Otro raya al tráfico


Por : Diego Petersen Farah en El Informador

El problema de movilidad no se va a resolver haciendo más puentes, que es ponerle una raya más al tráfico

El puente atirantado puede gustar o no, puede ser considerado un hito urbano o un bodrio de metal. Habrá quien considere que es la mejor inversión que ha hecho el Gobierno, y quien lo vea como un gasto inútil. En todo eso hay razones de uno y otro lado; una parte de gusto y no poco de terquedad. Lo que es incontrovertible es que los puentes y los viaductos no solucionan problemas viales. El embotellamiento a unas horas de su apertura es la mejor prueba de que este tipo de proyectos funcionan de maravilla… cuando no hay tráfico, y que un puente es la vía más rápida para llegar al próximo embotellamiento.

Lázaro Cárdenas funciona mejor que el resto de las vías rápidas porque nació así, se planeó así. Con todo, la continuación de la vía rápida ha sido compleja pues cada intervención implica resolver la convivencia de la vía rápida con el entorno, que no hay manera que sean amables y que no tengan consecuencias para la ciudad (aunque estén bonitos). Las vías rápidas atraen el tráfico como la miel a la abejas y concentran el problema en pocos puntos. El peor ejemplo ha sido López Mateos. Los cuatro mil 500 millones de pesos (500 millones de dólares de la época) no resolvieron el problema. En la hora pico la cola del semáforo de Florencia llega hasta la entrada del túnel en Circunvalación y el recorrido de Bugambilias a la Glorieta Colón en hora pico puede demorar una hora 15 minutos.

Si ese dinero se hubiera invertido en pavimentar la prolongación Colón (antiguo Camino Real a Colima que sigue hecho un desastre), en habilitar la prolongación de Mariano Otero por Bugambilias (aventándose el tiro político de reclamar como pública una avenida que tienen como privada) el resultado habría sido mejor. Esto sin pensar en transporte público, que sin duda hubiera sido mejor.

El problema de movilidad no se va a resolver haciendo más puentes, que es ponerle una raya más al tráfico. Hay que arreglar las calles para que todas sean circulables, para que el tráfico se distribuya y no se concentre en unas cuantas vías. Hay que habilitar las grandes avenidas para el transporte público e invertir el dinero público en pequeñas grandes soluciones: el problema de Lázaro Cárdenas y López Mateos, por ejemplo se pudo haber resuelto en gran medida con un buen sistema de vueltas a la izquierda. Con el 10% de la inversión se hubiera resuelto 60% del problema, y se pudo haber intervenido otros nueve cruces conflictivos.

Los puentes no son cuestión de gustos. El problema es por qué si cada que se abre un puente o un túnel nos damos cuenta que no es solución, los políticos siguen haciendo lo mismo.

Por una sencilla razón: los ciudadanos seguimos premiando con nuestro voto este tipo de obras. Si no fueran electoralmente rentables no se harían. Parafraseando el dicho popular, el problema no es sólo de los políticos, sino de quienes votamos por las mismas soluciones.