Papalotear, planear o planificar


Por Pedro Alcocer.

El urbanismo es una ciencia relativamente nueva de aproximadamente 150 años. Bastante nueva si tomamos en cuenta que Damasco tiene más de 4,500 años de existencia y es la ciudad continuamente habitada más longeva del mundo.

En este sentido el urbanismo ha importado conceptos de otras ciencias como la anatomía o la ecología y ha sido, en gran medida, incapaz de generar sus propios términos; conceptos como arterias o entropía son recurrentes al explicar los fenómenos urbanos. Al mismo tiempo hablamos de una ciencia que tiene un dilatado periodo de tiempo para verificar sus hipótesis, con lo cual las pocas décadas de existencia probablemente han dejado más dudas que certidumbres, es decir al saber urbano le queda mucho camino por recorrer.

Quizá la certidumbre más verificable, es que el fenómeno urbano es complejo por definición y requiere la atención del problema desde una visión amplia y diversa. Soluciones que probablemente funcionaron en un caso específico, no son garantía para que funcionen en otro.

Desde este orden de ideas es relevante establecer tres acercamientos conceptuales al problema urbano en nuestra ciudad.

Por un lado es cada vez más recurrente la percepción de que las soluciones urbanas que se proponen desde los responsables del gobierno son ocurrencias, que van en mayor medida con fines electorales o políticos que con la intención de entender un problemas y resolverlo. Es decir la aproximación al problema urbano se resume en que nos la pasamos papaloteando, papando moscas por decirlo de un modo más coloquial. Desafortunadamente esta visión del problema es sumamente escueta y al resolverse se generan más problemas sin siquiera haberlos contemplado.

Por otro lado, en nuestra ciudad existe muy arraigada la noción de planeación, es decir establecer una ventana de futuro, desde  donde se determinará el rumbo de la ciudad en los próximos años, sin embargo esa visión nunca ha sido completamente dibujada.

Probablemente por herencia mal entendida del movimiento moderno, seguimos asumiendo el problema parcialmente,  ya sea por cuestiones espaciales como los planes parciales que terminan siendo un instrumento inconexo por definición. (Si un plan es parcial, ¿cómo esperamos obtener una visión completa?). O bien sea por cuestiones conceptuales, ver un problema como la movilidad, la densidad o la especulación inmobiliaria, de forma aislada sin siquiera voltear a ver  otros fenómenos del crecimiento urbano implica una visión fragmentada del asunto. En este sentido al tratar de resolverlo, estamos literalmente planeando, en términos coloquiales le estamos dando el avión a la ciudad.  Particularmente creo que existe una confusión con el término, y es que planear me remite mas a un artefacto planeador ya sea parapente o avioneta que propiamente flota en el aire.  Por lo que al estar planeando podemos asumir que no se está abordando el problema desde la mejor perspectiva, es decir, revoloteando en el aire en vez de tener los pies bien puestos en la tierra.

Quizá una aproximación al fenómeno urbano desde el reconocimiento de su amplitud y complejidad nos ha superado,  sin embargo urge tomarlo en cuenta. Planificar implicaría la inteligencia colectiva para atender el problema, ello involucra una cultura urbana en el grueso los ciudadanos hasta ahora sumamente escasa. Así mismo  una gran voluntad de los responsables y un dialogo interminable por determinar el rumbo más conveniente. No existen modelos importados que funcionen para Guadalajara, sí  realmente queremos planificar debemos conjuntamente dibujar nuestro propio modelo y quitarnos de complejos, plantearnos objetivos realistas y sobre todo hacerlos cumplir.

El reto no fácil. ¿Qué postura tomamos para Guadalajara, papalotear, planear o planificar?

Imagen: (Prototipo planeador de los Hermanos Wright)

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