. Lo importante es que suden espontáneamente sin tener que alcanzar un resultado”, cuenta hoy desde el despacho de consejero de los Jóvenes y del Deporte que ocupa desde 2007. Fue Rodríguez quien, con cuatro compañeros, presentó en 2006 un proyecto pionero: Factoría Joven. Se trataba de que los mismos jóvenes diseñaran los espacios para su ocio que estaban dispuestos a mantener. Hoy está sentado al otro lado de la mesa negociadora. “Los colectivos que se reunían conmigo me ven al otro lado. Yo mismo me veo al otro lado”, cuenta.

Extremadura es la única comunidad con una consejería que lleva ese nombre, “de los Jóvenes y del Deporte”. El “joven” es un individuo entre 14 y 34 años, y las “factorías” que van levantando por la región quieren convertirse en su lugar en la ciudad.

En Mérida, no lejos de la consejería, están de estreno. Los arquitectos José Selgas y Lucía Cano han transformado la nueva Factoría Joven en un reclamo para la celebración de la juventud y la vida en común. El edificio ligero de policarbonato es como un porche colorista abierto a la ciudad. La primera impresión es que pone de buen humor. Se inauguró a comienzos de la primavera y muchos de los 19.000 jóvenes que viven en Mérida ya han pasado por ahí.

Con todo, y por vistoso que sea el nuevo edificio, la clave de esta iniciativa es más el cómo que el qué. “Importa el método participativo y colaborador en la concepción del proyecto”, explica el consejero. Y los arquitectos lo corroboran: “Es el edificio más simple que hemos hecho. Nos hemos limitado al papel de “oído cocina”: tres salas de actividades de 75 metros cuadrados y tres almacenes de 25, más oficinas, más aseos, más zona de skate, más rocódromo, más teatro al aire libre, más un muro para grafitis, ¡oído cocina! Que las piezas puedan usarse independientemente, ¡oído cocina! Que haya zonas exteriores de sombra y protegidas de la lluvia, ¡oído cocina! Que cueste menos, ¡oído cocina! Que tenga luz por la noche para poder usarse con libertad de horarios, ¡oído cocina!”.

Muchos proyectistas desconfían de la participación de los colectivos en la toma de decisiones. Consideran que obstaculizan el diseño y el trabajo, y que suelen retrasar las obras. “Aquí no ha sido un problema. Ha sido la solución”, resalta el consejero. “Los colectivos ya venían llorados. Les decíamos hasta dónde podían llegar. Todo el mundo ha sabido ceder”. Cuando convocaron el concurso de ideas avisaron de que el proyecto podría ser modificado por los colectivos. Esa iniciativa es pionera en la región. “Y está siendo identificada como buenas prácticas por la Unión Europea”, explica el consejero. Desde que presentaron el proyecto, durante la presidencia española de la Comunidad Europea, no han dejado de llegar a Extremadura políticos de otros países y de otras regiones para conocer las instalaciones.

La apuesta por los colectivos es pragmática. Busca solucionar problemas escuchándolos. Las Factorías Jóvenes quieren “humanizar las calles de las ciudades; el hormigón ocupa mucho espacio”, cuenta Rodríguez. Por eso, los lugares para ubicarlas son parcelas amplias junto a espacios verdes.

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