Reutilización y rehabilitación del patrimonio para beneficio social


Por: Mónica Solórzano Gil.

La reutilización y la rehabilitación se presentan como acciones convenientes para conservar los bienes patrimoniales, ya que consisten, el primero en reutilizar los inmuebles, cuando es posible, con su uso original o en su defecto, adaptar las viejas estructuras y edificaciones a nuevas necesidades del momento actual, siempre con especial respeto por los vestigios del pasado y la autenticidad[1] de los inmuebles, para con esto lograr su conservación.

Mediante la rehabilitación, se logra recuperar la habitabilidad de estos edificios, entendiendo por habitabilidad la capacidad de los inmuebles para ofrecer una buena calidad de vida a través de la conservación sus espacios y estructura. Esta habitabilidad del patrimonio en la mayoría de los casos se ve afectada por las alteraciones o los deterioros que sufre por diversas circunstancias, y que dificultan su aprovechamiento o utilización de la forma más adecuada y por consecuencia ponen en riesgo su conservación.

Para recuperar la habitabilidad del patrimonio, la rehabilitación de un edificio requiere que se origine un proyecto de intervención, en donde queden reflejados todos los trabajos de reparación, conservación, restauración y nuevas instalaciones, así como las obras necesarias para la adecuación correcta a las normativas vigentes.[2] Sin embargo hay que tener claro que en todos los casos, la rehabilitación no garantiza la conservación de los inmuebles por parte de sus habitantes,[3] se requiere precisamente que se conviertan en satisfactores de las necesidades actuales de los nuevos usuarios de este patrimonio. Es decir, que cumplan un objetivo y sean nuevamente útiles a la sociedad que los detenta, para de este modo, poder asegurar la reapropiación de la identidad de los inmuebles y por ende, su conservación.

Para que una obra de rehabilitación sea exitosa, se debe considerar previamente el nuevo uso que tendrá el inmueble a intervenir, para ello es necesario encontrar nuevos usos adaptativos a las características físicas de los inmuebles o contextos intervenidos; entendiendo esto como la adaptación de los mismos para crear una nueva utilización diferente a la original, acorde con su potencial y respetando su esencia, entendiendo esencia como la naturaleza del espacio.[4]

En México un ejemplo de inmuebles que en la mayoría de los casos no es posible reutilizarlos con el fin para el que fueron creados son las estaciones ferroviarias y su infraestructura en la mayoría de las líneas existentes en el país.[5] En México hace más de una década, el sistema de transporte de pasajeros por tren ha sido cancelado y actualmente no hay pronósticos de ser restituido a un corto o mediano plazo, por lo que la reutilización de estos edificios se vislumbra casi imposible; en estos casos se requiere un nuevo uso adaptativo para rehabilitar y conservar el patrimonio ferroviario.

Este tipo de patrimonio, incluyendo las estaciones ferroviarias, tiene un potencial muy grande ya que, por su versatilidad de diseño y localización, muchas estaciones podrían incorporarse en programas de desarrollo urbano y de restauración más agresivos. Las estaciones de ferrocarril tienen un importante potencial para reciclarse en usos, tanto de transporte como de viviendas, espacios públicos y para el turismo cultural. [6]

Pero además de la realización de proyectos de conservación que incluyen reutilización y rehabilitación del patrimonio la finalidad última de la preservación del patrimonio cultural, no es la conservación de los objetos por los objetos mismos, sino por lo que ellos significan dentro de un determinado contexto socio-cultural y por la manera en que con ellos se contribuye al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades en las cuales está inserto dicho patrimonio.[7]

Por lo tanto el fin último de la conservación es garantizar el beneficio social de las comunidades que poseen dichos inmuebles y que son quienes deberán verse beneficiados con las intervenciones que se realicen sobre el patrimonio cultural y natural que poseen.

Fotografías: Ex Hacienda de Cofradía de la Luz, Cocula. (parte posterior y frontal)


[1] La comprensión de la autenticidad juega un papel fundamental en todos los estudios científicos del patrimonio cultural, en la planificación de la conservación y la restauración. Carta de Nara sobre la noción de autenticidad en la conservación del patrimonio cultural. UNESCO-ICOMOS, Nara, Japón, 1994.

[2] Coscollano Rodríguez, José, Restauración y rehabilitación de edificios, Thomson Paraninfo, España, 2003, p. 213

[3] Rosas Mantecón, Ana, La dificultad de conservar, En: García Canclini, Néstor, (coordinador). Cultura y comunicación en la ciudad de México, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México D.F., 1998. 387 pág. 189

[4] Inzunza Solano, Elsa L y Alfredo A. Varela Torres (1995) Propuesta de conservación para el Real Obraje de Durango, Tesis para obtener el grado de Maestro, Universidad de Guanajuato, Facultad de Arquitectura, Guanajuato.

[5] Cfr. Capitulo 3.

[6] Castillo de Curry, Maria Eugenia, Adecuación del marco legal para la protección del patrimonio ferroviario en México: Las estaciones como zonas de conservación., En: Memoria. Segundo encuentro nacional para la conservación de patrimonio industrial, El patrimonio industrial mexicano frente al nuevo milenio y la experiencia latinoamericana, México, 2002, p. 426

[7] Chico Ponce de León Pablo, La responsabilidad social en la preservación del patrimonio cultural, El Claustro, Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, p. 40

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