“Hacia una Arquitectrua de Le Corbusier” parte II: Más autos en los museos y menos en las calles.


Por: Sandra Valdés V.

Ayer mientras leía la noticia que el proyecto de Chillida de la Montaña Tindaya en Fuerteventura se reactiva pensaba en las relaciones que establece Le Corbusier entre la estética del ingeniero y su amor a las máquinas, especialmente al auto.

Pero ¿qué tiene que ver el auto de Le Corbusier con el proyecto de la montaña Tindaya?

Excavar el corazón de una montaña con el objetivo de crear un espacio universal o como mejor lo explica Chillida “un homenaje a la pequeñez que nos une a todos los hombres”.

Un espacio que nos recuerde a todos que somos seres humanos y nada más que eso.

Podría explicarse también desde lo que algunos llaman la primera forma de arquitectura y esa es la tumba.    La tumba en sí misma, es decir la excavación en la tierra es también una de las formas más sencillas, más adaptadas a la forma del cuerpo y más universales que existen.     Y como dice Chillida, nos recuerda lo que somos.

Cuando Le Corbusier escribe “Hacia una Arquitectura”, insiste constantemente en “el espíritu nuevo” bajo el cual se debe de diseñar y construir.

En la introducción a la segunda edición del libro dice “la arquitectura es un espejo de su tiempo”.   Y dedica este libro precisamente a establecer clara y directamente cual es ese espíritu, para que la arquitectura sea un verdadero reflejo de su época.

Dedicando un capítulo entero a explicar “La estética del Ingeniero”, otro a los aviones, los paquebotes y los automóviles.

Y no hablaba de planes de movilidad (porque ahora escuchamos auto y pensamos solo en planes de movilidad), Le Corbusier habla del auto por su estética, como objeto de diseño, y le interesan las construcciones de los ingenieros como verdadera creación arquitectónica, y explica que gracias a “la ley de la economía y llevado por el cálculo” el ingeniero logra la armonía.   Abiertamente y sin temor a ser odiado por sus colegas Le Corbusier critica la labor del arquitecto que “se ahoga en las costumbres”, costumbres que son finalmente estilos repetidos sin mayor sentido y consciencia.

Por esto Le Corbusier encuentra en el auto, el resultado de una estética depurada, la máquina es la representación de la construcción sin añadidos, es el diseño que parte de la función sin más pretensiones, es la búsqueda del espacio universal.   Ya que piensa en el hombre desde su más pura esencia, por esto su obsesión en estandarizar la vida misma, porque él pensaba que si lograba llegar a esa esencia más pura de lo que es la vida humana podría proyectar para un hombre sin raza, sin fronteras, sin edad.    Le Corbusier dice “Estudiar la casa para el hombre corriente, universal, es recuperar las bases humanas, la escala humana, la necesidad- tipo, la función-tipo,  la emoción-tipo”.    Al decir esto nos queda claro que en lo que trabaja Le Corbusier era en hacer un resumen brutal de la estética, por esto sus fachadas blancas y lisas, por esto sus rampas en vez de escaleras, porque intentaba llegar a lo más esencial, al mínimo indispensable por esto dijo “la casa es una máquina de habitar”.    Porque intentaba crear un habitáculo universal en donde simplemente nos llamemos humanos.

Por esto encontramos tantas perspectivas de Le Corbusier en donde en vez de ver escalas humanas vemos autos circulando felizmente como corren los niños en un parque.

Porque para él, el auto era la representación de una forma que en ese momento era mucho más universal de lo era la arquitectura.  Así como una representación muy depurada de lo que para Le Corbusier era la forma del hombre.

Sé que suena completamente anacrónico hablar hoy del coche como representación universal de la forma humana, con la guerra que nos estamos montando en contra de la movilidad motorizada.

Sin embargo creo que tanto la metodología de análisis  como la reflexión que genera son completamente acertadas.    El salirse de su disciplina para verla desde el lente más crítico abrió la puerta a una nueva forma de lenguaje para la arquitectura.

E independientemente de las polémicas que se generaron a partir de la estandarización de la forma del hombre, creo que lo interesante es que generó nuevas formas de ver, analizar y abordar la arquitectura. La búsqueda de la forma universal más esencial es tan humana como cavar una tumba o como ahuecar una montaña o como en su época lo fue diseñar un auto.

Finalmente a nosotros (espero) nos toque ver cada vez más autos en los museos y menos en las calles, como espíritu de nuestra época.

Les dejo de nuevo la clave del libro para que se animen.

La clave es: 724. 6 LEC

Imagen: “La D.S.”, Gabriel Orozco, 1993.

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