Asientos apartados en la ciudad


Por: Jorge López de Obeso

Alguna vez un urbanista dijo: “La ciudad es como un teatro, en donde están los asientos limitados y todos quieren ver la obra (Los beneficios de la ciudad: educación, trabajo, vivienda). Lo más ricos podrán pagar más y tendrán los mejores asientos. Los más pobres tendrán que irse a donde puedan. El problema es cuándo los ricos, porque pueden pagarlo, deciden comprar y dejar apartados cientos de asientos en el teatro, sin que nadie los use. El gerente del teatro no los obligará a ocuparlos, ya que los han pagado. Los pobres, que no renunciarán a ver la obra, se colarán y colocarán donde puedan: parados, pasillos, detrás de columnas, dos en el mismo asiento. Esto hará que tantos ricos como pobres queden incómodos y hasta en riesgo de que en una emergencia no habrá una vía de escape”.

La ciudad funciona igual. Todos esos terrenos baldíos o subutilizados, cuyos dueños “legítimamente” están especulando, son los asientos vacíos, apartados, de un teatro que está viendo sus funciones básicas entorpecidas por eso (dotación de vivienda, horas laborales perdidas en recorridos, subutilización de la infraestructura de educación por lejanía). Teddy Cruz, el en reciente congreso Arquine (Marzo 2011) dijo: “La degradación ambiental es resultado directo de la degradación sociopolítica”. En términos legales, nosotros no tenemos un mecanismo efectivo para que esas enormes extensiones territoriales (se calcula que cerca de la mitad de Guadalajara) sean “desapartadas” e integradas a la ciudad.

En ciudades españolas, cuándo las autoridades de planeación detectan que hay un predio (cómo equivalentes a los de Plaza Patria, Plaza del Sol, etcétera) que podría contener vivienda o servicios necesarios en el plan de ordenamiento, sucede los siguiente: 1. Invitan al dueño a desarrollarlo. 2. Si el dueño no tiene capital para eso, le proponen una cartera de inversionistas para esto, el aportando el predio. 3. Si el no quiere participar en el negocio, se le compra el predio (en el precio por el que está pagando impuestos) y asunto resuelto, el predio es desarrollado. En las ciudades norteamericanas, en los centros, sucede algo diferente pero con resultados similares: Un predio ocioso detectado por las autoridades con potencial de más, se le aplica un plan de gravado de impuestos exponencial. Durante un periodo se paga X de impuestos. Si no se ha desarrollado, en el siguiente periodo se paga X2, si sigue sin desarrollarse, se paga (X2) 2, hasta que el terreno paga más impuestos que su valor comercial. Resultado: los terrenos se mueven rápido.

Nuestro sistema se permite que unos pocos sean inmensamente ricos y una gran mayoría muy pobres. Sin embargo, la tierra es un bien que si se acapara tiene consecuencias urbanas y sociales inmediatas (no como tener cuentas en Suiza o lingotes de oro), ya que en palabras de Teddy Cruz de nuevo, “No es posible ningún avance en cuanto a diseño de la vivienda, por ejemplo, si no se hacen avances también en las políticas y economía inmobiliaria”. La tierra tiene características específicas no duplicables, como es su ubicación, dotación de infraestructura y hasta valor simbólico.

La ciudad seguirá creciendo y destruyendo valiosos campos, obligando a la gente a desplazamientos más largos y haciéndola más dependiente al transporte motorizado . Uno de los factores que provoca esto es que no encontramos la manera de cambiar el “sacrosanto” derecho de especular con la tierra y tener terrenos y edificios podridos por 30, 40 o 100 años en lugares claves de la ciudad.


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