Hipertensión: la enfermedad que llega en silencio

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, arrojó que existen 22.4 millones de adultos hipertensos en México, de los cuales únicamente 5.7 millones están controlados. Estas cifran sitúan al país entre los más propensos a padecer hipertensión a nivel mundial, afección a la que la Organización Mundial de la Salud pondrá especial en el Día Mundial de la Salud 2013, conmemoración establecida en 1948.

También conocida como presión alta, esta es una enfermedad crónica degenerativa que afecta a una tercera parte de la población mundial, pero solo el 10% es consciente de padecerla porque es asintomática (no presenta síntomas que alerten) y por ello los médicos la llaman “la enfermedad silenciosa”.

La encuesta mexicana indica que existe un mayor índice de personas con hipertensión en los estados del norte del país que en los del sur. En Jalisco, se calcula que el 31.5% de las personas mayores de 20 años la padece. Pero, ¿qué puede pasar si se sufre de hipertensión? Aumentan las posibilidades de infartos, fallos cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y hasta ceguera, según la propia OMS.

El sedentarismo, una dieta con altas cantidades de sodio (mucha sal) y grasas saturadas elevadas, el tabaquismo y enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes, son factores que pueden desencadenar una elevación de la presión arterial, la cual es una medida de la fuerza que se aplica a las paredes de las arterias cuando el corazón bombea sangre por el cuerpo.

En una persona sana, la presión arterial es de 120/80 mmHg (milímetros de mercurio), así que cuando cuando los valores de la presión arterial están arriba de 140/90 mmHg se considera hipertensión arterial sistémica. Se dice que una persona tiene hipertensión cuando en tres revisiones en días distintos, su presión supera 140/90 mmHg.

¿Comes bien? ¿Te mueves? ¿Te has tomado la presión?

Ana Cecilia Zúñiga, coordinadora de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO, menciona que a las personas con hipertensión se les recomienda una dieta DASH, es decir, basada en alimentos ricos en calcio, fósforo y potasio, incluir frutas y verduras, lácteos descremados y frutos secos.

La académica enfatiza la importancia de los alimentos naturales y la preparación de ellos en casa, así como tratar de evitar los productos procesados y la comida rápida.

Esta enfermedad es más común en personas mayores de 60 años, pero el índice de niños y jóvenes sigue al alza por el estilo de vida de la sociedad actual, en el que se consume una infinidad de alimentos inadecuados y el ejercicio no es una prioridad para la población.

En opinión de la doctora Raquel Zúñiga, coordinadora de Ingeniería de Alimentos, además de los productos bajos en sal común que utilizan sustitutos de sales, existen alimentos funcionales que pueden contribuir a la disminución de la presión arterial, ya que se encargan de “fijar mejor el calcio en el organismo, cuestión que ayuda a disminuir la hipertensión; existen otros que también ayudan a tratar enfermedades cardiovasculares o de sobrepeso, cuyo control mejora la presión arterial: los omegas, prebióticos y fitoesteroles. Además, existen varios estudios que han probado que las proteínas [péptidos] obtenidas de la leche, ayudan a disminuir la hipertensión”.

Alejandro Pliego, coordinador del programa Actívate ITESO, menciona que hacer ejercicio 30 minutos diarios favorece a tener una vida saludable. En el caso de la hipertensión, sirve para fortalecer la resistencia del corazón. Combatir el sedentarismo resulta prioritario para Pliego, pues hay estudios que en promedio una persona puede permanecer sentada hasta 15 horas diarias.

El estrés también tiene efectos negativos en la salud y la presión arterial. Everardo Camacho, profesor del ITESO e investigador de temas relacionados a este padecimiento, señala que el estrés es una condición de alerta para el organismo que ocasiona, entre otras cosas, un aumento en el ritmo cardiaco y una elevación en la presión arterial.

Para disminuir el estrés y prevenir y controlar la hipertensión, se recomienda practicar ejercicio, tener una alimentación balanceada, reducir la ingesta de sal (no exceder de 5 gramos de sal al día, equivalentes a una cuchara cafetera), evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco y mantener una peso saludable. También, es recomendable realizar un constante chequeo de la presión arterial para conocer los niveles de la presión arterial de nuestro cuerpo. Texto Claudia Flores Fotos Alex Riveros

NO HACE RUIDO, ES MÁS PELIGROSA

  • Uno de cada tres adultos sufre hipertensión a nivel mundial.
  • El 90% desconoce que la padece.
  • En México, más de 22 millones de personas la tienen.
  • Al año, más de 9 millones de personas fallecen por consecuencia de la hipertensión.
  • ¿Quieres prevenirla? Bájale a la sal, come más frutas, verduras y alimentos ricos en calcio, realiza por lo menos 30 minutos de actividad física al día, revísate periódicamente la presión arterial y, si fumas o consumes alcohol en exceso… Bueno, seguramente ya conoces todas las consecuencias de hacerlo.

El ITESO, muy cerca de ser un campus activo

Antes, algunas de las enfermedades que más nos afectaban en México provenían del entorno, por medio de virus o cuestiones insalubres. Ahora, enfermedades como la hipertensión o la diabetes se relacionan con estilos de vida, ya sea por la mala alimentación o altos niveles de sedentarismo.

Lo anterior lo comenta Pilar Rodríguez, jefa del Centro de Educación Física y Salud Integral del ITESO (EFSI), con motivo del Día Mundial de la Salud y la hipertensión, su tema central.

Rodríguez considera que esta enfermedad puede verse desde distintos ángulos: 1) Desde la prevención, 2) Qué situaciones la generaron, y 3) Una vez diagnosticada, cómo el ejercicio puede ayudar a paliarla.

Para la responsable del EFSI, el ITESO se encuentra en una situación privilegiada. El año pasado, 8 mil personas hicieron uso de los servicios que ofrece el Centro y cerca de mil itesianos, afirma, cumplen con la recomendación de realizar 30 minutos de actividad física, por lo menos tres veces a la semana. “Son buenas cifras, nos están hablando de que el campus está muy cerca de ser un campus activo como tal”.

Este año, para celebrar el Día Mundial de la Actividad Física (9 y 10 de abril) se contará con un programa con 12 actividades, desde las 7:00 hasta las 22:00 horas. “Es un día diseñado 100% para que el 100% de la comunidad se mueva”, comenta Rodríguez. Agrega que entre los objetivos está llegar a personas que normalmente no visitan el Centro.

“Es fácil, es divertido, no tiene que ser complejo, no tienen que sufrir y hay actividad física para todos los tipos, para todas las poblaciones y para todas las necesidades”.

Simultáneamente a las actividades, la celebración estará enmarcada por conferencias y mesas “con un sustento académico de los beneficios y cuál es la apuesta del ITESO en relación al movimiento y la actividad física”. Texto Claudia Alzaga

Desperdicio de comida, una cuestión ética

El 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente. En este planeta se desperdician 1.3 billones de toneladas de comida al año, sin importar el impacto ambiental, económico y social. Paulo Orozco, nutriólogo y académico del ITESO, considera que se trata de un problema ético, de formación y de patrones de consumo.

Una persona llega al supermercado y comienza a llenar su carrito de distintos alimentos y productos. Seguramente lo hace sin reflexionar mucho en cómo llegaron ahí, cómo fueron producidos, empaquetados –si es el caso– transportados y vendidos. Seguramente tampoco se pondrá a pensar en los que ya se perdieron ni en los que ella misma desperdiciará, mucho menos en las consecuencias ambientales, sociales y económicas que esto provoca.

“Nos hemos convertido en una sociedad de consumo excesivo, en la que te alientan a consumir cada vez más sin ver el efecto que tiene a medio o largo plazo, a nivel social, ambiental, nutrimental. Ese patrón de consumo excesivo se ve reflejado en una problemática como es el desperdicio de alimentos”, consideró Paulo Orozco, nutriólogo comunitario y académico del ITESO en la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos. 

La realidad es que sí impacta y mucho: Según datos del Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), cada año se desperdician 1.3 billones de toneladas de comida –100 millones en América Latina–, uno de cada siete personas en el planeta se va a la cama con hambre y 20 mil niños menores de cinco años mueren de hambre cada día, además, un tercio de la producción se desecha. Las pérdidas de alimentos conducen también el desperdicio de recursos como tierra, agua, energía e insumos, supone emisiones innecesarias de CO2, así como un impacto negativo directo en los ingresos de los agricultores y los consumidores.

“Es un problema estructural. Hay algunos que dicen que es más por cuestiones técnicas, que hace falta más tecnología. Yo creo que más bien es una cuestión de formación y de patrones de consumo […] Se trata de una cuestión de análisis ético y estético. Ético en el aspecto de que realmente veamos lo que nuestra huella alimentaria está costando, lo que estamos tirando no solo económicamente sino también socialmente y ecológicamente”. Estéticamente, agrega el académico, es porque los consumidores eligen los alimentos que están “de fotografía” y tiran “lo feo”, en lugar de ver que nutrimentalmente está en perfectas condiciones.

Piensa, aliméntate y ahorra

La problemática en cuanto al desperdicio de alimento es tan grande que este 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanzó la campaña Piensa. Aliméntate. Ahorra con el objetivo de que “pienses antes de alimentarte y así ahorres para proteger el medio ambiente”, se lee en la página del organismo.

El académico, especialista también en desarrollo social, divide las mermas de los alimentos en “pérdidas” y “desperdicios”. La primera es en los primeros eslabones de la cadena, con los productores, y se debe, dijo, principalmente a cuestiones técnicas. “Estamos en un modelo alimentario más global y a veces queremos consumir kiwis de Australia o cosas de otro lado, en lugar de fomentar el consumo de los productos locales, que eso ayudaría a bajar los precios y a evitar las pérdidas”.

El concepto “desperdicio”, explica, es a partir de que entran los “minoristas” (restaurantes, supermercados, hogares) y se debe en su mayoría a malas prácticas, patrones de consumos excesivos y falta de planeación. “Desde mi punto de vista, donde podemos evitar más el desperdicio es a nivel familiar. Nosotros no tenemos control, a veces no tenemos ni remordimiento”.

La situación de México no es tan ajena al escenario internacional. Según la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, en el país se desperdician alrededor de 30 mil toneladas de comida al día. La paradoja: hay 28 millones de mexicanos que viven en pobreza alimentaria, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Según cifras de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) hay 11.7 millones de menores de edad en esta situación.

“Tenemos que ligar el problema del hambre con el desperdicio de alimentos en el mundo. El problema del hambre no es porque nos haga falta producción de alimentos, podríamos alimentar hasta 12 mil millones de personas. Eso nos dice que el problema no está en la producción, sino en el desperdicio y también en la distribución, que es inequitativa. Nuestro desperdicio necesariamente afecta a que otras personas padezcan hambre”.

El especialista asegura que de los datos se desprende que entre “más nivel de desarrollo, mientras más ingreso, más comida se va a desperdiciar”. Según FAO, en Europa y Estados Unidos, una persona desperdicia alrededor de 115 kilogramos de comida; en América Latina la cifra es de 25 kilogramos; mientras que en África es de alrededor de 11 kilogramos.

¿Qué se puede hacer desde los hogares?: Una alimentación consciente, planear qué se va a comprar y consumir productos locales, considera Orozco.

“Desde mi perspectiva, muchos de los problemas de alimentación se solucionarían con una estrategia para fomentar el consumo de productos locales. Yo no creo que en la alimentación la solución sea alguna cuestión punitiva y mucho menos al consumidor. Lo que se podría hacer son normas que regulen la distribución y el consumo, no tanto que castiguen al que desperdicia”. Texto Natalia Barragán Foto Archivo

De estudiantes a nutriólogos

Casi 40 alumnos de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos vivieron la experiencia de una consulta real en la realizaron diagnósticos nutricios.

Alumnos de segundo semestre de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos (LNCA) realizaron consultas de evaluación del estado nutricio a estudiantes y personal del ITESO con el objetivo de poner en práctica lo aprendido en las materias “Evaluación del estado de nutrición” y “Alimentación del individuo sano I”.

Con la actividad, que tuvo lugar en la Clínica de Atención Nutricia, se trató de que los alumnos transfirieran sus conocimientos a una consulta real. “Queremos que se enfrenten a todas las situaciones que aparecen cuando estás dentro de una consulta y aprendan a manejarlas”, comentó Laura Arellano, coordinadora docente de la LNCA.

La consulta de valoración y asesoría nutricional se basó en la metodología del Proceso de Cuidado Nutricio (PCN) recomendada por la Academy of Nutrition and Dietetics, la cual les permitió obtener información como patrones de alimentación y actividad física, composición corporal y signos clínicos. Después, los datos recabados fueron analizados para emitir un diagnóstico nutricio y poder elaborar recomendaciones específicas personalizadas, como un plan de alimentación.

En total, del 15 al 19 de abril, participaron 38 alumnos con un cliente cada uno, al que citaron para una segunda cita en donde les entregarían las recomendaciones de una manera clara y sencilla. Texto Claudia Alzaga Foto Luis Ponciano 

Lo que comes importa, y mucho

Sociología, genética, fisiología, antropometría, química y muchas disciplinas más se conjugan en la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO para alcanzar, entre muchos otros objetivos, que los habitantes de este país coman mejor.

“Abreviar la cena: prolongar la vida”, dicen que dijo Benjamin Franklin, uno de los más ilustres pensadores estadounidenses.

Frases relacionadas con el buen comer y la importancia corporal, social y afectiva de los alimentos sobran en Internet, pero más allá de aquello de “al hombre se le conquista por el estómago” o “al cuerpo lo que pida”, la relevancia de la nutrición es tal que ya se han consolidado los estudios científicos en torno a ella y sus implicaciones en la vida de los más de 7 mil millones de seres humanos que habitamos este planeta.

El ITESO echó a andar el año pasado la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos, un programa diseñado para que los alumnos conozcan a profundidad los alimentos, sus características químicas, sus propiedades, cómo se preparan y sus numerosas repercusiones en la salud y el bienestar social.

¿Cómo? A través de materias que van desde la ciencia pura y dura que incluso estudia el genoma humano (“Nutrigenómica”, “Biología molecular” o “Química para las ciencias de los alimentos”), hasta las que tienen como premisa que la alimentación es un proceso social (“Socioantropología de la alimentación”, “Alimentación del individuo sano”, “Ética, identidad y profesión” o “Fisiología de la nutrición y actividad física”).

Acá te explicamos brevemente de qué se tratan algunas de ellas.

“Socioantropología de la alimentación”

La alimentación es el resultado de un proceso de décadas, de una evolución histórica y social de los humanos. Para comprender la dieta alimenticia de una sociedad en particular, la mexicana por ejemplo, se debe considerar sus cambios históricos y sociales. El objetivo de la materia es analizar estos procesos para entender por qué comemos lo que comemos y cómo lo hacemos. Hoy en día, la alimentación ha traído mejoras a la sociedad, al reducir la desnutrición crónica, a diferencia de lo que había hace 40 años, considera Paulo Candelario, profesor de la materia, aunque por otro lado, en esta época hay una sobrealimentación que trae consigo problemas como la diabetes o la obesidad, consecuencia de no estar conscientes de lo que comemos.

“Nutrición y actividad física”. Por favor, no corras en ayunas

Muy probablemente ya sabes que no debes nadar inmediatamente después de comer, que es pésima idea hacer ejercicio en ayunas, que no todas las grasas engordan y que un tal Lionel Messi necesita una alimentación sumamente distinta a la de un ciudadano común y corriente.

“Si Messi se estuviera recuperando de una fractura, yo le daría alimentos con vitamina C para la cicatrización, es decir, ya empiezas a hablar en un lenguaje en el que la nutrición se puede convertir en medicina, en rehabilitación”, señala Teresita Méndez, responsable del Domo de Actividad Física y Recreación de la universidad y quien en un futuro impartirá la asignatura “Fisiología de la nutrición y actividad física”.

Estudiar con el ojo de la ciencia estas y muchas otras variables es el eje de la materia, en la que van a poner a los estudiantes a hacer actividad física, porque “no podemos recomendar algo que no hemos vivido”. Y es que a pesar de que para ella hoy comemos peor que hace 40 años –debido a tanto producto enlatado y con conservadores–, Méndez confía en que la carrera contribuirá a revertir algunos malos hábitos, y para ello su materia recurrirá a disciplinas como la bioquímica, la fisiología, el cálculo dietético o la antropometría.

¿Y qué analizaría en una estudiante de 20 años y en un atleta de alto rendimiento en relación con lo que comen? En ella: que consuma las vitaminas básicas para el sistema inmunológico, que no ingiera demasiado alcohol, carnes grasosas, quesos o leche entera y que coma mucha fibra, porque a esa edad suelen padecer estreñimiento. En él: exactamente cuánto sodio, potasio o calcio consume; además, calcular en qué momento hay que retirarle los carbohidratos para que empiece a definir músculo. Distintos por completo.

“Nutrigenómica”, alimentos que previenen enfermedades

La nutrigenómica es la ciencia que estudia cómo los componentes químicos naturales de los alimentos influyen en los genes, lo que puede ayudar incluso a prevenir enfermedades. En esta asignatura, los alumnos de Nutrición y Ciencias de los Alimentos abordarán algunos de los aspectos más vanguardistas a lo largo de sus estudios, ya que estudiarán el cómo esos compuestos bioactivos inciden en los genes, explica Ana Cecilia Zúñiga, coordinadora de la licenciatura. Es como poner una lupa en los alimentos y escarbar para darnos cuenta de cada una de las sustancias que contienen y los efectos que tienen.

Hay alimentos, señala Zúñiga, cuyas bondades en la prevención de ciertos padecimientos ya están perfectamente establecidas por esta ciencia, como la proteína de la soya, la fibra soluble, la chía, la avena o el nopal.

Bajo el microscopio el problema se magnifica

En el Laboratorio de Microbiología de Alimentos se develan nuevos retos para la salud alimentaria. Los estudiantes que tienen que aprender a generar medidas para controlar y eliminar microorganismos patógenos (que origina y desarrollan enfermedades), son conscientes del serio problema social, económico y salubre que representan los alimentos contaminados.

Berenice Arias, experta en microbiología de alimentos y profesora de la carrera, afirma que pese a que la infraestructura y la tecnología han mejorado las condiciones de producción y consumo de alimentos, México enfrenta problemas añejos que otros países ya dejaron atrás, como el fecalismo (partículas de heces fecales en el aire), relacionado con tifoidea, cólera, amibiasis o shigelosis (disentería). Además, la agitada sociedad actual que consume más alimentos industrializados, presenta escenarios mucho más complejos a los profesionales de la Nutrición y Ciencias de los Alimentos, cuya habilidad y sapiencia frente a un microscopio resultarán fundamentales.

La capital le dijoadiós a los saleros

En la Ciudad de México, las mesas de 200 mil restaurantes y fondas ya no tendrán saleros, a menos que el comensal los pida al mesero. La medida forma parte de la campaña “Menos sal, más salud” que implementó el gobierno capitalino para reducir los efectos nocivos que genera el consumo excesivo de sodio, como la hipertensión.

“Es una buena forma de promoverlo, pero ¿qué pasa con quienes comemos en casa?”, opina Laura Arellano, coordinadora docente de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO. La campaña, afirman las autoridades, está hecha para hacer conciencia sobre los efectos negativos de agregarle una pizca de sal a lo que ya está salado.

La Organización Mundial de la Salud sugiere consumir 5 gramos diarios de sal, y para regular su consumo, Arellano sugiere aprender a leer las etiquetas de los alimentos empaquetados, los cuales contienen altas cantidades de sodio para mejorar el sabor y conservarse más tiempo en los anaqueles. La lectura es sencilla: las etiquetas indican el porcentaje de sodio que contienen: si el valor es menor a 5% es lo indicado, pero si supera el 20% de sodio, mejor evítalo.

Textos Natalia Barragán/Claudia Flores/Enrique González/Patricia Martínez Fotos Luis Ponciano 

Ser nutriólogo, ser creativo, es ser responsable

El nutriólogo debe ser un “promotor de estilos de vida saludables”, y para ello debe ser perseverante, creativo, responsable socialmente y capaz de formar equipos, dictaminó Ana Bertha Pérez, directora del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en su visita al ITESO.

La especialista ofreció el 21 de agosto en el campus la charla “La nutriología en México”, en el arranque del ciclo escolar Otoño 2013 y para conmemorar un año de la apertura de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos itesiana.

En su opinión, el nutriólogo debe prepararse y especializarse para incidir en un amplio abanico de posibilidades, como políticas públicas, empresas, consultorios, publicaciones en revistas, entre otros.

Recordó que en 1972 se gestó la posibilidad de ofrecer Nutrición como licenciatura en la Ibero capitalina, lo cual, a decir de Pérez, fue un gran acierto de los jesuitas, pues fue la primera universidad en tener dicho programa en el país.

México ha cambiado mucho en estos más de 40 años. En aquel entonces, cuatro de cada 10 niños tenían sobrepeso y obesidad en las comunidades indígenas, mientras que en la actualidad uno de cada cinco padece desnutrición aguda. Como egresada de la primera generación de dicha carrera, compartió que a su generación le tocó “picar piedra”, porque los médicos, enfermeras y otros profesionales del área de salud no querían competencia de los nutriólogos.

Exhortó a los alumnos de Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO a que generen sus propias empresas, porque sencillamente “no habrá suficientes plazas”, así que los invitó a salir muy bien preparados de la carrera y buscar posibilidades de empleo también en el extranjero.

La experta en ciencias de la salud subrayó que uno de los aspectos más importantes de un nutriólogo es su incidencia en la sociedad. “Tengan una visión muy amplia, porque las cosas van a cambiar cuando [esos niños] tengan 40 años”. Texto Brenda Galindo Foto Archivo